Manual de psicologia
Carolina MosqueraDocumentos de Investigación29 de Septiembre de 2015
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Manual de neuropsicología
CARME JUNQUÉ
JOSÉ BARROSO
EDITORIAL SINTESIS
No es infrecuente encontrar descriptores de afásicos con una reducción importante en su expresión verbal pero con una entonación conservada. Estos aspectos del lenguaje, la melodía, la dinámica de la entonación, las pausas, la acentuación o énfasis, etc, suelen englobarse bajo el termino prosodia. Las primeras propuestas sobre la prosodia fueron realizadas por Monrad-Krohn en 1947 y 1963. Uno de sus primeros casos era una mujer noruega que había sufrido un trastorno afásico por lesión frontal, del cual se recupero de forma casi completa. La única secuela consistió en el “acento extranjero” con el que hablaba su propio idioma, lo que llevaba a confundirla con alguien de origen alemán.
Monard-Krohn describe tres trastornos de la prosodia producidos por lesión cerebral. La hiperprosodia consistirá en el uso excesivo de la prosodia. Se puede observar en pacientes con afasia de Broca que utilizan variaciones prosódicas excesivas para comunicarse. La que disprosodia, también llamada prosodia atáxica, consiste en un cambio en la calidad de voz que algunos casos, como la paciente descrita anteriormente, puede dar lugar a la aparición de un “acento extranjero”. Se observa como resultado de la recuperación tras una afasia no fluida. En tercer lugar, la aprosodia, implica una limitación en la capacidad para modular la entonación. Excepto en este ultimo, los trastornos descritos se observan tras lesiones izquierdas.
Para una mejor comprensión de los trastornos prosódicos es necesario diferenciar entre dos tipos de prosodia. La prosodia lingüística se refiere a la distribución de las pausas, énfasis, entonación, etc… que da un significado particular a una fase. Sería el equivalente a los signos de puntuación que usamos en el lenguaje escrito, por ejemplo, el tipo de entonación es la que aporta tono afectivo y contenido emocional al lenguaje. Por ejemplo, es la que permite que se exprese miedo, sorpresa, o cualquier otro estado emocional que pueda trasmitirse oralmente. Es también la que se utilizaría para trasmitir una actitud determinada. Asi al decir “Juan es listo” podemos expresar un reconocimiento a la inteligencia de esa persona (enfatizando “es”) un comentario sarcástico (enfatizando “listo”).
E.Ross ha trabajado extensamente la prosodia afectiva. Ha presentado evidencias de la dominancia del hemisferio derecho para la organización de los componentes afectivos-prosódicos del lenguaje y de la conducta gestual. Además, a partir del estudio de un cierto numero de casos, propone que la organización anatomicofuncional del lenguaje y de la conducta gestual. Además a partir del estudio de un cierto numero de casos, propone que la organización anatomicofuncional del lenguaje afectivo en el hemisferio izquierdo. Así, el autor presenta una clasificación de las aprosodias utilizando la nomenclatura aplicada a las afasias: motora, sensorial, transcorticales y globales, etc.
En un reciente trabajo realizado con pacientes con lesiones focales agudas, de origen isquémico, Ross concluye que la región postero-inferior del córtex frontal derecho es esencial para la producción espontánea en el habla de la prosodia afectiva. Por su parte, el córtex postero-superior del lóbulo temporal derecho seria la zona esencial para la comprensión de la prosodia afectiva. El tálamo parece ser también una región critica para este componente. La única insconsistencia con la organización de los déficits afásicos habituales tras una lesión izquierda fue la observada para el caso de la repetición, que se asocio a lesiones del opérculo frontal y no a lesiones posteriores. Los déficits observados tras lesiones izquierdas no se relacionaron con las lesiones corticales sino con las de sustancia blanca. Ross interpreta este resultado como una evidencia a favor de que las dificultades en la prosodia afectiva, cuando son provocadas por lesiones izquierdas, se deben a la alteración de los mecanismos de integración de las funciones de cada hemisferio (Ross y Monnot, 2008).
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