Marx Y Las Tesis De Feuerbach
guadalupevicente8 de Noviembre de 2011
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MARX, Karl
Tesis sobre Feuerbach
(Orig.: Thesen über Feuerbach en «Karl Marx Frühe Schriften» 2 band, pp. 1-4, Cotta Verlag, Stuttgart, 1971. La versión castellana utilizada se encuentra en Tesis sobre Feuerbach y otros escritos filosóficos, Ed. Grijalbo, S. A., México, 1970, pp. 9-12)
CONTENIDO DE LA OBRA
Este brevísimo texto (once tesis) parece ser el resultado de las reflexiones filosóficas de Marx durante el año 1845. Escritas en ese mismo año, o en el invierno de 1845-46, las Tesis sobre Feuerbach vienen a ser como una síntesis del contenido fundamental del Manuscrito de París (1844) y de la Ideología alemana (1845).
El texto fue editado por primera vez por Engels en 1888. Sin embargo, más tarde se encontró el original, con algunas diferencias respecto a la edición de Engels. Ese texto original fue publicado por Rjazanov (edición MEGA, del Instituto Marx-Engels, de Moscú), y a él se remiten habitualmente las ediciones posteriores.
La brevedad del texto permite reproducirlo aquí íntegramente, con algunas notas aclaratorias sobre su significado. La importancia de estas tesis es absolutamente excepcional. De hecho, se puede decir que toda obra de verdadero valor del marxismo teórico o de su crítica se inicia con la reflexión sobre ellas. Así, por ejemplo, Historia y conciencia de clase, de Lukács, que puede quizá considerarse como la última gran obra producida por el marxismo teórico; y lo mismo puede decirse del pensamiento de Ernst Bloch.
Primera tesis
«El defecto fundamental de todo el materialismo anterior (incluyendo el de Feuerbach) es que sólo concibe el objeto, la realidad, la sensoriedad, bajo la forma de objeto [objekt] o de contemplación, pero no como actividad sensorial humana, como práctica, no de un modo subjetivo. De aquí que el lado activo fuese desarrollado por el idealismo, por oposición al materialismo, pero sólo de un modo abstracto, ya que el idealismo, naturalmente, no conoce la actividad real, sensorial, como tal. Feuerbach quiere objetos sensibles, realmente distintos de los objetos conceptuales; pero tampoco él concibe la actividad humana como una actividad objetiva. Por eso, en La esencia del cristianismo sólo considera la actitud teórica como la auténticamente humana, mientras que concibe y plasma la práctica sólo en su forma suciamente judaica de manifestarse. Por tanto, no comprende la importancia de la actuación revolucionaria, práctico-crítica».
El defecto principal de todas las anteriores formas de materialismo es, pues, para Marx, su conexión con el pasivismo. Si Feuerbach ha tenido el gran mérito de negar que lo real existente sea un simple momento del proceso cognoscitivo de la idea (por haber criticado lo que comúnmente suele llamarse panlogismo hegeliano), ha tenido también el grave error de no concebir la actividad humana como actividad objetiva que pone los objetos, como actividad que transforma lo real. La sensibilidad no debe considerarse desde un punto de vista pasivo, como reflejo de los objetos, sino desde un punto de vista activo, como actividad sensible que pone los objetos (el trabajo que se ejerce en el mundo sensible para transformarlo).
Según Marx, Feuerbach, en La esencia del cristianismo, sólo considera como estrictamente humano el comportamiento teórico, en cuanto describiría la condición del hombre como un ser que aliena su esencia proyectándola en un mundo más allá; y, por tanto, Feuerbach se sitúa en un punto de vista puramente explicativo de la realidad, sin pensar que esta misma realidad podría ser modificada; con eso, la praxis quedaría abandonada a la forma sórdidamente judaica. ¿Qué querrá decir este «sórdidamente judaica»? Hay que recordar que, como es sabido, Marx era de familia hebrea, convertida alrededor de 1815 por razones simplemente prácticas, no por motivos religiosos. Sobre este juicio de Marx sobre los hebreos, hay que referirse a La cuestión judía, publicada en 1843. Según ese escrito, el fundamento moral del judaísmo es la necesidad práctica, el egoísmo; el culto mundano del hebreo -dice Marx- es el tráfico comercial; su dios mundano es el dinero. Es importante notar que en La cuestión judía aparece, por primera vez, el concepto de burguesía definido en sus líneas esenciales. Los caracteres del judaísmo, según Marx, encuentran en la sociedad burguesa la ocasión para desarrollar sus peores aspectos. Es fácil ver que no se trata de una cuestión racial; el hebreo será verdaderamente emancipado sólo en la revolución comunista y antiburguesa. En esto se puede ver también una interpretación ante litteram del nazismo: una revolución que quiera contenerse en los límites de la sociedad burguesa, rechazando la idea de la lucha de clases, deberá sustituir el concepto de clase por el de raza.
Según las últimas líneas de esta primera tesis, Feuerbach no comprende el significado revolucionario de la actividad práctico-crítica, porque permanece anclado a la distinción entre una filosofía teórica, solamente explicativa, y una realidad práctica. En cambio, Marx intenta la unificación de filosofía y praxis; y esta unificación se realiza, según él, en el pensamiento revolucionario. Estos textos tienen una importancia extrema porque manifiestan la sustitución, en el marxismo, del tipo del filósofo por el tipo del revolucionario. Respecto al tipo clásico del filósofo, piénsese en el conócete a ti mismo de Sócrates o en el verso virgiliano felix qui potuit rerum cognoscere causas. En lugar de éste, Marx pone el tipo del revolucionario, no en el sentido de prescindir del filósofo, sino que éste es sustituido por el tipo del revolucionario que incluye en sí y sobrepasa al tipo del filósofo.
Segunda tesis
«El problema de si al pensamiento humano se le puede atribuir una verdad objetiva no es un problema teórico, sino un problema práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento. El litigio sobre la realidad o irrealidad de un pensamiento aislado de la práctica es un problema puramente escolástico».
Esta segunda tesis, que es muy breve y muy clara, afronta el problema de si al pensamiento humano corresponde una verdad objetiva. Según Marx, es en la praxis donde el hombre debe demostrar la verdad, la realidad, la potencia y la concreción de su pensamiento. La controversia sobre la realidad o no-realidad del pensamiento separado de la práctica es puramente escolástica. Por tanto, en esta tesis se esclarece el paso desde la filosofía especulativa o propiamente teórica, dirigida a comprender lo real y caracterizada por el primado de la contemplación o al menos de la comprensión, a la filosofía de la praxis, a la filosofía caracterizada por el primado de la acción.
Para Marx, el problema de si el pensamiento humano tiene una verdad objetiva no es teórico, sino práctico. En otras palabras, la experiencia histórico-práctica es asumida como criterio de verificación de la concepción del mundo. Por lo que se refiere al primado de la acción, no se trata -para Marx- de contraponer la praxis a la teoría ni de oponer la vida al conocimiento, según el significado particular que el irracionalismo da a esa oposición. El padre del irracionalismo no es Marx, sino Nietzsche. Se trata, por el contrario, de hacer que la praxis (es decir, la experiencia histórico-sensible) llegue a ser parte integrante del mismo proceso teorético.
Todo esto se aclara más recordando a Hegel, cuya filosofía puede tomarse como ejemplo típico de filosofía post-factum, es decir, de una autoconciencia de una realidad ya acabada. Para Hegel, la idea, después de haber atravesado esa odisea que es la historia, llega a la conciencia de sí, del espíritu. Por eso, una filosofía post-factum se asemeja, como dice Hegel en la Introducción a la filosofía del derecho, al pájaro de Minerva que se alza en el crepúsculo. La filosofía, en cierto modo, es el crepúsculo del mundo.
La posición de Marx es, en este aspecto, absolutamente opuesta. Utilizando la misma terminología, debería hablarse de una filosofía ante-factum; no de una filosofía que sea conocimiento de una totalidad ya realizada, sino de una filosofía que es realización de una nueva totalidad, de un mundo nuevo. Se trata, pues, de una revolución total. La revolución política y social, actuada por el marxismo, se sigue de esta revolución filosófica, y no es en modo alguno disociable de ella.
Sin embargo, en esta tesis se manifiesta la radical diversidad que separa a Marx de Feuerbach y la que separa las críticas de ambos a Hegel. Para Feuerbach se trata de reivindicar lo sensible dentro del pensamiento, entendiendo por el primero lo concreto, lo existente, y por el segundo, lo abstracto. Para Marx, en cambio, el pensamiento racional se sobrepasa hacia una realidad sensible que él mismo pone.
Tercera tesis
«La teoría materialista de que los hombres son producto de las circunstancias y de la educación, y de que, por tanto, los hombres modificados son producto de circunstancias distintas y de una educación distinta, olvida que las circunstancias se hacen cambiar precisamente por los hombres y que el propio educador necesita ser educado. Conduce, pues, forzosamente a la división de la sociedad en dos partes, una de las cuales está por encima de la sociedad (así, por ejemplo, en Roberto Owen).
La coincidencia de la modificación de las circunstancias y de la actividad humana sólo puede concebirse y entenderse racionalmente como práctica revolucionaria».
Este texto se refiere a la postura de Marx frente al materialismo del siglo XVIII, según el cual -sobre todo según Holbach y Helvetius- el
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