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Medicina Alternativa En La Colonia


Enviado por   •  15 de Octubre de 2013  •  5.755 Palabras (24 Páginas)  •  316 Visitas

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NATURALISTA, ENFERMEROS Y MÉDICOS MISIONEROS

Los misioneros que venían al Nuevo Mundo, ya sean jesuitas o miembros de otras congregaciones, se preparaban especialmente para desempeñarse en sus funciones, y dada la instrucción o educación que recibían en universidades euro¬peas y después en las de América, eran muy versados en cien¬cias naturales, y muchos de ellos también con medicina y cien¬cias afines. A cada instante esos misioneros debían verse en la contingencia de tener que atender a enfermos, ya sea en la vida conventual o en las misiones o aún en casos de epide¬mias, que frecuentemente asolaban a las poblaciones organi-zadas en América.

En cuanto al ejercicio de la medicina por religiosos, el Concilio de Viena, 1312, había dispuesto que el cuidado del cuerpo era atribución de los seglares y el cuidado de las almas, de los religiosos. Pero la realidad de la vida en el Nuevo Mundo, sin hospitales y sin médicos, hizo con que es¬tas disposiciones primeras, fuesen cambiadas posteriormen¬te, para facilitar la labor de los misioneros.

En 1532 don Carlos V en Ratisbona dictó disposiciones especiales en la Contitutio Criminalis Carolina confirman¬do la prohibición a religiosos de ejercer la medicina salvo en los conventos y en casas particulares de caridad.

Nuevamente, por disposición de la S. Congregación de Propaganda Fide el 20 de noviembre de 1626 el ejercicio de la medicina es prohibido a sacerdotes y religiosos .

Para ciertos casos, empero, se concedieron -privilegios. Es así corno Gregorio XIII concedió el 11 de febrero de 1575 licencia para que "Los religiosos jesuitas peritos en medicina puedan ejercer este oficio sin recurrir en censuras y penas y libres de escrúpulos de conciencia... y siempre que no haya cómodamente a mano médicos seglares. .. contando con el permiso de sus superiores... puedan libres y lícitamente curar a cualesquiera personas enfermas, ya sean religiosos de la misma compañía, ya seglares y extraños a ella, sin escrúpu¬lo alguno de conciencia y sin incurrir en censuras y senten¬cias algunas o en otra suerte de penas, exceptuando, sin em¬bargo, el hacer por si mismo cauterios e incisiones".

Posteriormente las congregaciones facultaron en casos especiales a sus misioneros el ejercer la medicina basadas en una disposición de la S. Congregación de Propaganda Fide del 4 de Agosto de 1628 permitiendo el ejercicio de la medicina a sacerdotes misioneros mediante dispensa bajo dos condiciones: prestar gratuitamente los servicios médicos y no recibir de lo que ofrezcan expontáneamente sino lo necesario para el sustento.

Es así que la Congregación franciscana, por ejemplo dispuso el 20 de Noviembre de 1641 que los sacerdotes misioneros en caso de necesidad no necesitaban de dispensa para el ejercicio de la medicina y la cirugía y siempre que concurriesen estas condiciones: que el sacerdote misionero fuese perito en el arte de la medicina, que la ejerza gratis, que opere sin zajar ni pinchar y que en el lugar donde el misionero vive no hayan médicos laicos.

La práctica de la cirugía era también prohibida a sacer¬dotes y religiosos, así como practicar cauterios e inci¬siones. Pero más tarde se permitió a misioneros practicar incisiones en caso de necesidad y hasta amputar (un dedo por ej.) para salvar un miembro (un brazo por ej.).

Desde la llegada de los primeros misioneros jesuitas, los PP. Saloni, Ortega y Fields en 11 de Agosto de 1588, a los que se agregaron en 1594 los PP. Lorenzana, Alonso de Barzana y el Superior Juan Romero, y más aún con la erección de la Provincia del Paraguay en Mayo de 1604 por el General de la Compañía P. Claudio Acquaviva con la de¬signación como Provincial al P. Diego de Torres Bollo, desde esos primeros pasos hasta la expulsión de la Compañía por Real Orden de Carlos III, del 27 de Febrero de 1767, principalísimo papel cupo a los jesuitas como naturalistas, enfermeros y médicos en el Paraguay y las Misiones, así como en otras partes de América.

En las Reducciones de los indios guaraníes los padres misioneros tuvieron que actuar como médicos, cirujanos enfermeros y refiere el Padre jesuita e historiador Guillermo Furlon (que escribió una voluminosa obra, "Misiones y sus pueblos guaraníes", y otra "Médicos argentinos durante la dominación hispánica", ambas muy importantes por los datos que trae de los jesuitas) autoridad en la materia y a quien seguimos en esta parte, que Roque González de Santa Sruz, Antonio Ruys Montoya, Pedro Romero, Francis¬co Díaz Taño, Diego de Boroa, José Catalino, Cristóbal Alta¬mirano y otros, sin ser médicos, tuvieron que actuar como tales y como enfermeros y curanderos. Refiere este autor que en las reducciones del Paraná y del Uruguay no hubo médico alguno entre 1610-1696 pero sí varios enfermeros que atendían en los hospitales instalados en cada Reducción y que había sí, tres médicos para todas las Reducciones del Guairá y Chiquitos: uno del Paraná en Candelaria, otro del Uruguay, en San Nicolás, y el tercero en una Reducción de Tarija o Chiquitos; que los médicos aparecieron en las Mi¬siones recién después de 1700; y que Protomédicos en las Reducciones del Paraná, con interrupciones, fueron el her¬mano Joaquín de Zubeldía, de 1703 a 1730, el hermano Pedro Hormaer, de 1735 a 1744, el hermano Ruperto Dalhamer en 1748, y él hermano Tomás Heyrle, en 1753 a 1767, siéndolo también a la vez de las Reducciones del Uruguay. En estas fueron Protomédicos, también con interrupciones, el Her¬mano Pedro Montenegro, 1703 a 1724, y el Hermano Tomás Heyrle, de 1735 a 1767.

Refiere el Padre Furlong que en Asunción actuaron como Enfermeros dos Hermanos jesuitas, alcanzando gran renom¬bre.

El hermano Diego Bassauri, natural de Villa Medina, que ingresó en la Compañía de Jesús en 1609 y vino al Río de la Plata al año siguiente, estuvo en Córdoba durante dos años y pasó luego a Asunción donde durante 15 años fue enfermero. Adquirió gran prestigio como médico y escribió un libro sobre medicina. Murió en 1629.

El hermano Antonio Rodríguez, portugués estuvo en Chile y luego pasó a Asunción donde durante 30 años atendió como médico, así como en las Reducciones vecinas, llegando a tener gran fama. Murió en 1656 a los 79 años de edad.

También actuó en Asunción, alguna vez entre 1725 y 1730, como enfermero, el Hermano Juan Francisco Dávila, que después pasó a ponerse al frente de la Botica de los jesuitas en Buenos Aires hacia 1730.

Según el mismo historiador jesuita, actuaron como en¬fermeros en las Reducciones de 1610 a 1688:

el Hermano Francisco Couto, portugués nacido en 1604; casóse en

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