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Pensamiento Complejo


Enviado por   •  17 de Julio de 2014  •  1.214 Palabras (5 Páginas)  •  263 Visitas

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Pensamiento complejo

Autor: Miriam Dolly Arancibia

La teoría de la complejidad comprende la teoría de los sistemas adaptativos complejos, la dinámica no lineal, la teoría de los sistemas dinámicos, la teoría del no-equilibrio y la teoría del caos. Edgar Morin la toma como punto de partida para la elaboración de su perspectiva sobre la epistemología de la complejidad, la cual servirá de amplia aplicación en el campo de las ciencias sociales y de la educación. Es en este ámbito donde se inserta la expresión pensamiento complejo, concebida como el pensamiento que trata con la incertidumbre y es capaz de concebir la organización. Es el pensamiento apto para unir, contextualizar, globalizar pero al mismo tiempo para reconocer lo singular, individual y concreto. Hacia esta dirección se orientan también las investigaciones de Matthew Lipman sobre el desarrollo del pensamiento complejo en la enseñanza. De ellas se desprende que, si se pretende lograr una auténtica sociedad democrática, deberían formarse personas razonables. Ello requiere de una transformación de la enseñanza y propone la filosofía en todos los niveles como el vehículo innovador para enseñar a pensar.

1. Antecedentes

La teoría de la complejidad emergió como tendencia científica dominante en la década de 1990. Para algunos autores significó un aporte a la ciencia de una envergadura tal que provocaría un giro en el modo de concebir el mundo y la ciencia misma [Wolfram 2002]. Otros autores menos optimistas la consideraron un bluff, que pretendía resucitar una ciencia moribunda [Horgan 1996]. Independientemente de sus defensores o detractores, existe una expectativa generalizada sobre la capacidad de diálogo que la teoría de la complejidad puede brindar entre las llamadas “ciencias duras y ciencias blandas”.

Si bien el paradigma de la complejidad adquiere notoriedad en las últimas décadas, debido a los trabajos de pensadores de gran envergadura como Prigogine, Maturana y Morin, entre otros, es posible retrotraerse hasta los inicios mismos de la filosofía para descubrir esbozos de un modo complejo de abordar la realidad.

En la antigüedad el pensamiento chino se funda sobre la relación dialógica entre el ying y el yang. Lao Tse afirmaba que la unión de los contrarios caracteriza la realidad. [Morin 1999a: 257]. En los siglos IV y III a.C tuvo lugar la Edad Clásica de la cultura china, allí se desarrolló el taoísmo orientado al estudio de la Naturaleza con un tipo de pensamiento religioso, filosófico y político diferente de las doctrinas de Confucio. Las concepciones taoístas sobre el mundo tienen como base un principio de unidad del universo: la unidad del Cielo y de la Tierra, así como del mundo físico y de la sociedad.

Según Rolando García, esa unidad no es un agregado de componentes sino una totalidad organizada. A diferencia de la concepción occidental tal organización no es el fruto de un legislador celestial sino que surge de la naturaleza misma del universo. Los elementos que componen el universo obedecen a su capacidad intrínseca, las partes ocupan un lugar relacional dentro del todo. Es una concepción organicista del universo con importantes implicaciones epistemológicas y metodológicas. Las partes de un todo actúan en función de sus relaciones organizacionales y a partir de ellas se dan los fenómenos particulares. Las interrelaciones entre las partes de una totalidad organizada se explican dialécticamente [García 2000:160].

En Occidente, Heráclito planteó la necesidad de asociar conjuntos de términos contradictorios para afirmar una verdad [Morin 1999a]. Rolando García, por su parte, compara la concepción de la materia en el taoísmo chino y en la escuela aristotélica. Los filósofos del Tao de la naturaleza conciben al mundo como un gran organismo en el cual cada fenómeno está ligado a todos los otros de manera ordenada. Pero hay niveles de organización, los cinco elementos no son cinco sustancias fundamentales, pasivas e inmóviles sino que se trata de cinco tipos de procesos gobernados por cinco poderosas fuerzas en un constante fluir y cuyas propiedades sólo se manifiestan a través del cambio. En cambio, para Aristóteles los cuatro elementos son sustancias fijas. También hay cambio, admite génesis y destrucción, pero en todas las transformaciones los elementos permanecen fundamentalmente idénticos.

En su análisis de la Edad Moderna, Morin sitúa a Pascal como el pensador clave de la complejidad, a Kant en cuanto que pone en evidencia los límites de las “aporías de la razón” [Morin 1999a]. En cambio, Spinoza es quien encuentra la idea de autoproducción del mundo por sí mismo, Hegel quien con su dialéctica anuncia la dialógica, Nietzsche provoca la crisis de los fundamentos de la certeza y finalmente dentro del metamarxismo, Adorno, Horkheimer y Lukacs aportan numerosos elementos de una crítica de la razón clásica y elementos para una concepción de la complejidad.

Por su parte, R. García señala la reforma protestante como hito fundamental para explicar el desarrollo de la revolución científica en occidente. La Reforma generó una nueva forma de filosofía llamada Filosofía Natural e introdujo el concepto de ley natural, según el cual ya no había un Dios arbitrario que decidía sobre el curso particular de cada fenómeno, ni regiones del Universo vedadas al ser humano para investigar libremente. El concepto de ley aplicado a los fenómenos naturales se extendería luego a la sociedad en su conjunto y en particular a la economía [García 2000].

El desafío mayor del pensamiento contemporáneo, según Morin, es pensar la complejidad. En la época contemporánea se produce la confluencia de dos revoluciones científicas, la primera introduce la incertidumbre con la termodinámica, la física cuántica y la cosmofísica. La segunda revolución científica es la sistémica en las ciencias de la tierra y la ciencia ecológica [Morin 1999a: 258].

Cabe advertir al lector que Edgar Morin incurre en frecuentes neologismos, debido en primer lugar a que sus reflexiones sobre la complejidad surgen vinculadas con la Teoría de la Información, la Cibernética y la Teoría de Sistemas. En segundo lugar porque, a través de esa aparentemente extraña terminología, expresa un modo no simplificador de encarar la complejidad, la cual «sufre una pesada tara semántica, porque lleva en su seno confusión, incertidumbre, desorden» [Morin 1999a: 21].

Otra contribución al paradigma de la complejidad lo constituye el Programa de Filosofía para Niños de Matthew Lipman aun cuando éste no se presenta a sí mismo como epistemólogo. Comenzó como un programa para mejorar el pensamiento en el aula, convencido de que la enseñanza de la filosofía ayudaría a mejorar las capacidades de razonamiento para un pensamiento de orden superior. Dicho programa se aplica desde hace más de veinte años en Estados Unidos, en diversos países de Europa y desde hace más de quince en Argentina. Su programa despertó el interés de psicólogos de la educación, de psicólogos cognitivos, y de metodólogos, quienes comprobaron a lo largo de numerosas investigaciones que la aplicación del programa permitía una mejora de las capacidades de razonamiento y juicio de los estudiantes, así como un notable cambio del rendimiento escolar.

Sin embargo, el programa no tuvo el mismo eco entre los filósofos, entre quienes se encuentran desde actitudes escépticas sobre la posibilidad de que el niño haga filosofía hasta actitudes de rechazo por no considerarla filosofía estrictamente académica. Estas actitudes quizás impidieron ver que Lipman propone un programa integrador, comienza en la temprana infancia pero llega hasta el último curso del nivel medio de enseñanza. Además, implica una revisión no sólo de la didáctica sino también de los supuestos epistemológicos sobre los que el educador basa su práctica docente.

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