PENSAMIENTO COMPLEJO

EL PENSAMIENTO COMPLEJO

Los principios en que se fundamentan la teoría del modo de pensar complejo se atribuyen en gran parte al filósofo y político francés Edgar Morin. Él es quien en un libro específico sobre el tema se decide a despejar acerca de las diferencias entre la simplicidad y la complejidad del pensamiento, sosteniendo que la complejidad no elimina para nada la simplicidad del pensamiento en un mundo real.

De igual manera, invita a no confundir complejidad con completud a sabiendas de que el conocimiento completo es imposible y lo sitúa mas bien en la afirmación de un principio de incompletud e incertidumbre y sostiene que “nunca en su vida ha podido resignarse al conocimiento parcial de un objeto cualquiera desconociendo precisamente, sus antecedentes, su contexto y siempre ha aspirado a explorarlo pensando la manera de estudiarlo desde todas sus dimensiones expresando enfáticamente su deseo de no ignorar a la fuerza, la incertidumbre y la ambigüedad.

Es por eso que el término “complejidad” no implica necesariamente dificultad ni densidad, sino que de alguna manera intenta comprender el mundo como un tejido entrelazado de finos hilos que explican y contienen la relación entre el ser humano y la naturaleza y por supuesto su interdependencia.

Morín nos emplaza a reflexionar qué clase de inteligencia es la que se atreve a ignorar el mundo real y la forma de ser humana y la denomino “inteligencia ciega” es decir aquella que se desconoce a a si misma encerrándose en la simplicidad y negándose la posibilidad de meditar sobre si misma, estudiarse y obtener una perspectiva científica de su esencia.

El siglo XX trajo consigo el afán por el conocimiento científico de los fenómenos aparentemente complejos del universo y la naturaleza y quiso explicar con especialistas la (para ellos) máquina perfecta del cosmos regida por un orden perfecto entre aromos, partículas y estructuras y desentrañar por medio de formulas, ecuaciones y cálculos la estructura del universo mismo. El problema es que en la búsqueda frenética por alcanzar un conocimiento científico a través de intrincadas fórmulas y matemáticas, se olvido de los esencial que son los seres y lo existente, dándoles valor solamente a lo que pudiera hacer comprensible la entidades cuantificadas y desmenuzadas.

Así es como funciona la inteligencia ciega, separando a los seres de su ambiente, desconociendo las totalidades por centrarse en un segmento de ellas y aísla al observador de la cosa observada.

Hemos llegado así a otro periodo de oscurantismo que esta vez, quien lo creyera, es científico, debido a que los propios sabios no tienen sentido de su propia naturaleza y están obnubilados por sus propios descubrimientos.

Expresa Morín que un pensamiento mutilante conduce a acciones mutilantes y que las acciones política a partir de pensamientos de tal naturaleza producen consecuencias trágicas.

Morín define la complejidad –para ponerlo en lenguaje inteligible-, como una cantidad de interacciones e interferencias entre u gran número de unidades (el ser humano funciona por un enorme número de unidades representadas por moléculas en una célula, células en el organismo contadas por millones. Pero esta funcionamiento aparentemente controlado y estudiado esta sujeto a la incertidumbre ya fenómenos cambiantes y azarosos.)

Ahí está la complejidad, puesto que se presenta una mezcla de orden y desorden llegamos entonces al punto en el cual debemos reconocer “una cierta imprecisión y una imprecisión cierta”, tanto en los fenómenos como en los conceptos: en la relación sujeto/objeto,

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