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Serendipias En La Ciencia


Enviado por   •  4 de Diciembre de 2014  •  1.478 Palabras (6 Páginas)  •  304 Visitas

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Serendipias en la Ciencia

Química y Sociedad

FCEN Universidad de Antioquia

El Aspartamo y otros edulcorantes

James Schlatter era un químico orgánico que trabajaba en los laboratorios de una compañía farmacéutica, G. D. Searle, en la búsqueda de un tratamiento para la úlcera gástrica. Estaba sintetizando un péptido correspondiente a una parte de una hormona, la gastrina. Con un colega había preparado un compuesto sencillo de este tipo (aspartilfenilalanina metiléster) el cual estaba purificando y así describió lo que sucedió:

Estaba calentando el aspartamo en un matraz con metanol cuando la mezcla hirvió abruptamente y como resultado, parte del polvo llegó a entrar en contacto con mis dedos. En una fase ligeramente posterior, cuando chupé mi dedo para coger una hoja de papel, noté un sabor dulce muy intenso. Al principio pensé que debía haber quedado algo de azúcar en mis manos en algún momento anterior del día. Sin embargo, rápidamente comprendí que no podía ser así puesto que anteriormente me había lavado las manos. Por lo tanto, rastreé el polvo de mis manos hasta el recipiente en el que había colocado el aspartilfenilalanina metiléster cristalizado. Pensando que probablemente este éster dipéptido no era tóxico, lo saboreé un poco y descubrí que era la sustancia que previamente había degustado al lamer mi dedo.

El aspartamo es un edulcorante que no parece tener ningún efecto secundario patológico, así su descubrimiento se produjo por puro accidente, como de hecho sucedió con la mayoría de los otros edulcorantes “artificiales”, como fue también el caso de la sacarina. Esta fue sintetizada en 1879 por Constantine Fahlberg, un estudiante del químico orgánico norteamericano, Ira Remsen, en la Johns Hopkins University de Baltimore. Fahlberg, sorprendido por un curioso sabor dulce de sus dedos mientras tomaba su cena, comprendió que procedía de algo que había tenido en sus manos durante el día, ese algo resulto ser imidoácido orto-sulfobenzoico. Luego, en 1937, un estudiante de investigación norteamericano, con el hábito de fumar en el laboratorio, estaba intentando sintetizar un agente antipirético y al dar una aspirada a un cigarrillo, que había dejado en un extremo de la mesa, experimentó una sensación de dulzor. Éste fue la origen de los edulcorantes con ciclamato.

El Teflón

En 1939 el químico norteamericano Roy Plunkett siendo científico investigador de Kinetic Chemicals, empresa subsidiaria de DuPont, trabajaba en la búsqueda de un nuevo gas refrigerante del tipo clorofluorocarbono o gas freón, los cuales acostumbraba almacenar en cilindros, pero cuando volvió a abrir el recipiente, se encontró con que el gas había desaparecido. El experimento salió mal y en lugar de un gas para uso en refrigeración lo que obtuvo fue un material blanco baboso que no se adhería a ninguna otra superficie. Un posterior análisis químico determinó que se trataba de politetrafluoretileno, una resina muy deslizante e increíblemente resistente a los productos químicos y al calor. Al principio Plunkett no supo qué hacer con aquel material obtenido por casualidad, tal como ha sucedido con muchos otros inventos y descubrimientos a lo largo de la historia de la humanidad y

que han sido después de gran utilidad para todos. En 1941 la empresa DuPont patentó el producto y en 1945 lo registró con el nombre comercial de Teflón.

Vulcanización del Caucho Natural

Charles Goodyear en 1834 investigaba la manera de mejorar la calidad del caucho natural, de modo que no se volviera quebradizo con el frío y blando y pegajoso con el calor, ya que en aquel tiempo se reconocía que podía ser un material útil para la impermeabilización.

Decidido en descubrir un modo de corregir este defecto, Goodyear había intentado sin éxito transformar el pegajoso y viscoso caucho natural en una sustancia elástica permanente. Adquirió la patente de Nathaniel Hayward de un proceso para impregnar con azufre el caucho, pero sus intentos fracasaban sin cesar.

En 1839 descubrió, por casualidad, el proceso que hace del caucho un material insensible a los cambios térmicos. Este golpe de suerte se debió a que en aquel tiempo, Goodyear pasaba por un momento de creciente precariedad económica y el fracaso continuo minaron la paciencia de su esposa. Por miedo a su mujer, a la que había prometido no continuar con sus experimentos, echó a la hoguera un gran trozo de caucho impregnado con azufre al verse sorprendido por el regreso inesperado de su cónyuge, extrajo de entre las brasas el primer trozo de caucho vulcanizado; un nuevo material elástico y estable térmicamente.

Luego sus penas volvieron ya que en Inglaterra se modificó ligeramente el proceso, de forma que se vio abocado a entablar interminables pleitos sobre la patente de su procedimiento de vulcanizado, con la desgracia de muy poco éxito.

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