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TODO PASA Y ESTO TAMBIÉN ME PASARÁ


Enviado por   •  1 de Mayo de 2016  •  Tareas  •  4.124 Palabras (17 Páginas)  •  380 Visitas

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“TODO PASA Y ESTO TAMBIÉN ME PASARÁ”

Ideas principales

La vida es un constante flujo, viene y va: las personas, las cosas, las situaciones, llegan para proporcionarnos toda clase de experiencias; algunas se quedan para siempre, pero otras se van inevitablemente y nos empujan a eso que todos hemos vivido de alguna manera: la pérdida (pág. 7).

La pérdida nos lleva a contactar con fuertes sentimientos de todo tipo, que si no sabemos manejar pueden dejar una huella profunda que contamina nuestra vida más allá de lo que nos imaginamos (pág. 7).

Después de la tempestad viene la calma y que cuando algo se va de la vida siempre viene algo mejor (pág. 7).

Dicen por ahí que el tiempo lo cura todo, y es cierto, pero a veces no es suficiente. Con frecuencia necesitamos hacer algo mis; debemos vivir nuestro duelo, sentir lo que haya que sentir, hacer lo que haya que hacer y, en ocasiones, buscar ayuda porque no podemos solos (pág. 8).

El duelo es el conjunto de sentimientos, pensamientos, estados de ánimo, comportamientos y reacciones fisiológicas que experimentamos cuando perdemos algo importante para nosotros (pág. 9).

El final de ese viaje, de ese camino llamado "duelo", llegará, y llegar al final significa volver a sentirse en paz, estar alegre, tener planes maravillosos para la vida, dejar de llorar, extrañar, sufrir (pág. 9).

Un duelo dura entre seis meses y un año y medio (pág. 10).

La doctora Elisabeth Kübler-Rose, quien ha trabajado a profundidad con enfermos terminales, es quizá la pionera y quien más ha aportado al estudio del proceso del duelo y sus etapas, las cuales, según ella, son básicamente cinco:

Negación

Ira

 Negociación

Dolor o depresión

Aceptación o resolución del duelo (pág. 11).

La resistencia a aceptar la pérdida se conoce como negación y se manifiesta de diferentes maneras. Como su nombre lo dice, se refiere a la dificultad para aceptar una realidad que nos duele, que no nos gusta, que quisiéramos que no fuera así. (pág. 12).

cuando no quieres reconocer que tu pérdida te duele, o que estás muy enojado, o que sientes culpa o miedo. En esos casos, estás negando los sentimientos que tu pérdida te causa porque no quieres sufrir; pero créeme, no basta con ignorar los sentimientos, siempre seguirán ahí y se manifestarán de una u otra manera (pág. 12).

A veces la manera en que los sentimientos negados y reprimidos salen es somatizándolos, lo cual significa que te enfermas físicamente  (pág. 13).

Otro caso de negación es decir: "Ya pasó, ya no me duele, ya lo superé". O sea, cuando racionalizas o le das explicaciones lógicas al hecho (pág. 13).

Ciertas expresiones que en la etapa final del proceso de duelo reflejan esa paz que da haberlo superado, en la etapa de negación sólo reflejan que estás tratando de convencerte de que no está sucediendo y de que no estás sufriendo  (pág. 13).

La negación siempre será la primera reacción ante lo que no nos gusta de nuestra realidad, sean o no pérdidas muy dolorosas o dramáticas (pág. 14).

Tarde o temprano esos sentimientos que negamos y esas realidades que no queremos ver serán tan grandes que TENDREMOS que verlos: ya no podrán seguir ocultándose, ya no podremos seguirlos reprimiendo, y resultará más doloroso y más difícil, aunque nunca imposible, llegar al final del camino (pág. 14).

Pero hago exactamente lo contrario porque estoy convencida de la importancia de reconocer la verdad para poder sanamos y vivir felices y en paz  (pág. 15).

La ira es un sentimiento muy difícil de reconocer porque es muy "mal visto" socialmente (pág. 16).

En el proceso de duelo, la ira es una parte muy difícil de afrontar, pues nos sentimos culpables al estar enojados con Dios, con el ser amado que se muere y nos deja, con nosotros mismos, con el buen doctor que hizo todo lo que pudo, con la vida, con la pareja que tanto amamos y nos deja, o con el amigo que culpamos de nuestra pérdida  (pág. 16).

Cada uno somos responsables de lo que nos pasa (pág. 17).

A la mayoría de las personas les es prácticamente inaceptable reconocer que sienten y piensan como Luisa; sienten una gran culpa cuando eso sucede, pero es un paso necesario para seguir adelante en el proceso. (pág. 18).

Se intenta negociar con la persona o personas involucradas en nuestra pérdida (pág. 19).

La razón profunda que nos mueve a negociar es que todavía tenemos expectativas de que podemos evitar nuestra pérdida o corregir su rumbo  (pág. 20).

Vemos la realidad con claridad, nos damos cuenta de que ya no podemos cambiar nada: lo que es, es; sólo nos queda seguir adelante, debemos proseguir, permitirnos llegar a la siguiente estación: la tristeza profunda, el dolor, la triste y amarga realidad (pág. 20).

Intentamos negociar porque suponemos que podemos tener control sobre lo que está sucediendo, cambiar las cosas o hacer que el otro cambie de opinión; la verdad es que cuando la pérdida es un hecho, lo que ofrecemos al negociar ya no puede cambiar el rumbo, la decisión del otro o las circunstancias; lo mejor que podemos hacer entonces es aceptar la realidad y seguir adelante. (pág. 21).

Tanto Sor Juana Inés de la Cruz como San Juan de la Cruz se refirieron a "la noche oscura del alma" como ese estado de profundo dolor y desolación que casi todos en algún momento de la vida experimentamos. (pág. 22).

Si sabemos vivir esa noche oscura, resurgiremos fortalecidos, sabios y luminosos (pág. 22).

La ira no es tan dolorosa, porque al menos con ella te sientes fuerte, quizás hasta poderoso; en cambio, la tristeza te vuelve ¡tan vulnerable!, ¡tan pequeño!, ¡tan indefenso! (pág. 22).

Una de las razones que mueven a la gente a aferrarse con tanta obstinación a su odio es porque tienen la sensación de que, tan pronto dejen de odiar, se verán obligados a tratar con su dolor. BALDWIN  (pág. 23).

Después de todo nunca estás solo en esto; después de todo las lágrimas purifican y el dolor te muestra espacios maravillosos y hasta entonces desconocidos, de ti mismo; después de todo a nadie le llega más de lo que puede soportar; después de todo ¡esto también pasará  (pág. 23).

Los seres humanos estamos tan bien hechos, que siempre tenemos juntos "el remedio y el trapito"; todo problema viene con su propia solución (pág. 23).

Llorar hace bien, no perjudica, lo que hace daño es reprimir el llanto (pág. 24).

Los débiles son los que no se atreven a llorar, a reconocer el dolor, o cualquier otro sentimiento desagradable. Sentir es para personas valientes (pág. 24).

Es importante comentar que los sentimientos, parte fundamental de nuestra condición humana, tienen ciertas características que vale la pena conocer: son universales (pág. 25).

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