La ética y la corrupción

La ética y la corrupción

Introducción:

“La corrupción es un problema grave en Perú que afecta directamente la legitimidad del gobierno y la economía del país” (Almagro, 2018). En el Perú, la corrupción es percibida como el segundo problema del país para los peruanos, por detrás de la delincuencia . La ética es fundamental para hacer contrapeso no solo a la corrupción sino a las distintas actitudes que la fomentan . La corrupción golpea más a los pobres y frena el desarrollo. Además, la corrupción puede llevar a la población a adoptarla como una conducta aceptable, lo que agrava aún más el problema (Pérez, S & Benavides, L. 2013).

Es necesario acompañar al Estado en un proceso de reflexión continuo sobre cómo prevenir y reducir sus índices de corrupción. Asimismo, se busca contribuir a fortalecer las iniciativas de la sociedad civil para una mayor vigilancia y exigencia de transparencia. La lucha contra la corrupción es un esfuerzo conjunto que requiere la participación activa de todos los ciudadanos y actores sociales (Blondet,C. 2013). Solo así se podrá avanzar hacia una sociedad más justa y equitativa en Perú.

La corrupción en Perú tiene diversas causas, entre las que se encuentran la falta de transparencia en la gestión pública, el bajo nivel de educación y cultura cívica, la falta de sanciones efectivas para los actos de corrupción y los intereses políticos y económicos que fomentan la corrupción (G.T.C.C. 2010). Estas causas deben ser abordadas de manera integral para poder reducir los índices de corrupción en el país.

Desarrollo:

Las consecuencias de la corrupción en Perú son graves y afectan a toda la sociedad. Entre ellas se encuentran la pérdida de confianza en las instituciones públicas, la desigualdad social y económica, la pérdida de recursos públicos que podrían destinarse a programas sociales y de desarrollo, y los frenos al crecimiento económico. Es necesario tomar medidas para reducir el impacto de la corrupción en la sociedad peruana y avanzar hacia un país más justo y equitativo.

Las primeras formas de corrupción suelen aparecer de manera sutil y casi imperceptible. Puede comenzar con un pequeño acto de nepotismo en la empresa, contratar a un empleado no por sus méritos, sino por su relación con quienes están en el poder. En el gobierno, puede ser un funcionario que utiliza su puesto para obtener un permiso o licencia de construcción de forma más rápida y sencilla a cambio de un pequeño "obsequio" del inspector correspondiente.

Estos actos iniciales de corrupción pueden parecer triviales en comparación con los escándalos de corrupción que a menudo aparecen en los titulares, pero son la semilla de problemas mucho mayores. Cuando estos pequeños actos de corrupción quedan impunes, se sienta un precedente peligroso. La falta de consecuencias crea la impresión de que las reglas y principios éticos son flexibles y negociables, allanando el camino para la normalización de la corrupción.

Según lo extraído de la charla sobre nuestro bicentenario. Se coincide en que la corrupción, ese oscuro y desafiante enigma ético, tiende a infiltrarse de manera sigilosa en la sociedad a través de un proceso gradual que comienza con lo que podría denominarse "El Goteo Inicial: Corrupción en lo Mínimo." Estos actos iniciales, que pueden parecer insignificantes en comparación con los escándalos de corrupción que llegan a los titulares, funcionan como los cimientos de un edificio corrupto mucho más grande. A medida que estos pequeños actos corruptos pasan desapercibidos o son tolerados, abren paso a un camino peligroso y preocupante: "La Normalización de la Corrupción". La transición de uno a otro es una historia de cómo los pequeños goteos de corrupción eventualmente inundan la integridad ética de una sociedad.

De acuerdo al (IDEHPUCP). "La percepción de la corrupción en el Perú en los últimos años ha sido normalizada como un proceso insidioso que poco a poco socava los valores morales de la sociedad". Una vez que las prácticas corruptas quedan inicialmente impunes, el comportamiento se vuelve más aceptable dentro de la cultura organizacional o de la sociedad en general. Las personas tienden a adaptarse a su entorno y sus normas. Si observan que otros participan en comportamientos corruptos y no enfrentan consecuencias significativas, pueden comenzar a creer que ellos también pueden participar en ese comportamiento sin consecuencias. La racionalización se convierte en parte integral de la justificación de la corrupción con argumentos como "todo el mundo lo hace" o "tiene que hacerlo para sobrevivir".

A medida que la corrupción se normaliza, las líneas entre el bien y el mal se difuminan. Prácticas que alguna vez se consideraron inaceptables ahora se consideran prácticas comunes. La normalización de la corrupción es un camino peligroso que erosionará gradualmente los fundamentos morales de la sociedad y sentará las bases para actos de corrupción más graves y destructivos.
La normalización de la corrupción puede tener un efecto cascada en una organización o en una sociedad en su conjunto. A medida que los actos de corrupción se vuelven más comunes y aceptables, se vuelven más frecuentes y audaces. Lo que comenzó como un pequeño soborno puede evolucionar en una red de corrupción que involucra a múltiples actores y afecta a numerosas personas.

Cuando las personas observan que sus colegas o superiores se benefician de la corrupción, pueden sentirse presionadas para unirse a la corriente. La presión social y las expectativas pueden empujar a las personas a participar en actos corruptos que, de otra manera, podrían haber evitado. El efecto cascada lleva a la escalada de la corrupción, lo que a su vez erosiona aún más los valores éticos y socava la confianza en las instituciones.

Conclusión:

La corrupción en Perú socava la confianza en las instituciones gubernamentales y el sistema judicial. Los sonados casos de Vladimiro Montesinos y Odebrecht lo ilustran claramente. La impunidad generalizada y la falta de rendición de cuentas han creado desilusión y desconfianza entre los ciudadanos.

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