Violencia antisindical
betmariegApuntes3 de Junio de 2023
4.425 Palabras (18 Páginas)58 Visitas
CONTENIDO
Pag.
- Descripción del problema 3
- Memoria histórica 5
- Formulación del problema 9
- Objetivos 9
- Objetivos generales 9
- Objetivos específicos 9
- Justificación 10
- Marco Referencial 11
TRABAJO DE INVESTIGACIÓN
“LA VIOLENCIA ANTISINDICAL EN EL DEPARTAMENTO DEL ATLÁNTICO”
BETTY MARÍA EGEA MALDONADO
MOISÉS DAVID ASÍS MERCADO
IV CICLO
DOCENTE
JAVIER MENDOZA DE LA ROSA
CORPORACIÓN UNIVERSITARIA AMERICANA
FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS SOCIALES
PROGRAMA SABATINO DE DERECHO
BARRANQUILLA
2014
TRABAJO DE INVESTIGACIÓN
- Descripción del problema.
Para dar inicio a este trabajo de investigación, es necesario mencionar aspectos legales que en el papel deberían haber dado solución a esta problemática, es decir, ajustados a las normas, la violencia antisindical en el Dpto. del Atlántico, no debería ser un problema mayor si los protagonistas de dicho conflicto cumplieran con sus deberes y ejercieran sus derechos. Podemos decir que la Constitución, el Código Sustantivo y los Convenios de la OIT, nos dan unas bases para construir protección para los trabajadores, pero, lo fáctico es muy diferente.
Según reza en nuestra carta magna en el ARTICULO 39. “Los trabajadores y empleadores tienen derecho a constituir sindicatos o asociaciones, sin intervención del Estado”; de igual manera, los trabajadores están amparados por los ARTÍCULOS 27, 28 Y 29 DEL Estatuto del Trabajo; también el Código Sustantivo del Trabajo, avala esta loable actividad, como también la OIT, a través del CONVENIO 87, relativo a la libertad sindical y a la protección del derecho de sindicalización. Todo este sustento legal nos hace pensar, en primera instancia, que la actividad sindical debe desarrollarse de manera libre, espontánea y sin ningún prejuicio ni perjuicio para quien se apropie de esta liberalidad.
En Barranquilla “Puerta de Oro de Colombia”, la principal ciudad de la costa atlántica, se esperaba que funcionara el puerto más importante del país, con alta generación de empleo y que se establecieran en su geografía, las mejores industrias; sin embargo, con el transcurrir del tiempo se dio a conocer una verdad tácita: el devenir político nunca marchó a la par de las expectativas creadas al pueblo. Obras magnas de municipios vecinos, como El muelle de Puerto Colombia, se ha caído a pedazos, ahogando la esperanza portuaria; así también las condiciones laborales de hombres y mujeres en Barranquilla y en municipios vecinos, en todo el departamento del Atlántico, son críticas, tanto así que muchos trabajadores y trabajadoras asalariados, han pagado con sus propias vidas la lucha por unas condiciones dignas de trabajo y una mejor vida para los suyos.
Cuando hablamos de condiciones dignas de trabajo, nos referimos a un trabajo con una jornada justa, que permita cumplir con la premisa de 8 horas de trabajo, 8 horas de descanso y 8 horas para estudio o recreación; un salario que permita subsanar satisfactoriamente las necesidades básicas, llámese, alimentación, transporte, salud, vestuario, educación de calidad; un trabajo que no nos mate, ni acabe con nuestro entorno, sino que nos haga personas con estilos de vida decentes.
Esto no es utópico, es posible en la medida que luchemos sin cesar por alcanzarlo. Es posible en la medida en que las autoridades desarticulen los grupos armados al servicio de la clase pudiente que guarda odio y rencor en contra de los trabajadores que con orgullo y diligencia defienden sus derechos.
No ha sido nada fácil, para los trabajadores y sus organizaciones sindicales, luchar y mantener la dignidad, en contra de los avatares de la tecnificación y las políticas neoliberales que día a día arremeten y de paso, contribuyen a la precarización de la mano de obra. Barranquilla y los municipios del departamento del Atlántico no han escapado a toda esta situación; de hecho muchas empresas, atendiendo a la competencia desigual que se vive en el país y en nuestro departamento, con ocasión de la llamada apertura económica y luego con la entrada en vigencia de diferentes TLC´s, han tenido que emigrar o fusionarse, para poder sobrevivir.
El sector comercial, de servicios e industrial del departamento del Atlántico, ha invertido grandes cifras en tecnología de punta, lo cual se ha convertido, como en la primera Revolución Industrial, en un enemigo gigantesco de la clase obrera, pues son muchos los puestos de trabajo que han sido desplazados por la tecnología, debido a la automatización de muchos procesos en los diferentes sectores económicos del departamento.
De igual forma y quizá con mayor impacto, la violencia ha arremetido contra la clase obrera, como ejemplo de ello tenemos muchos casos puntuales acaecidos a trabajadores del sector industrial, sector salud, sector educativo y un sector, que no por nombrarlo de último quiera decirse que sea menos importante, el sector agrícola.
Han sido muchos los educadores, los trabajadores de la salud, los trabajadores de la industria atlanticense y trabajadores del campo que han sido víctimas de la violencia, por la simple razón de conformar organizaciones sindicales y reclamar bajo la jurisdicción de la legalidad, sus derechos y los derechos de la clase obrera de nuestro departamento; paradójicamente, cada vez que estos trabajadores levantan su voz y reclaman lo que debería ser suyo, por ley, le sobrevienen manifestaciones de violencia, llámese: muerte, amenaza, desplazamiento, hostigamiento, despido, etc.
En muchos casos es casi que innegable los nexos entre los empresarios, las autoridades y los grupos que atentan contra la integridad física y moral de los trabajadores sindicalizados. En escenarios como las marchas del primero de mayo en la ciudad de Barranquilla, es muy común ver agentes, periodistas y ciudadanos infiltrados, que bregan por obtener memorias de los protagonistas de la marcha… ¿Cuál será la intención de grabar a los activistas de las marchas?... ¿Qué propósito tiene esto? Y… ¿Quién está detrás de todo esto? Estos interrogantes y muchos más hacen que la celebración del primero de mayo no sea tan concurrida como debiera, lo cual dice claramente que los trabajadores tienen miedo; miedo justificado al despido, a la marginación, miedo justificado al desplazamiento y por supuesto miedo a dejar de existir. Todos estos miedos han sido infundados por la represión y el accionar violento de quienes tienen interés en mantener la “esclavitud maquillada” de antaño.
La Constitución política de 1991, marcó el inicio de una nueva esperanza para los colombianos marginados, apartados y los grupos menos favorecidos, es decir, estamos hablando de una constitución que nos depararía un país más incluyente, más humano y menos injusto (por lo menos en el papel), pero, pasados veintitrés años ese futuro esperanzador que tuvo su nacimiento en 1991, no termina de madurar en el horizonte. Así lo vive la clase obrera colombiana; La actividad económica ha estado permeada por grupos al margen de la ley y nuestro departamento no ha sido la excepción, y han sido muchas las familias que han tenido que padecer en su interior la crueldad de la violencia antisindical, en cualquiera de sus manifestaciones. A pesar de que la Constitución, el Código Sustantivo del Trabajo y los acuerdos internacionales son en gran parte aliados de la conformación y el accionar de las organizaciones sindicales, como actores que defienden los derechos de la clase trabajadora, históricamente el panorama ha cambiado de forma, pero no de fondo, es decir, se sigue maltratando al trabajador y vulnerando sus derechos. Vemos como también, no solo un gran número de empresarios sino, el Estado mismo ha sido partícipe de este lamentable accionar en contra de los trabajadores y sus representantes.
...