EL RELOJ ESTÁ CORRIENDO

EL RELOJ ESTÁ CORRIENDO

La gente generalmente ve lo que busca, y escucha lo que escucha.

El año es 2030.

Desde París a Berlín, Europa Occidental es inusualmente cálida, sin que se vislumbre el fin de las temperaturas récord del verano, un hecho que la prensa internacional informa con creciente alarma. Rehema acaba de aterrizar en su Nairobi natal en un vuelo de regreso de Londres, donde pasó un par de semanas con algunos parientes lejanos. Se sintió decepcionada al ver que había menos tiendas abiertas que durante su viaje anterior, quizás porque mucha gente se había acostumbrado a comprar en línea durante la pandemia. Ver a Gran Bretaña a través de los ojos de los inmigrantes le permitió tener una gran visión de la diversidad del mundo que la rodeaba. Caminando por el aeropuerto de Nairobi, reflexiona sobre cómo su país natal difiere de Gran Bretaña, que encontró detrás de Kenya en áreas como la telemedicina y los pagos móviles. Más tarde, bromea con su primo en el viaje de regreso a casa sobre lo extraño que fue la reacción de los británicos cuando les dijo que había estado "asistiendo" a una escuela en línea desde que tenía seis años, junto con la mayoría de sus amigos del vecindario.

A miles de kilómetros de distancia, Angel está esperando para pasar la aduana en el aeropuerto JFK de Nueva York. En dos semanas, comenzará un programa de maestría en ciencias de dos años en la Universidad de Nueva York. Mientras espera, lee el New York Times del día, que comienza con un reportaje que dice que los Estados Unidos, por primera vez en su historia, tiene más abuelos que nietos, una realidad que contrasta con la situación en Filipinas. Resulta que decenas de miles de ancianos estadounidenses, bajo el cuidado de robots para sus necesidades básicas, están alquilando habitaciones de repuesto en sus casas para poder llegar a fin de mes, sobre todo porque sus pensiones ya no les proporcionan la red de seguridad financiera que alguna vez esperaron. Angel se dirige a un editorial bastante reaccionario que denuncia el hecho de que las mujeres estadounidenses superan ahora a los hombres en cuanto a su cuota de riqueza, una tendencia que el autor encuentra de alguna manera inquietante para el futuro de la economía de los Estados Unidos. Angel tiene tiempo para leer la mayor parte del periódico, ya que la fila para los extranjeros es larga y lenta. Mientras tanto, la fila para ciudadanos y residentes permanentes se mueve bastante rápido, y ella escucha una conversación detallando cómo los americanos pueden ahora pasar el control de pasaportes usando alguna elegante tecnología de cadena de bloques, lo cual es un gran avance con una amplia gama de beneficios: puede cobrar un impuesto sobre las ventas de bienes comprados en el extranjero y organizar la llegada de un vehículo de auto-conducción poco después de haber recuperado su equipaje.

2020: "China será el número uno en todo".

Esa es una frase que uno escucha frecuentemente hoy en día. Otra es que los Estados Unidos y China lucharán por la supremacía global en el futuro inmediato. Hay algo de verdad en estas declaraciones, pero apenas revelan el panorama completo. En 2014, la India sorprendió al mundo al colocar con éxito una sonda espacial en órbita alrededor de Marte, el primer país en lograr la hazaña en su primer intento. Desde el amanecer de la era espacial, menos de la mitad de las misiones lanzadas por los Estados Unidos, Rusia y Europa han tenido éxito, lo que hace que el logro de la India sea verdaderamente extraordinario.

Es más, la Organización de Investigación Espacial de la India hizo historia con el bajo presupuesto de la misión de 74 millones de dólares.

Ahora, ¿cuánto dinero exactamente se necesita para poner un satélite en órbita alrededor del planeta rojo? Bueno, una sola misión de un transbordador espacial podría quemar hasta 450 millones de dólares, y costó 165 millones de dólares producir la película Interstellar y 108 millones de dólares para llevar al marciano a un teatro cercano.

Los indios demostraron que ellos también tienen el "material adecuado", como dijo Tom Wolfe una vez. Demostraron que son una potencia tecnológica de clase mundial y que pueden hacer las cosas con eficiencia y a tiempo. La misión a Marte no fue una casualidad. De hecho, era la segunda vez que la India se adelantaba a las superpotencias establecidas del mundo. En 2009, su primera misión a la Luna produjo la primera evidencia de la existencia de agua, "aparentemente concentrada en los polos y posiblemente formada por el viento solar", como informó The Guardian. Le tomó a la NASA diez años confirmar independientemente el hallazgo de la India.

La mayoría de nosotros crecimos en un mundo en el que la exploración del cosmos era un esfuerzo costoso concebido por los científicos de cohetes, financiado por las superpotencias mundiales con vastos recursos, y llevado a cabo por heroicos astronautas y especialistas de misión capaces. La complejidad y el costo comparativo de las misiones espaciales (y qué países tenían la capacidad de llevarlas a cabo) se dieron por sentados. Pero esa realidad es ahora parte de la historia.

Érase una vez que no sólo el mundo estaba dividido claramente en economías prósperas y atrasadas, sino que también abundaban los bebés, los trabajadores superaban a los jubilados y la gente anhelaba tener casas y automóviles. Las empresas no necesitaban ver más allá de Europa y los Estados Unidos para hacerlo bien. El dinero impreso era la moneda de curso legal para todas las deudas, públicas y privadas. En la escuela nos decían cómo se suponía que debíamos "jugar el juego", y crecimos pensando que las reglas seguirían siendo las mismas ya que tomamos nuestro primer trabajo, formamos una familia, vimos a nuestros hijos salir de la casa y nos jubilamos.

Ese mundo familiar se está desvaneciendo rápidamente al encontrar una nueva realidad desconcertante impulsada por un nuevo conjunto de reglas. Antes de que nos demos cuenta habrá más abuelos que nietos en la mayoría de los países; colectivamente, los mercados de la clase media en Asia serán más grandes que los de los Estados Unidos y Europa juntos; las mujeres poseerán más riqueza que los hombres; y nos encontraremos en medio de más robots industriales que trabajadores de manufactura, más computadoras que cerebros humanos, más sensores que ojos humanos, y más monedas que países.

Ese será el mundo en 2030.

He investigado las perspectivas diez años más tarde en los últimos años. Como profesor de la Escuela Wharton, me preocupa no sólo el futuro estado de los negocios, sino también cómo los trabajadores y los consumidores podrían verse afectados por la avalancha de cambios que se avecina. He hecho innumerables presentaciones sobre el material contenido en de este libro a audiencias tan diversas como ejecutivos, políticos, gerentes de nivel medio y estudiantes universitarios y de secundaria. También he llegado a decenas de miles de personas a través de los medios sociales y cursos en línea. Invariablemente, mis audiencias reaccionan con una mezcla de perplejidad y aprehensión ante el futuro que les describo.

Este libro ofrece un mapa de ruta para navegar por la turbulencia que se avecina.

Nadie sabe con seguridad lo que el futuro traerá. Si lo sabe, por favor, hágamelo saber. Juntos podemos hacer camiones llenos de dinero. Pero aunque las predicciones nunca son del todo exactas, podemos hacer una serie de suposiciones relativamente seguras sobre lo que podría suceder en la década venidera. Por ejemplo, la mayoría de las personas afectadas por las predicciones de este libro ya han nacido. Tal vez podamos describir en términos generales lo que podemos esperar de ellos como consumidores, dado su probable nivel educativo o los patrones actuales de actividad en los medios sociales. También podemos calcular con razonable exactitud cuántas personas vivirán hasta los ochenta o noventa años.

Y puede que incluso estemos en posición de predecir con un grado aceptable de confianza que un cierto porcentaje de ancianos necesitarán un proveedor de cuidados, ya sea otro humano o un robot. En cuanto a esto último, imagina que estos robots hablan diferentes idiomas con una variedad de acentos, no tienen opiniones, no se toman días libres y no abusan de sus pacientes financieramente o de otra manera.

El reloj está corriendo. El año 2030 no es un punto remoto en el futuro imprevisible. Está a la vuelta de la esquina, y tenemos que prepararnos tanto para las oportunidades como para los desafíos. En pocas palabras, el mundo tal y como lo conocemos hoy se habrá ido para el 2030.

Para muchos de nosotros estas tendencias no sólo son confusas sino profundamente inquietantes. ¿Suponen nuestra caída? ¿O podrían representar más auge que perdición? Este libro proporciona una guía para ayudar a los lectores a comprender las implicaciones de tantas partes móviles, y ofrece un mensaje de optimismo sobre el futuro mientras manejamos las ansiedades del presente. Presenta una herramienta para ayudar a navegar las transformaciones de época que se avecinan, sugiriendo qué hacer y qué no hacer bajo estas nuevas y desconocidas circunstancias.

El punto básico es el siguiente: cada final significa el amanecer de una nueva realidad repleta de oportunidades, si te atreves a cavar bajo la superficie, a anticipar las tendencias, a comprometerte en lugar de desconectarte, y a aprender a tomar decisiones efectivas para ti mismo, tus hijos, tu pareja o cónyuge, tu futura familia, tu compañía, etc. Todo el mundo se verá impactado.

Es útil pensar en las transformaciones de época como un proceso lento, con cada pequeño cambio acercándonos a un cambio de paradigma cuando, de repente, todo es diferente. Tendemos a olvidar que estos pequeños cambios son acumulativos. Piensa en ello como un lento goteo que llena un contenedor, donde el goteo-goteo-goteo transmite una sensación de que el tiempo pasa. Cuando el agua se desborda de repente, nos coge por sorpresa.

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