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Antologias. La Pulsera


Enviado por   •  3 de Abril de 2018  •  Ensayos  •  9.278 Palabras (38 Páginas)  •  113 Visitas

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La Pulsera

La bella pulsera con que adornan su brazo las mujeres, no siempre ha sido, como ahora, una graciosa joya.

Hace mucho tiempo, en la época de los romanos, era señal de servidumbre de los esclavos, pues en una pulsera de hierro se fijaban las cadenas de los desgraciados cautivos que según el carro del general vencedor. Al termino del viaje, las cadenas eran retiradas, pero la pulsera permanecía en el brazo de los desgraciados esclavos, como símbolo de servidumbre, y solamente el día de su liberación les era permitido retirar el odioso circula de hierro.

En la edad media, los caballeros que partían las cruzadas, recordando la pulsera de los esclavos, se hicieron remachar en el brazo una pulsera de hierro o de metal, que juraban que juraban lleva durante todo el tiempo de su ausencia en señal de esclavitud al drama de sus pensamientos, esposa o novia.

Con todo lo anterior, que un joven y apuesto caballero, el señor Gil de Rosinvinen, cuando llego el momento de partir a la tierra santa, hizo una última visita a su novia, la encantadora Alix, quien llorando de decía ¿lo volvería a ver? ¿regresara? ¿me será fiel

El corazón de la pobre Alix estaba por completa trastornado, pero Gil, para probarle su amor, hizo llamar a su armero; dos servidores llevaron un pequeño yunque y lo colocaron entre Gil y Alix. El armero cogió una lagrima de acero recién forjada y templada y rodeo el brazo del caballero.

-Alix-dijo el joven-, esta es señal de mi fidelidad; mientras esta pulsera rodee mi brazo, tus pensamientos nunca me abandonaran. Cuando seamos vencedores regresare y depositare esta pulsera en tus pies.

El joven cruzado partió llevando remachado en su brazo la garantía de su amor.

Y los años pasaron lentamente y Gil no regresaba de tierra santa. Alix había derramado muchas lágrimas cuando, un día, u7n escudero se presentó ante ella; era Gauthier, el fiel escudero del amo, herido en el sitio de Jerusalén, había muerto murmurando su nombre.

Gil, antes de morir, le había dado la orden a Gauthier de arrancarle la pulsera de hierro y entregarla a alix, junto con su perdón y escudo de armas.

A partir de ese día, ya no se vio a Alix en ninguna recepción y fiesta; también huía de sus mejores amigas. Se encerraba largas horas en su oratorio donde se hundía en largos ensueños, mirando sus preciosas reliquias. Bordo a mano, con hilo de oro y plata, en el perdón de su novio, estas palabras: “fue siempre fiel”.

A la larga, sus padres se inquietaron que nada la podía distraer; pero insistieron tanto que, por fin, acepto reaparecer en las justas y los torneos, que eran las fiestas de la época.

Pero Alix no quiso alegrar sus vestidos con ninguna joya, llevando solamente en el raso la pulsera de hierro que, a su vez, se había prometido llevar fiel mente hasta la muerte. Todas las bellas castellanas admiraron tanto la fidelidad de Alix como el extraño adorno que, tenía algo marcial, de orgulloso, y muy apropiado para esa época de la caballería. Ellas encontraron que, en contraste, la mano parecía más blanca, más fina y, además, ese hierro, símbolo de amor y fidelidad, les gustaba mucho.

 No fue necesario más para que la pulsera se hicieras popular. Para volverla más atrayente, el modesto circulo de acero fue trabajado, martillado, grabado, cincelado; pronto se enriqueció con piedras preciosas y perlas. Después se hicieron pulseras de plata y de oro, y las mujeres ya no dejaron [pic 1]


La luna

La luna fue una vez un hombre, un hombre gordo cuya debilidad eran las mujeres; pero a causa de su gordura tenía poca suerte con ellas.

Todas las noches deambulaba buscando compañía, pero era tan gordo que las muchachas podían oír sus pasos y ver en la distancia su gran barriga pálida brillando en la obscuridad.

Así, antes que él pudiera acercarse, ellas corrían, para gran desesperación de este.

Muchas veces, el hombre gordo caminaba tambaleándose por la orilla del rio, mirando a la joven que gustaban de bañarse en la corriente fría cuando las noches eran cálidas. Su voz era alta y bastante dulce y les cantaba desde los arbustos, rogando que lo llevaran a dar un paseo en una de sus canoas.

Solo por divertirse, una media noche un par de doncellas aceptaron llevar al hombre y lo dejaron sentarse en medio de su canoa. Asidas a los costados de la canoa, las 2 jóvenes nadaron empujándolo al centro de la corriente. Eran encantadoras nadando. El hombre se inclinaba primero a un lado, y luego, al otro, pues con sus manos regordetas las acariciaba y les hacia cosquillas en los sobacos. Se rieron ellas, al principio con risas sofocadas y, final mente, a carcajadas, hasta que volcaron la canoa. El hombre se hundió en la corriente y no se quejó cuando poco a poco fue cubierto con el agua. Su barriga se empequeñecía cada vez más; ahora tenía la forma de una media luna.

Subió de nuevo, por otro rio, al cielo de la noche. Desde ahí brillaba melancólico sobre las mujeres de este mundo, y también se anega y desaparece en las aguas oscuras de los cielos.

[pic 2]

La decisión

Esta tarde será. Ha jugado con la idea desde hace días y sabe que hoy lo hará.

Baja a la cochera y le da una mirada al coche.

Busca en la cajuela y ahí en el fondo la encuentra. Envuelta en papel periódico esta la pistola, la toma con cuidado y con un poco de aceite procede a limpiarla; todavía la observa un rato antes de decidirse a cargarla. Se da ánimo para proseguir, la carga, levanta el arma y… dispara.

Una nube de color rojo brota del cañón y el automóvil recibe el baño de pintura que tanto necesita.[pic 3]


El sol y la luna

El sol y la luna son un hombre y una mujer, Y una vez vivieron en la tierra.

Y sucedía que, cuando estaban aquí, visitaban mucho a La Inundación, que era su mejor amiga.

Como correspondencia, siempre la invitaban a que los visitase, por largo tiempo se negó, explicándoles, con pesar, que no se sentiría cómoda entre las paredes de su vivienda. Por él, Sol y Luna, que eran los nombres de los esposos construyeron una casa muy grande

Con la nueva casa echa expresamente para que La Inundación los visitase, esta no pudo seguir negándose y un día llego hasta la puerta y llamo: “¿pudo entrar?”

El Sol le respondió: “Por favor, pasa, querida amiga.”

Cuando la invitada llegaba hasta las rodillas pregunto: “¿Puedo seguir? “y otra vez el sol le respondió. “por favor, hazlo.”

La inundación traía muchos amigos entre los que había peces, reptiles y bestias marinas. Al cabo de poco tiempo, llego hasta el techo de la casa.

Fue entonces que Sol y Luna tuvieron que sentarse sobre el techo y ya no tan satisfechos de la visita de su amiga que seguía subiendo más y más y más…

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