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Capitulo 3 Geografía y paisaje


Enviado por   •  24 de Agosto de 2017  •  Apuntes  •  2.806 Palabras (12 Páginas)  •  188 Visitas

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Capitulo 3 Geografía y paisaje

La Isla es una franja que corre al rededor de un rio, que forma parte de su lecho más amplio, el que define en invierno, sobre todo cuando un temporal intenso aumenta su caudal y se desmadra. Nuestra “Isla” cubre unas cien hectáreas de un terreno de muy difícil y precario cultivo, por la amenaza de la avenida destructora y por la carencia de suelos aptos, muy pedregosos, arenosos, disparejos.

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A veces pienso que el tema de este libro, si es que tiene alguno, es la belleza, porque mi propósito sería que el lector se interesara por la existencia de este lugar y para ello mi unica argumentación posible es que de algún modo lo considero bello. Nada más puedo añadir. La belleza es una cualidad, convengamoslo, escurridiza de abordar. Como lo que estoy mirando, sentado bajo un níspero, es un conjunto de edificaciones en adobe dañadas a consecuencia del terremoto del 2010 y que luego, por efecto del clima y el abandono, llegaron a un estado ruinoso, se me viene a la cabeza la definición de Proust de que la belleza es gran medida la parte que el deseo añade a un ente imcompleto, pasajero, dudoso El ejemplo que daba Proust es el fragmento de un torso de mármol griego, le viene en buena medida por qué estimula a la imaginación a que a partir de ese muñón elaboremos una imagen mental del torso completo y, por consiguiente, la belleza supone que la cosa sea capaz de generar en mi mente esa actividad compositiva de llenar lo vacío y dibujar el todo según mis intereses y gustos. La belleza irradiada obedece, entonces, a los intereses, presupuesto y vínculos anteriores mantenidos entre quien contempla y el objeto contemplado. La definición la trae a cuento el autor francés cuando de camino a la fiesta en el Palacio del Príncipe de Guermantes divisa desde el carruaje en marcha la sombra fugitiva de una bella mujer. El narrador, conmovido e inoculado de deseo por la visión femenina, abandona el coche e inicia su persecución a pie por las calles de un Paris antiguo. Cuando cree haberla perdido, al doblar una esquina, la vuelve entrever -una silueta ágil y encantadora que va siendo tragada por la noche- y apura el paso, corre ridiculamemte detrás del fantasma, las calles yacen desiertas, no suena pasó alguno, la soledad lo entristece, pero de pronto, cuando ya había renunciado a la búsqueda, se tropieza a boca de jarro como m........

historia. Mándame Verdurin. Es una broma, una anécdota de una comicidad brutal, porque la persona que persigue por las calles no es la bella y deseable joven que sus anhelos tejen sobre la imagen pasajera, fragmemtaria, entrevista y confusa en las calles oscuras, sino la vulgar madame verdurin. La belleza es el lleno, lo entero, la totalidad pero que solo existe en la cosa como un prestigio que fecunda la mente del espectador. Proust favorece, así, una estética de lo no acabado, de lo fugaz, de lo entrevisto, porque a partir de ese esbozo comparece la forma moldeada por un arquetipo personal previo. Cuando digo bello, para Proust ese enunciado contiene una autoarfimacion: es bello aquello a cuya irradiación fugitiva puedo dar una forma acorde con la sutil vestidura que mi imaginación, conocimientos y prejuicios ya habían construido. Esa imagen ficticia, literaria y cristalizada por mí mismo se desvanece cuando me aproximo demasiado a la cosa y, por lo mismo, el viaje de la lejanía a la cercanía es indispensable solo para el aprendizaje de la única verdad que no falla: toda belleza es el ilusorio artilugio .

La ruina en Colin, que abundan, movimiento y la fase de la decadencia marcan la vida de Colin, fundación augep, decadencia auge (auge. Colin tiene dos auges y dos decadencias. No son dos fases que se suceden, la decadencia se superpone al auge y coexiste con el, así como en medio de la decadencia más completa acaso sería posible para un ojo que ame los destalles y crea que el devenir es una sucesión de curso y recursos. Creo en la superioridad que le concedo a cierto tipo de belleza cuyo rasgo principal es la decadencia. No es un valor en boga, es, frente al exitismo juvenil que predomina, el decaer, el venir a menos, el derrumbarse, un antivalor. Así, seguro que para un hombre o mujer de este siglo es impensable que un grupo de escritores y pintores y distintos artistas, a fines del movimiento romántico, vieron en el decaer un momento que, estilizado, puede dar lugar a bellezas más poderosas que las que surgen de la exaltación de la juventud o madurez, porque se hallan marcadas por la muerte.

El decadentismo en Couve. La quinta se los madrazos.

El paisaje es siempre una construcción cultural de narradores, viajeros, pintores y fotógrafos que educan la mirada de modo de convocar los elementos materiales y geográficos según una jerarquía y una composición. El substrato natural de esa interpretación – interpretación que se replica, a veces distorsionada o simplificada, en la televisión, el cine o la publicidad- se convierte en prisma del mirar cotidiano sobre el entorno natural, el cual suele estar sujeto a cambios más lentos que otros componentes de la cultura tales como el idioma, el vestuario, la habitación, las costumbres o las sensibilidades. ¿Es posible pensar que la geografía actual de Colin y su entorno son sustancialmente los mismos que hace 500 o mil años? ¿Como podría compararlos? Uno de los pocos indicios fiables es la toponimia. Si bien de los antiguos promaucaes se perdió rápidamente el rastro, sin embargo, la toponimia de la region está marcada por su lengua, perpetuada en los mapas y en el habla de los habitantes actuales del valle. Esta resistencia de lo más originario a una acción colonizadora tan eficaz en otros ámbitos de la cultura es paradójica ya que fue, en general, incapaz de superponer su idioma sobre el paisaje como si ese lazo entre palabra y lugar anudado por este pueblo fantasmagórico aludiera a un estado indeleble y esencial, así, toda la geografía vocea su presencia invisible: Maule, “rio lluvioso”, Talca, “Trueno”, Colin, “aguas blancas”, para mencionar sólo algunos, pero a los que habría que añadir aquí en la vecindad, Ducaman, Numpay, Unihue, Pencahue, Querquel, Huinganes, Duao, Culenar, Pichaman, Huilquilemu, Maquehua, Nirivilo, Colbun. La toponimia no sólo es una señal que indica las características o rasgos empíricos de un lugar, sino que, además, revela la visión del mundo que compartían aquellos que le dieron ese nombre a ese lugar. ¿Atinaron en llamar a este valle “aguas blancas”?

Colin posee el diseño de un anfiteatro natural cuya escena, el valle, se encuentra, en efecto, surcada por numerosos canales de regadíos, derrames naturales que surgen

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