Ciudad Y Literatura

Ciudad

“La ciudad puede ser perfectamente un tema literario, escogido por el interés o la necesidad de un autor determinado” una narración puede ubicarse legítimamente en la ciudad, pero esta se refiere en las formas de actuar, pensar y expresarse de las personas que la habitan, su ideología sus lugares más concurridos, se podría decir que estos son los más queridos o interesantes o quizás preferidos del autor citadino.

Puesto que y para que esto suceda tienen que ser lugares que les traigan recuerdos y quizás los momentos más felices de sus vidas, sus más grandes historias de amor, acción, ficción, imaginación, tristezas, desilusiones o quizás en el mejor de los casos sus mayores triunfos. Por otra parte están sus más grandes tristezas como lo podrían ser sus desastres naturales, guerras por saber quién tiene la razón.

Son los inocentes los que más sufren puesto que en la ciudad la frase “Quien empieza mal termina mal” en muchos casos no se cumplen, pues las personas que menos tiene que ver salen perjudicadas, Tristemente es la realidad de sus habitantes.

La ciudad constituye un punto de referencia del proceso modernizador de su país. Tanto que desde la literatura misma se ha producido diferentes representaciones simbólicas y discursivas. Unas que la consideran sinónimo de progreso y otras fuentes de destrucción. “Nadie duda de que en el continente no se produjo una sino varias modernidades.

De esta tensión entre la tradición y lo moderno, lo rural y lo urbano, el pasado y el futuro, la clase media socialmente emergente, se empezaran a constituir un conjunto de símbolos culturales con los cuales los “nuevos ciudadanos” se reconocerán tal como una episteme. Su crecimiento desmedido es tanto poblacional como urbanístico dando origen al nacimiento de la clase media, de la burocracia, pero también el amor por lo nocturno, el bolero y el tango o la ranchera, el anonimato del individuo en la muchedumbre urbana. La enajenación misma de lo moderno, el automóvil y el cine, la novedad y la moda, el culto por lo occidental y la cultura el ascenso social, marcara definitivamente los rasgos distintivos de las ciudades.

Un problema para la literatura sería la nocturnidad urbana, ciertos cambios económicos y políticos de algunos países, generaron una particular aproximación inconsciente al ambiente nocturno de las ciudades. El tránsito de naciones psicológicas y colectivas hasta el momento relegadas a la vieja tranquilidad de un clima desconocido.

La ciudad es síntoma de un proceso aniquilador y destructor del ser latinoamericano. Si a eso sumamos la escritura que hay sobre la ciudad, como sinónimo de lo urbano, se consolida en el continente entre los años sesenta y setenta, encontraremos una revisión del espacio citadino desde el cual los narradores cuestionarán a la sociedad, al hombre y a su entorno urbano. Será el inicio de una narrativa de la violencia, demoledora de la idea misma de progreso, señalando el proceso destructivo y marginalizado de estas sociedades con amplias desigualdades

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