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Como Hacer Una Tesis

RIVECK24 de Octubre de 2013

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INTRODUCCIÓN

1. Hubo un tiempo en que la universidad era una universidad de élite. Sólo iban a ella los hijos de los titulados. Salvo raras excepciones, los que estudiaban disponían de todo el tiempo que necesitaran. La universidad estaba concebida para dedicarse a ella con calma: cierto tiempo para el estudio y cierto tiempo para las «sanas» diversiones goliárdicas o para las actividades en los organismos representativos. Las clases eran conferencias prestigiosas, y a continuación los estudiantes más interesados se apartaban con los profesores y los ayudantes en seminarios separados de diez o quince personas como máximo. Aun hoy en muchas universidades norteamericanas un curso jamás tiene más de diez o veinte estudiantes (que pagan muy caro y tienen derecho a «usar» al enseñante todo lo que quieran para discutir con él).

En universidades como Oxford hay un profesor, llamado tutor, que se ocupa de las tesis de investigación de un grupo reducidísimo de estudiantes (puede suceder que se cuide de uno o dos al año) y sigue día a día su trabajo. Si tal fuese la situación italiana, no habría necesidad de escribir este libro; si bien algunos de los consejos que da podrían convenir también al estudiante «ideal» antes esbozado.

Pero la universidad italiana es hoy día una universidad de masas. Llegan a ella estudiantes de todas clases, provenientes de todos los tipos de enseñanza media y que incluso se matriculan en filosofía o en filología clásica proviniendo de un instituto técnico en que jamás han cursado griego, e incluso ni siquiera latín. Y si bien es cierto que de poco sirve el latín para muchos tipos de actividad, sirve de mucho a quienes estudian filosofía y letras. Hay cursos en que están matriculadas millares de personas. El profesor conoce más o menos a una treintena que asisten con más frecuencia, y con ayuda de sus colaboradores (becarios, adjuntos, auxiliares) consigue hacer trabajar con cierta asiduidad a un centenar. Muchos de ellos son pudientes, criados en una familia culta y en contacto con un ambiente cultural vivaz, que pueden permitirse viajes instructivos, asisten a los festivales artísticos y teatrales y visitan países extranjeros. Luego vienen los otros. Estudiantes que a lo mejor trabajan y se pasan el día en la oficina de censo de una población de diez mil habitantes donde sólo hay papelerías. Estudiantes que, desilusionados de la universidad, han elegido la actividad política y persiguen otro tipo de formación, pero que antes o después tendrán que cumplir el compromiso de la tesis. Estudiantes muy pobres que, teniendo que escoger un examen, calculan el precio de los diversos textos prescritos y se dicen: «este examen es de tantas pesetas», y de dos complementarios eligen el que cuesta menos. Estudiantes que en ocasiones acuden a clase y luchan por encontrar un sitio en el aula atiborrada; y al final les gustaría hablar con el docente, pero hay una cola de treinta personas y han de tomar el tren porque no pueden quedarse en un hotel. Estudiantes a quienes nadie ha explicado jamás cómo se busca un libro en una biblioteca y en qué biblioteca: frecuentemente no saben que podrían encontrar libros en la biblioteca de su ciudad o ignoran cómo se saca una tarjeta de préstamo.

Los consejos de este libro están especialmente destinados a ellos. También valen para el estudiante de enseñanza superior que va a ir a la universidad y quisiera saber cómo funciona la alquimia de la tesis.

A todos estos quisiera sugerir este libro por lo menos dos cosas:

— Se puede hacer una tesis digna aun hallándose en una situación difícil, causada por discriminaciones recientes o remotas;

— Se puede aprovechar la ocasión de la tesis (aunque el resto del período universitario haya sido desilusionante o frustrante) para recuperar el sentido positivo y progresivo del estudio no entendido como una cosecha de nociones, sino como elaboración crítica de una experiencia, como adquisición de una capacidad (buena para la vida futura) para localizar los problemas, para afrontarlos con método, para exponerlos siguiendo ciertas técnicas de comunicación.

2. Dicho esto, ha de quedar claro que el presente libro no quiere explicar «cómo se hace la investigación científica» ni constituye una discusión teórico-crítica sobre el valor del estudio. Se trata solamente de una serie de consideraciones sobre cómo se llega a poner ante un tribunal de doctorado un objeto físico prescrito por la ley y formado por cierta cantidad de páginas mecanografiadas, que se supone guardará alguna relación con la disciplina en que se doctora y que no sumirá al ponente en un estado de dolorosa estupefacción. Quede claro que el libro no puede decir qué poner en la tesis. Eso es asunto vuestro. El libro os dirá: (1) qué se entiende por tesis de doctorado; (2) cómo se escoge el tema y se disponen los tiempos de trabajo; (3) cómo llevar a cabo una búsqueda bibliográfica; (4) cómo organizar el material encontrado; (5) cómo disponer materialmente el trabajo elaborado. Y, fatalmente, es precisamente esta última la parte más prolija, aunque pueda parecer la menos importante: porque es la única para la cual existen reglas bastante exactas.

3. El tipo de tesis a que se hace referencia en este libro corresponde a las que se elaboran en las facultades de humanidades. Dado que mi experiencia está asociada a las facultades de filosofía y letras, es natural que la mayor parte de los ejemplos se refieran a temas que se estudian en dichas facultades. Pero, dentro de los límites que este libro se propone, los criterios que aconsejo también convienen a las tesis normales de ciencias políticas, magisterio y jurisprudencia. Si se trata de tesis históricas o de teoría general y no experimentales y prácticas, el modelo presentado también funcionaría en arquitectura, economía y comercio y algunas facultades científicas. Pero no os fiéis demasiado.

4. Mientras este libro está en prensa, se discute en Italia la reforma universitaria. Y se habla de dos o tres niveles de graduación. Cabe preguntarse si esta reforma cambiará radicalmente el concepto mismo de tesis. Ahora bien, si llega a haber más niveles de graduación siguiendo el modelo en uso en la mayoría de los países extranjeros, se verificará una situación no diferente de la que describimos en el primer capítulo (II). Esto es, tendremos tesis de licenciatura (o de primer nivel) y tesis de doctorado (o de segundo nivel). Los consejos que damos en este libro convienen a ambas,y cuando haya diferencias entre uno y otro tipos de tesis, serán explícitamente aclaradas.

Creemos, pues, que lo que se dice en las páginas siguientes también es adecuado desde la perspectiva de la reforma, y especialmente desde la perspectiva de una prolongada transición hacia la vigencia de una eventual reforma.

5. Cesare Segre ha leído el libro mecanografiado y me ha dado sus consejos. Puesto que he hecho caso de muchos y en otras ocasiones me he obstinado en mi postura, él no es responsable del producto final. Naturalmente, le estoy agradecido de todo corazón.

6. Una última advertencia. El discurso que sigue a estas palabras se refiere obviamente a estudiantes y estudiantas, así como a profesores y profesoras. De todos modos, puesto que la lengua italiana no proporciona expresiones neutras que sirvan para indicar a ambos sexos (los americanos introducen gradualmente person, pero sería ridículo decir «la persona estudiante» o «la persona doctorando »), me limito a hablar siempre de estudiante, doctorando, profesor y ponente. Sin que este uso gramatical esconda una discriminación sexista.1

1. Pero entonces se me preguntará por qué no he utilizado siempre estudianta, profesora, etc. Porque trabajaba a base de recuerdos y experiencias personales y así me identificaba mejor.

I. QUE ES UNA TESIS DOCTORAL Y PARA QUE SIRVE

I.1. Por qué hay que hacer una tesis y en qué consiste.

Una tesis de doctorado es un trabajo mecanografiado de una extensión media que varía entre las cien y las cuatrocientas páginas, en el cual el estudiante trata un problema referente a los estudios en que quiere doctorarse. Según la legislación italiana, la tesis es indispensable para doctorarse. El estudiante, cuando ha rendido todos los exámenes prescritos, presenta la tesis a un tribunal de doctorado que escucha la exposición del ponente (el profesor con quien «se hace» la tesis) y los comentarios de los demás miembros, que ponen objeciones al doctorando; surge de ello una discusión en la que todos toman parte. De las palabras de los dos ponentes, que garantizan la calidad ( o los defectos) del trabajo escrito, así como de la capacidad de que da prueba el aspirante para sostener las opiniones expresadas por escrito, nace el juicio del tribunal. Por otra parte, calculando la media del total de las notas obtenidas en los exámenes, el tribunal asigna una nota a la tesis, que puede ir desde el mínimo de sesenta y seis a un máximo de ciento diez, cum laude y privilegio de impresión. Por lo menos esta es la regla seguida en casi todas las facultades italianas de humanidades. Una vez descritas las características «externas» del trabajo y el ritual en que se inscribe, todavía no hemos dicho mucho sobre la naturaleza de la tesis. Sobre todo, ¿por qué la universidad italiana exige, como condición para el doctorado, una tesis? Piénsese que tal criterio no es seguido por la mayoría de las universidades no italianas. En algunas hay varios niveles de graduación que pueden ser alcanzados sin tesis; en otras hay un primer nivel, que más o menos corresponde a nuestra laurea, que no da derecho al título de «doctor» y que puede ser alcanzado sencillamente con la serie de exámenes o con un trabajo

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