Competencias

LAS COMPETENCIAS

El contexto actual de la sociedad requiere y exige mayores niveles de preparación para los niños y niñas del presente y futuro. Bajo esta perspectiva es importante preguntarnos ¿cómo enseñar a las nuevas y actuales generaciones? ¿Qué implica la enseñanza por competencias? ¿Cómo se debe asumir y atender este enfoque por competencias? Es en este sentido donde la multiplicidad de respuestas surgen y se expresan las diferentes vías de acción empleados por los maestros que trabajan enfrentando el aula y que son los que dan afirmaciones a la realidad del salón de clases. Al igual que los niños, los maestros y maestras somos diferentes y cada uno sigue una estrategia propia para guiar sus clases, algunos nos fundamentamos por nuestra intuición, la preparación, la investigación, etc. Pero siempre buscando lograr el objetivo educativo.

Cambiar la educación es un proceso difícil, si bien algo que caracteriza nuestra sociedad es que parece que todo lo concentramos en el presente, el pasado es letra muerta, lo ideal es pensar en todo aquello que es nuevo. El nuevo enfoque nos exige trabajar para una educación basada en competencias, las cuales movilizan y dirigen todos los componentes –conocimientos, habilidades, actitudes y valores–hacia la consecución de objetivos concretos; son más que el saber, el saber hacer o el saber ser, porque se manifiestan en la acción de manera integrada. Poseer sólo conocimientos o habilidades no significa ser competente, porque se pueden conocer las reglas gramaticales, pero ser incapaz de redactar algún texto; es posible recitar las tablas de multiplicar y, sin embargo, inhábil de resolver un problema matemático de la vida diaria. En otras palabras, la manifestación de una competencia revela la puesta en juego de conocimientos, habilidades, actitudes y valores para el logro de propósitos en contextos y situaciones diversas, por esta razón se utiliza el concepto “movilizar conocimientos o saberes.” Que se manifiestan tanto en situaciones comunes como complejas de la vida diaria y ayuda a visualizar un problema, poner en práctica los conocimientos pertinentes para resolverlo, reestructurarlos en función de la situación, así como extrapolar o prever lo que hace falta.

La función del maestro nunca ha sido fácil y con la reforma actual el compromiso de guiar el proceso de enseñanza/aprendizaje implica una verdadera y mayor responsabilidad al trabajar las competencias en la escuela, su alcance, su contexto, las diferencias en los alumnos, el uso de recursos, el establecer estrategias didácticas adecuadas, la recuperación de experiencias docentes, la actualización, la evaluación, la planeación, etc. Lo cierto es que los maestros de educación básica empezamos a hablar de competencias: unos con gran confusión, otros con mayor dominio y otros más con un buen discurso pero sin saber qué hacer con ellas en el aula. En este contexto considero que la mejor opción para superar esta oposición estandarizada e institucionalizada es el educar con el ejemplo y para ello los docentes debemos empezamos por buscar nuestras propias competencias para dar respuestas a lo que nos demanda una sociedad y un sistema que puede avanzar con nosotros, sin nosotros o incluso contra nosotros, esto implica que debemos prepararnos en el enseñar para la vida. Mi teoría considera que lo primero que debemos realizar es comenzar por actualizar la manera de percibir y analizar la educación, para posteriormente modernizar la imagen y la labor del alumno y del maestro en el proceso, la manera de planear, de actuar, de evaluar y finalmente las trayectorias y acciones de formación para el aprendizaje de nuestros alumnos, que les permita construir aprendizajes para enfrentar el mundo cambiante que les ha tocado vivir.

Bajo estas condiciones considero que la escuela tiene una tarea titánica, por ello, hay que tener muy claro que no todos los conocimientos, habilidades, actitudes y valores que se desarrollen en la escuela tienen un impacto fuera de ella, no dejan de ser aprendizajes cotidianos. Esto nos lleva a considerar la construcción de un currículo donde no todo tiene que aprenderse en la escuela. La escuela es corresponsable de la formación de niños y niñas, pero no la única responsable. No se puede pensar que lo que no se aprende en la escuela, no se aprende en ninguna parte, las demandas actuales nos permiten enriquecer el proceso educativo con recursos que se emplean comúnmente en la sociedad donde se logre un aprendizaje para la vida que trascienda más allá del tiempo y de las cuatro paredes del salón de clases y logre adaptarse e integrarse a los modos sociales.

Debo y necesito manifestar que este enfoque es muy agradable para la imagen futura de la educación y también enriquece la imagen de nuestras autoridades educativas quienes recrean y transcriben estas actualizaciones pedagógicas ya existentes, actualmente la responsabilidad educativa recae en manos de toda la sociedad y el sistema, pero es difícil lograr competencias sin herramientas y recursos palpables para trabajar en ello. Por ejemplo si soy maestro de un grupo multigrado y mis alumnos necesitan y deben obtener las competencias según su propio nivel, edad y característica, es claro que como responsable de dicho grupo requiero de una mayor preparación y actualización para poder lograr que mis alumnos avancen a la par de los demás educandos.

De igual forma necesitare de recursos didácticos, una mejor infraestructura, mayor atención y supervisión para lograr las exigencias establecidas, pero es claro que los autores de estas actualizaciones educativas solo transcriben, modifican, prueban y publican enfoques nuevos sin considerar la realidad educativa de todos los rincones del país, porque en pleno siglo XXI los libros no son otorgados a tiempo, existen escuelas en pésimas condiciones físicas, sin recursos didácticos y mobiliarios, maestros con preparación deficiente, comunidades sin los servicios necesarios, niños explotados, discriminados y segregados, pero lo peor es que estas condiciones e individuos no son atendidos y continuaran así porque han tenido la desgracia de formar parte del circuito rural, y marginado y no estar en el grupo de la elite con poder económico, social y político. Con esta visión personal expreso que se necesita de maestros consientes, ambiciosos y críticos, que por moral personal manifieste su verdadera responsabilidad, preparación e iniciativa en beneficio de sus alumnos.

Finalmente para hablar de ser competentes se necesita ampliar nuestra red conceptual de saberes tanto pedagógicos, como de contexto y de organización de nuestros centros de trabajos. Dejemos el pensamiento y las acciones que producen niños y jóvenes como nosotros fuimos, hay que asumir que es otra época

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