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Compilación De Leyendas Del Mundo


Enviado por   •  4 de Febrero de 2015  •  6.049 Palabras (25 Páginas)  •  399 Visitas

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La emperatriz de china

Leyenda China

Una antigua leyenda china cuenta la historia de un príncipe de la región norte que esperaba a ser coronado emperador. Sin embargo, para que esto fuera posible, primero tenía que casarse. Eso mandaba la ley y él era un príncipe obediente.

Al príncipe se le ocurrió entonces celebrar una competencia entre las muchachas de la corte para encontrar a su compañera. De esta manera, podría conocerlas mejor y ver quien era la más digna para acompañarlo en el trono. Así fue que el joven monarca reunió a todas sus pretendientas y les planteo resolver un curioso desafío.

Mientras tanto, los comentarios sobre los preparativos de la competencia llagaron a los oídos de una anciana que servía al palacio desde hace muchos años. Al conocer la noticia, la pobre mujer sintió una gran tristeza, pues pensó en su hija, quien amaba al príncipe en secreto.

Grande fue la sorpresa de la anciana cuando, al contarle todo a la joven, esta respondió que pensaba ir a la celebración.- ¿Hija mía, que vas a hacer allá?-pregunto.- ¿No te has dado cuenta de que allí estarán las muchachas más lindas y ricas de la corte?- Ya lo sé- dijo la joven-, pero pienso ir de todos modos.- ¡Quítate esa idea insensata de la cabeza!- exclamo la anciana-.

Sé que debes estar sufriendo, pero lo que piensas hacer es una locura.-No es una locura- replico la hija-. Yo sé que jamás seré la elegida, pero esta fiesta es la única oportunidad que tendré para estar cerca del príncipe, y eso me hará feliz.

Esa misma noche, la joven acudió al palacio, donde las más hermosas muchachas aguardaban ansiosas los anuncios del futuro emperador. Finalmente, el príncipe comunico el desafío.- A cada una de ustedes le daré una semilla y al cabo de seis meses, aquella que me traiga la flor más bella se casara conmigo y será la futura emperatriz de china

Dicho esto, el príncipe repartió las semillas y las pretendientas partieron para cumplir el pedido. La hija de la anciana también recibió una semilla pero, como no era muy hábil en las artes de la jardinería, dependería exclusivamente de su ternura y su amor para hacer crecer la flor.

Fue pasando el tiempo y, a pesar de su dedicación, la semilla que planto la joven ni siquiera broto. De todos modos, le dijo a su madre que asistiría al palacio en la fecha establecida, pues al menos estaría, por última vez, cerca de su amado príncipe.

Finalmente, llego el día y la hora señalados. Todas las pretendientas estaban ahí, cada una con una flor más hermosa que otra, mientras que la desdichada muchacha hija de sirvientes solo tenía un vaso vacío. Hasta ese momento, sus ojos jamás habían visto tantas y tan bellas flores. La pobre estaba sorprendida y desencantada.

Cumpliendo con su palabra, el príncipe se acercó a observar todas y cada una de aquella hermosas flores. Los corazones de sus pretendientas palpitaban tan fuerte ante semejante suspenso que, aun de lejos, podían oírse los latidos. Después de estudiar cada flor. El príncipe anuncio se veredicto.

-Esta joven será mi esposa-declaro señalando a la hija de su sirvienta. Nadie entendí por qué había escogido justamente a la muchacha que no había conseguido nada. Entonces, el príncipe explico: - ella fue la única que cultivo una flor verdaderamente valiosa: la flor de la honestidad, pues todas las semillas que les entregue eran estériles.

El origen de Japón

Mito Japones

Hace miles, miles y miles de años, el mundo era una terrible confusión. Todas las cosas estaban mezcladas. Ni siquiera se podía distinguir la tierra del cielo. Solo el dios Izanagui y su esposa, la diosa Izanami, podían vivir en un mundo así.

Izanagui e Izanami pasaban el tiempo observándolo todo y aprendieron el secreto del amor contemplando una pareja de pájaros. Así se los recuerda hasta nuestros tiempos, en esa actitud serena y contemplativa, tal como aparecen en las hermosas figuras japonesas.

Pero un día, los dioses decidieron hacer algo más que aprender sobre el amor contemplando el vuelo de los pájaros: decidieron separar la tierra del cielo y poner fin a la confusión reinante.

Asi fue que Izanagui y su esposa Izanami bajaron por el larguísimo puente celeste y, poco a poco, con sus colosales poderes, fueron llevando a cabo tan extraordinaria transformación.

Desde entonces, la tierra y el cielo comenzaron a ocupar sus propios espacios en el universo. Pero aquello no fue todo lo que hicieron los dioses. Más tarde, el dios Izanagui tomo su poderosa lanza y la sumergió con gran violencia en el océano. Al instante, infinitas gotas de agua sallada comenzaron a brotar y se desparramaron a través de toda la costa.

Y algo aún más prodigioso aconteció: las incontables gotas de agua de mar que produjo el dios Izanagui con su increíble lanza se convirtieron en islas. Y esta fue la manera en que nacieron las trecientas ochenta y siete islas que forman Japón.

Al cabo de tantos milagros, Izanagui e Izanami decidieron traer hijos al mundo y tuvieron varios. Todo era perfecto y los dioses eran infinitamente felices; pero, un día, algo muy triste e inesperado sucedió y puso fin a tan inmensa dicha. ¿Qué pudo ser?

Sucedió que Izanami dio a luz al dios del fuego y este fue su último hijo, porque la diosa murió en ese preciso instante. Cuando semejante tragedia ocurrió, su esposo, el dios Izanagui, quedo hundido en la más profunda de las tristezas y sin nada en este mundo que le sirviera de consuelo.

Como pasaba el tiempo y el dios Izanagui no podía darle fin a aquel sufrimiento tan terrible que la pérdida de su adorada esposa la provocaba, salió a buscarla desesperadamente, donde fuese que estuviera. Pero… ¿Dónde hallarla?

Ciertamente no había muchos lugares donde encontrar a su amada: el dios debía buscarla, pues, en la tierra de la última morada, así sin temerle a nada, Izanagui entro al Reino de la Almas y allí busco y busco a Izanami si permitirse descanso ni tregua. Y por fin pudo encontrarla. En ese momento, su corazón se estremeció de felicidad. Pero, lamentablemente, su alegría fue tan breve como un suspiro porque, cuando estuvo junto a su esposa, le dio un abrazo tan fuete que ella se deshizo y se transformó en polvo. Así, reducida a millones de partículas, la diosa Izanami se mezcló con el viento y se esparció por la tierra hasta desaparecer por completo. El desdichado dios Izanagui abandono entonces aquel extraño lugar y se lavó en un lago para purificarse. Poco después, se retiró para siempre a una isla solitaria y de él, en este mundo, sólo quedo este mito.

La

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