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Comunicacion


Enviado por   •  9 de Septiembre de 2014  •  1.426 Palabras (6 Páginas)  •  238 Visitas

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PSICOPATOLOGIA DE LAS CONDUCTAS AGRESIVAS

El significado de agresividad no es univoco: hay diferencias, incluso discordancias e incomprensiones entres los diferentes puntos de vista del neurofisiólogo, el etólogo, el psicólogo o el psicoanalista.

Ya que todo el mundo comprende a priori e intuitivamente lo que quiere decir agresividad, resulta difícil dar una definición exacta. Es importante distinguir la agresividad como un estado o potencialidad y la conducta agresiva objetivamente observable.

Utilizando el concepto de territorio de forma metafórica, pudiera decirse que existe una relación inversamente proporcional entre la agresividad y la relación del sujeto con su (ser-territorio). Es imposible hablar de agresividad o de conductas agresivas sin introducir a un tercer observador, hay que plantear la cuestión de la agresividad, conducta simplemente objetiva y la agresividad sostenida por una intencionalidad particular. (El bebé que araña y mordisquea el rostro de su madre, el gato que juega al ratón) ¿Son agresivos?

Multiplicidad de modelos agresivos:

• agresividad – estado tensional particular

• agresividad – conducta objetivable

• agresividad – defensa de sí

• agresividad – destrucción del objeto

• agresividad – intencionalidad

Bases neurofisiológicas de la agresividad:

La preocupación del neurólogo es describir conductas precisas sin prejuzgar su intencionalidad. El primer tipo de trabajo es caracterizado por la investigación de la localización en el SNC de un centro de la agresividad que se realizara por la destrucción localizada o por estimulación de una de las aéreas cerebrales precisas.

Se ha llegado a describir unos centros que favorecen las conductas agresivas y otros que las inhiben. Aunque varían de una especie a otra, pueden considerarse que estas regiones se sitúan en áreas tálamo-hipotalámicas y en el bulbo olfativo.

En la mayoría de las especies el comportamiento del macho es más agresivo que el de las hembras.

Bases etológicas de la agresividad:

El etólogo estudia al individuo (humano o animal) en la medida de lo posible, en su medio natural y en sus interacciones con los otros individuos de la misma o diferente especie. La conducta agresiva suele acontecer en el seno de un contexto ritualizado que se describe así:

1. Posturas de amenaza antes de iniciar toda lucha.

2. El comportamiento en el combate mismo muestra grandes diferencias según sea intra o interespecie.

3. La actitud de sumisión es propia del ataque intraespecie: generalmente el animal presenta su punto débil.

Algunos autores rechazan lo innato de tal instinto, la mayoría de los etólogos actuales reconocen la importancia de las conductas agresivas ligadas, como hemos dicho a la noción de territorio o de posesión familiar y secundariamente a la preservación la especie.

Bases psicoanalíticas de la agresividad:

El dualismo pulsional introducido por Freud, impulso de vida-impulso de muerte continua siento objeto de debate para varios autores.

En efecto la agresividad es una realidad indiscutible en la infancia, cuando se aborda este problema conviene distinguir claramente:

1. Conductas agresivas consideradas como expresiones, actuantes de distintas pulsiones.

2. Fantasmas de agresión o de destrucción, en los que el objeto y el sujeto son a menudo confundidos, el YO y el no YO indistintos.

3. Fantasías agresivas, en las que el niño elabora poco a poco su espacio psíquico.

Noción de muerte en el niño:

La evolución de la noción de muerte en el niño engloba de forma indisociable una dimensión sociológica y un punto de vista genético concerniente al propio niño. La relación del niño con la muerte deber considerarse desde dos puntos de vista: la muerte del niño y la forma como la muerte es presentada al niño.

La adquisición del sentido de la muerte podemos resumir sus conclusiones señalando 4 fases:

1. En la primera existe una incomprensión total y una indiferencia completa por el tema. Se prolonga hasta los 2 años.

2. La segunda fase, abstracta, respondería a una percepción mítica de la muerte: aprehendiéndose como lo contrario de lo real.

3. De esta fase, la evolución pasa a otra concreta que se prolonga hasta los 9 años. Esta es la fase del realismo infantil de la personificación.

4. De esta forma el niño entra en la cuarta fase, nuevamente abstracta entre los 9 y los 11 años, la de la angustia existencial que supone el acceso a la simbolización de la muerte y al conocimiento de este concepto, pero también al temor a la pérdida real y final de su propio destino.

Clínica de las conductas heteroagresivas:

Desde la más tierna edad, el niño

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