Conducta de nuestros hijos

La tan mencionada frase desintegración familiar, lamentablemente sigue vigente en el problema, los conflictos educativos con todo tipo de protestas que repercuten de manera negativa en la formación del alumno y los medios de comunicación, principalmente la televisión, gigantesca promotora de antivalores, son factores que se ven reflejados en el comportamiento de los jóvenes.

En la actualidad es notoria la existencia de una cultura de antivalores, en la que se proyecta como normal la libertad de hacer lo que se quiera.

Sin duda son situaciones que tienen gran influencia en el proceso de moldear la conducta de nuestros hijos, pero los padres no debemos eludir nuestra cuota de responsabilidad.

Es allí en donde juegan un papel trascendental los valores que inculque la familia, como la base para comenzar a forjar un esquema cultural sólido y respetuoso para la sociedad.

Pero esta responsabilidad no es exclusiva de la familia. El sistema educativo, con una política clara centralizada que se distribuya a todos sus integrantes, debe ser el puente para que, a través de maestros y profesores, otorgue las herramientas para que en el futuro puedan discernir entre lo moralmente correcto y lo que no lo es.

Valores.

Se denominan valores al conjunto de pautas que la sociedad establece para las personas en las relaciones sociales. Su estudio corresponde a la Axiología una rama de la Filosofía, y de una forma aplicada pueden ocuparse otras ciencias como la sociología, economía y la política, realizándolo de maneras muy diferenciadas.

Hablar de Valores es hablar de moral, ya que nacen con el fin de que las personas adoptemos patrones de vidas, que nos hagan convivir honesta y transparente en sociedad ósea tener y dar calidad de vida.

El individuo que se desarrolla en condiciones sociales morales de crisis deteriorada por antivalores donde solo importa las satisfacciones personales de metas materialistas y efímeras donde las normas y valores están gravemente amenazadas, se criará sin autocontrol. La impunidad de alguna manera contribuye a la desinhibición de las conductas criminales y las ganancias a corto plazo derivados de estos comportamientos que reforzan e incrementan la probabilidad de que los individuos imiten estas conductas agresivas, en tanto conocen el provecho que pueden obtener.

Psicólogos han realizado estudios sobre la teoría psicoanalítica y ha quedado demostrado que los individuos de una sociedad que carecen de normas y valores que consolidan la formación del Super-Yo, el Yo queda expuesto a una realidad hostil, el ello conformado por sus deseos y sus impulsos agresivos, acaba por abarcar todos los espacios.

Los venezolanos no escapamos de esta realidad, día a día vemos como la convivencia en sociedad se hace más hostil y se deteriora y es que nos hemos insensibilizado al punto que hemos dejado que la vanidad del día a día sea parte de nuestra preocupación y hemos dejado atrás los valores.

Quizás la razón fundamental del vacío de valores hoy en Venezuela en parte se debe a que hemos condenado nuestro sentimiento a un papel secundario como lo es el amor a las personas y a las cosas. Aunque los valores no se acaban siguen estando ahí puestos que sirven para orientar las preferencias de las elecciones de los humanos y es a los cuales le estamos dando preferencia como lo son los valores fácticos los llamados valores de mercado ese valor añadido a la cosa no por lo que vale en sí, sino por la ganancia.

Nunca los valores fueron tan mudables, tan dependiente de intereses extraños a las cosas mismas como modas y caprichos imprevisibles; es decir, el equilibrio entre lo sentimental humano y lo material se ha desajustado al punto que favorece como preferencia a lo material.

La población venezolana presenta un alto índice de estrés psicosocial como consecuencia de la inestabilidad laboral,

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