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Cuento Gulag


Enviado por   •  27 de Marzo de 2019  •  Informes  •  775 Palabras (4 Páginas)  •  90 Visitas

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GULAG

Autor: Carlos Flores

Lo que estoy a punto de contar, lo recuerdo como si hubiera sido ayer. Los llantos de mis compañeros, el rostro de mi madre, la ruidosa sirena, el trabajo duro que siempre hacíamos sin importar las condiciones climáticas, el maltrato y la muy poca comida que nos brindaban, simplemente algo terrible. Sin embargo, a pesar de querer olvidar todo esto, una pequeña parte de mi se rehúsa a olvidarlo, tal vez es porque es lo que me ha hecho quien soy en día. Como sea, quiero compartirlo de todas maneras.

Era una mañana fría en diciembre de 1925 en el campo Hinterland de Siberia. La campana siempre sonaba aproximadamente a las seis de la mañana, la hora en que todos los prisioneros se levantaban y desayunaban. Me reuní con mi madre en la mesa.

  • “¿Dormiste bien?” Pregunto ella.

 

  • “No.” Le respondí

 

Mi hermanito tenía seis años y yo tenía dieciséis en ese momento, no recuerdo la edad de mi madre, pero rondaba por los cuarenta años.

Después del desayuno, las autoridades pasaban lista para ver si todos estaban presentes. A las siete de la mañana, después de pasar lista, nos enviaron a una hora y media de marcha a un bosque para trabajar, con la escolta vigilada. Este era la parte más difícil del día porque trabajábamos hasta catorce horas durante todo el día, sin importar las condiciones climáticas, nos obligaron a talar árboles con sierras manuales y a cavar con picos primitivos.

  • “Oye tú! ¿Qué crees que haces? ¡Levántate!” Gritó un guardia hacia un prisionero.

 

  • “Ven conmigo te llevare a un lugar mejor.”

Lastimosamente, a ese prisionero jamás lo volvimos a ver.

Ese día, mandaron un grupo de prisioneros a por carbón y cobre en la mina. En ese grupo estaba yo y mi hermano. Mi pico se había roto así que tuve que usar mis manos. El lugar de las minas usualmente estaba lleno de polvo y es un hecho que muchos murieran allí porque padecían enfermedades. Era muy raro que algún guardia tratase de curar a un prisionero, si lo hacían de nada servía por que las condiciones eran horribles. Lo más común era fallecer por dificultad para respirar. Mientras trabajaba mi hermano estaba tratando de levantar una gran roca cerca de un acantilado, en el intento, se resbaló y cayó al acantilado. El peso era incomparable a su tamaño así que terminó por resbalarse y caer.

Desde ese momento, nada volvió a ser lo mismo, ahora que mi hermanito había fallecido, toda mi esperanza de poder salir de ese lugar se había mitigado.

Siempre que un prisionero fallecía, nos obligaban a cargar sus cadáveres hacia las cámaras de gas solo para ver nuestras caras de agonía y más aún cuando eran nuestros familiares. No cargue el cadáver de mi hermano puesto que se había caído, en parte doy gracias que no murió de alguna epidemia, porque ni mi madre ni yo, podríamos cargar el cuerpo de mi hermanito, hacia la cámara de gas y ver como todo su cuerpo se convertía en cenizas.

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