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Cuentos Clasicos Juveniles


Enviado por   •  27 de Noviembre de 2013  •  2.195 Palabras (9 Páginas)  •  3.846 Visitas

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Cuentos clásicos juveniles

Prólogo

Es un buen libro donde se recopila varios cuentos hechos por siete grandes de la literatura y reconocidos a nivel internacional, tales como Oscar Wilde o José María Eca de Queirós.

Si se relacionara la novela con una pelea de boxeo esta ganaría por puntos la atención del público, en cambio, el cuento ganaría por knock out y los cuentos que se encuentran en esta antología atrapan la atención del público lector de una forma definitiva, certera y perdurable.

El empresario de pompas fúnebres

Adrián Projorov es un empresario de las pompas fúnebres, de naturaleza sombría y meditabunda. Únicamente rompe su silencio para sermonear a sus hijas o para reclamar un precio más elevado en sus artículos. Recientemente mudado a la calle Nikitskaia donde reside actualmente. Un día su vecino Gotlib Shultz lo invita a celebrar sus bodas de plata con su esposa Luisa. Ese día llegó ebrio a su casa. Al día siguiente se entera de que su ex-clienta Trujina había fallecido. Ese día llegó tarde a su casa y se dio cuenta de que había un gran alboroto. Cuando entro vio muchos rostros cadavéricos. Eran los cadáveres de las personas a las que él había prestado sus servicios. A la mañana siguiente se despertó y se dio cuenta de que todo había sido un sueño.

El fabricante de ataúdes Adrián Prójorov se muda a su nueva casa, con sus dos hijas y la sirvienta, está un poco apesadumbrado por sus problemas económicos. Recibe la visita de un vecino (de profesión zapatero) alemán que lo invita a una fiesta en su casa, Adrián Prójorov acepta y concurre con sus hijas. La casa del zapatero estaba repleta de invitados, la mayoría alemanes y algunos rusos como el guardia Yurko con el cual Adrián entabla relación.

Se come y bebe en abundancia y como consecuencia Adrián tiene una pesadilla

El empresario de pompas fúnebres, Adrian Projorov, se cambia de casa a la casita amarilla que desde hacia tiempo quería.

Adrian está sentado ante la mesa esperando a que le sirvan el samovar, cuando de pronto su espera fue bruscamente interrumpida por tres golpes en la puerta. El individuo que entra en la habitación era de apacible taza, que al primer golpe de vista podía reconocérsele como a un artesano alemán, se acerco al empresario y le dijo: - Querido vecino, dispénseme si he venido a molestarle, pero deseaba informarle cuanto antes que soy zapatero y mi nombre es Gotlib Schultz. Mañana celebro mis bodas de plata y le suplico que tanto usted como sus hijas vengan a comer conmigo como buenos amigos-.

Su invitación fue aceptada cordialmente y Adrian le pidió que se sentara con él y aceptara una taza de té.

A las doce en punto del día siguiente Adrian y sus hijas se encaminaban a la casa del vecino.

La reducida vivienda del zapatero estaba atestada de invitados, menestrales alemanes, en su mayor parte, con sus esposas y aprendices. Solo había allí un funcionario ruso, el vigilante Yurko.

Al momento del brindis, estando todos borrachos Yurko grita: -¡A ver, padrecito, canta a la salud de tus muertos!-. Todos lanzaron una carcajada y el empresario de pompas fúnebres considerándose ofendido se enfurruño.

El empresario llego a su casa borracha y disgustada. Pensaba en voz alta:- Pero, ¿Qué se ha creído? ¿Acaso mi oficio es menos honorable que los otros? Tenía pensado invitarlos para festejar nuestra nueva residencia, pero, ¡no será verdad! Invitare a aquellos para quienes trabajo: a los difuntos ortodoxos.

El árbol de Noel y una boda

El narrador comienza su relato comentando que hace un par de días asistió a una boda, pero entonces se interrumpe y explica que a propósito de eso, debe hablar de una fiesta de navidad a la que fue invitado cinco años atrás. La fiesta era presuntamente un baile infantil, pero el narrador explica que servía de excusa para que los ricos miembros de la comunidad se juntaran a discutir sus asuntos. Como conocía a pocos invitados y no disfrutaba demasiado de las charlas de los adultos, el narrador se dedicó a observar el accionar de la gente durante la fiesta, prestando atención a los juegos de los niños, a un invitado poco distinguido que se hallaba en la misma posición que él y al acaudalado Julián Mastakóvich, uno de los personajes más celebrados en la fiesta.

Los pequeños recibieron sus regalos de acuerdo a la posición social. La bella hija de un comerciante que había apartado trescientos mil rublos para su dote fue regalada con la muñeca más bonita y costosa, mientras que el muchacho más pobre, el hijo de la haya de los niños de Filipp, recibió de regalo un libro sin ilustraciones. Tras haber sido rechazado reiteradamente por los muchachos más acaudalados, este chico se recluyó en la habitación donde se había encerrado la pequeña beldad, y ambos terminan jugando con la muñeca.

Mientras tanto, Julián también se separó de la multitud que charlaba en el salón. El importante caballero había calculado que a la edad de contraer casamiento la bella hija del comerciante tendría una fortuna de medio millón de rublos, y atraído por el dinero, se acercó a la pequeña para darle un beso en la cabeza y tratar de conquistar su afecto. Amedrentada por el accionar del señor, la niña buscó ayuda en su compañero de juegos, a quien Julián intentó ahuyentar y hacer comprender su posición social. Los reclamos de la niña y las voces que se escuchaban junto a la puerta de la habitación provocaron que Julián Mastakóvich y el niño abandonaran la habitación.

La vergüenza y la furia sentidas por el señor terminaron dando lugar a una escena ridícula en la que el alto caballero persiguió y mortificó al muchacho hasta que este se escondió bajo una mesa para no ser alcanzado. Ante esta escena, el narrador cuenta que se echó a reír y que no pudo evitar hacer un comentario indirecto sobre las intenciones de Julián Mastakóvich cuando este adulaba a los padres de la niña rica y era aplaudido por todos. Esta acotación fue acogida con contrariedad por los otros huéspedes, que no hicieron demasiado caso del asunto.

El narrador vuelve a hablar sobre la boda que mencionara al principio, la cual se celebró entre una joven bella con una gran dote y un individuo importante, a quien tardó en reconocer. El narrador termina su relato contando que al comprender que Julián Mastakóvich había conseguido sus objetivos y al observar la tristeza en los ojos de la novia, abandonó la fiesta con disgusto

El

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