Diego Cisneros

omper el chanchito de los ahorros y hacer una fila por más de dos horas, pedir al jefe un “permisito”, quedarse sin el sueldo de un mes o comprar dos veces la entrada son algunas de las historias de los seguidores de Metallica dispuestos a hacer lo imposible por conseguir un boleto de hasta 225 dólares para estar cerca de sus ídolos musicales, James Hetfield, Lars Ulrich, Kirk Hammett y Robert Trujillo, en el concierto que ofrecerá la banda estadounidense mañana en Quito.

Fecha de Publicación: 2014-03-17 00:00

La locura por la llegada de esta agrupación ha puesto de cabeza a cuencanos para quienes Metallica, más que thrash metal, es un conjunto de historias de vida.

En todo lado

Diego Cisneros, ingeniero de profesión, es seguidor de la banda desde que su mejor amigo le prestó un casete de la agrupación y “desde ese momento es lo único en mi carro, en mi iPad, en mi celular, en cualquier lado”.

Para Cisneros, Metallica representa “la forma de vida, es un manual de supervivencia y un dogma, fuente de esperanza que me repito a mí mismo cada día para tomar fuerzas y seguir triunfando, al estilo de la banda, como dice la canción ‘we'll never stop, we'll never quit, cause we’re Metallica’”.

Cisneros es miembro del Metclub, "el club oficial de Metallica", por lo que tenía derecho a preventa, que inició a las 10:00 del día antes de que salga a la venta para el público en general. Pidió la mañana libre en su trabajo y empezó a marcar el número al que debía hacer la compra, pero por más que llamó a todos los números indicados, los teléfonos se mantuvieron ocupados hasta las 14:00, cuando por fin se conectó.

“En verdad, el sacrificio fue de mi esposa, Fernanda Ruiz, ella siempre ha sido mi más grande apoyo, y como sabe lo mucho que representa la banda para mí, viajó a Guayaquil a retirar la preventa, porque usé la tarjeta de crédito de ella para comprar las entradas”, contó Cisneros.

Este fan de 36 años haría lo que fuera necesario por verlos otra vez, porque en el 2010, dijo, ya tuvo la suerte de conocerlos en Perú. En aquella ocasión le hizo un obsequio a James e hizo un pacto con Rob, en el que “'fue uno de los mejores días de mi vida; daría lo que sea por volver a vivirlo”.

Historias

“Para mí, Metallica es mi vida, es todo, son las historias que se han escrito desde hace unos 10 años”, dice Steven Pérez, un fan de la agrupación que tiene su habitación como un verdadero templo de adoración al grupo.

Ahí rinde tributo a Metallica, como a un Dios, a través de los discos, camisetas, afiches, casetes, cada uno con su propia historia, como aquellas camisetas que ya han cambiado su color de negro a gris y que están por decenas en un cuarto.

Steven, que es chef en Gualaceo, trabajó horas extras y sacrificó sus ahorros que iban a ser invertidos en un teléfono celular de última tecnología para conseguir la entrada a primera fila. “Para mí, es el inicio de mi vida y hubiese vendido lo que estuviera en mis manos por comprar la entrada”, asegura.

Las canciones de Metallica han marcado su vida, canciones que ahora comparte con su sobrino, a quien desde pequeño le ha hecho escuchar a la banda estadounidense, para que sepa de “buena música”.

Steven corrió con suerte el momento en que consiguió un boleto privilegiado para el concierto, ya que en la primera semana de preventa las entradas para primera fila se agotaron.

Con mejor suerte corrió Andrés Togra, un joven cuencano dedicado a la producción audiovisual y fanático de Metallica, quien al momento de enterarse de la confirmación del concierto, sin pensarlo dos veces, reunió todos sus ahorros y consiguió una

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