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EL DESARROLLO DE LA FANTACIA


Enviado por   •  25 de Abril de 2014  •  1.507 Palabras (7 Páginas)  •  225 Visitas

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La personalidad de los niños se va forjando a partir de toda una serie de fenómenos mentales, entre los que cabe destacar la imaginación y la fantasía. Estos mecanismos o dimensiones del psiquismo humano se proyectan (se exteriorizan) a través de determinadas actividades cotidianas como el sueño, los cuentos, la expresión plástica (dibujo, pintura, manualidades, etc…) y el juego.

El mundo de los sueños supone una privilegiada vía de escape de los conflictos, deseos, etc…, que llenan nuestra vida diaria. Es un escenario fundamental para el desarrollo de las fantasías de las que se alimentan nuestras vivencias de la vida vigil. El niño transforma en símbolos, a través del sueño, cualquier tipo de contenido o situación psicológica de la vida diaria, siendo así el sueño una válvula de escape de pulsiones y deseos. El inconsciente comunica sus contenidos de muchas maneras, y el análisis de los sueños narrados o evocados puede ser un buen complemento, junto a otras vías (como el dibujo, el juego, etc…), para comprender qué hay en la mente del niño. El desarrollo de su mente, de su imaginación y de su capacidad creativa va a tener mucho que ver con sus deseos y sus sueños, con ir canalizando sus temores, con el despliegue de sus ideales.

El sueño es necesario para que el cerebro se “descargue” y nuestra vida psíquica sea más llevadera, más allá de la interpretación del contenido de determinadas experiencias oníricas. El sueño no es un mero vertedero mental, sino la forma que la mente tiene de simbolizar fantásticamente los contenidos de nuestra vida consciente.

En el caso de los cuentos, por lo general, la creación fantástica se mueve en otro plano, pues ya le llega al niño previamente elaborada (hablamos del cuento como producción narrativa literaria), salvo en el caso de que sea el propio niño el narrador. La literatura supone una forma de expresión artística en la que el artista (en este caso, el escritor o narrador) plasma su mundo interior en forma de personajes que piensa y siente a su manera, pero que son vivo reflejo del mundo psíquico del autor mismo. El texto es, como la misma palabra dice, “tejido” vivo que el lector ha de desmadejar a su manera desde sus propias instancias psíquicas, hasta el punto de “contarse a sí mismo”. En el caso de la literatura infantil, dadas las especiales características del receptor del mensaje, este acto comunicativo de decodificación de mensajes es aún más marcado y efectivo.

El cuento infantil simboliza los deseos, anhelos, emociones, etc… del niño hasta el punto de darse todo un proceso de identificación de dicho niño con personajes y situaciones de la narración, haciendo así su propia elaboración mental de lo leído. Dado el carácter social y universal del cuento y sus contenidos (por su transmisión de símbolos y valores comunes en una misma cultura), el niño que lee se encuentra con la colectividad, con su pensamiento y el de su sociedad. Aparte de esta función social del cuento, por la que se vincula al niño con el grupo al que pertenece, hay otra función personal e individual, por la que el cuento pone al niño en sintonía con su mundo interno (imaginación y fantasía).

La fantasía de los cuentos desarrolla la capacidad simbólica de la mente infantil y tiene la ventaja sobre los sueños de que estamos ante una trama secuencial cronológica y espacialmente elaborada, sin el caos espacio-temporal que caracteriza a la vida onírica. Animo desde estas líneas a todos los padres y adultos a que fomenten el saludable hábito de la lectura en los niños, vehículo estupendo de desarrollo de la fantasía y de familiarización, por parte del niño, con las normas sociales y morales, que le ayudarán a conducirse en la vida con normalidad.

En el desarrollo infantil, la expresión gráfica se va personalizando poco a poco (tanto al escribir como al dibujar), dando paso así a la expresión de numerosos rasgos de personalidad del niño (que incluyen elementos simbólicos y fantasiosos). El ser humano, en todo lo que hace, comunica de forma involuntaria, automática, su estado interior, y también deja una “huella” o señal de identidad psicológica que perdura y le define, distinguiéndole de los demás (manifestación psíquica del “yo”). En el niño esto es fundamental a la hora de considerar el desarrollo de su concepto de “sí mismo” (identidad o “yo”).

El dibujo, como expresión simbólica, puede ser la única oportunidad que tenga un observador externo de entender lo que el niño vive y siente al no poder ponerlo por escrito o verbalizarlo, dada su corta edad. Se proyectan por medio del dibujo los estados

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