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ENTRE CUEVA Y CAMPO


Enviado por   •  1 de Julio de 2019  •  Trabajos  •  1.444 Palabras (6 Páginas)  •  105 Visitas

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ENTRE CUEVA Y CAMPO

Una pequeña. Si, bello rostro, de esos que solo ves en la sierra, pero no era común, sus mejillas rojizas y la punta de su naricita también. dos ojitos ligeramente achinados y sus largas trenzas negras que le cubrían la cara graciosamente.

Se encontraba en un profundo sueño, en una mañana de verano en el gran rancho de Pucará. Los rayitos del poderoso Inti se filtraban por los maderos de la casita de campo hecha improvisadamente, los cuales impactaban en el rostro de la bella Anita, que poco a poquito fue despertando y estirando su cuerpecito suavemente.

Se viste lo más rápido que puede y se peine los cabellos de a una trenza. Ya está por salir y…

-wambra baja ya a comer- como era de esperarse siempre puntual a las 6 :00 am en punto la abuelita paterna de Anita la llamaba a desayunar.

- ¡si mamita!¡ya voy!

-chuño frio se está haciendo!

Anita rápidamente baja las escaleras y camina por el piso de tierra y piedras compactas y abraza a su abuelita cariñosamente a su abuelita por atrás

-mamita. Buenos días- la abuelita le acaricia los cabellos y le manda a sentar con sus demás tíos en la gran mesa.

Algunos ríen y murmullan unos en contra de otros, otros picaros juegan con los utensilios y tazas de lata, pero Anita está sentada al lado del lugar reservado para mama Juanita, sin decir nada, ni decir nada.

Mama juanita voltea con los tremendos tazones de chuño frito arrebozado con huevo y humitas calientes., los deja en la mesa y todos sus hijos inmediatamente se abalanzan por el festín. Anita incómoda intenta agarrar su porción, pero le ataja el mayo de sus tíos, Aldo.

La pequeña se encoje y trata de disculparse.

-deja huérfana, que te den comida pues tu mami muerta- le dice susurrando para que nadie escuchase.

Anita con los ojos lleno de lágrimas va corriendo a los pollerones de su abuelita.

-mamita, mamita linda, dime que no es cierto que mi mami ha muerto- imploraba Anita con la voz rota y los ojitos acuosos

Mama Juanita con el corazón ablandado le tomo del mentón y le subió la carita llena de lágrimas secas y las mejillas rojas.

-wambra, como pues vas a creer que tu mami ha muerto…ella ha ido a trabajar junto con tu papi a la montaña, para que tengas una mejor vida.

- ¿no está muerta entonces? - pregunto Anita con los ojitos brillantes de esperanza

-no mi vida, no-

Anita era feliz, en poco tiempo se había acostumbrado a la perfección. ¿y quién no?, ya habían transcurrido nueve meses.

Su rutina diaria era: desayunar a las seis de la mañana, acompañar al menor de todos sus tíos a pastar a las las ocho, luego se pasaba las otras horas restantes al lado de mama Juana o jugando en el huerto lleno de florecillas amarillas. A veces, la traviesa Anita buscaba saltando y saltando, entre canto y canto en los pequeños arbustos que adornaban el campo en Pucará entre los nidos de las gallinas salvajes, para llevarse sus huevos moteaditos, pues a ella le encantaban.

Todos sabían cuando ya era hora de almorzar. A las once y media se veía bajando del cerro que estaba al lado de la cueva a un señor.

Bajaba impetuoso con sus botas militares que dice el en una de sus hazañas se las quito a uno de los militares cuando borrachos le buscaron pelea; con un pantalón lleno de bolsillos en los cuales llevaba sus chavetas e implementos que utilizaba para sobrevivir cuando se internaba en el enmarañado bosque. Como no olvidar a su rifle calibre 26 al que llamo “calambre” que siempre iba puesto en la espalda.

Hoy venia trayendo el premio mayor de la caza. ¡Un venado! Lo traía corta en partes en una mula.

Lo tiró a la mesa del comedor y gritó:

-mujer! Ven, ¡que vamos a agradecer al jirca por su regalo!  –decía Don Aureliano feliz y orgulloso buscando la atención de sus hijos y esposa.

-sí, espera papá- dijo apurada mama Juana trayendo la coca y cal.

Todos agradecían el regalo que se les dio, esposo y esposa empezaron a chacchar en silencio entre rezo y rezo. Mientras los niños veían al animal en la mesa asombrados y murmurando. Don Aureliano se puso de pie y alzo la voz contando su hazaña de caza.

-Anita, ven mi niña- Anita apareció entre sus hijos y el abuelo le indico que se sentara en su regazo.

-estaba pasteando, esta vez quise sacar a las 300 cabezas de carneros que tenemos, numerosas como son, un grupo se separó, fui a verificar con rifle en mano pensando que puma se las estaba llevando, pero con la lente del calambre vi y era un venado macho adulto, me posicioné bien y…

Todos los niños se acercaron más a su padre queriendo saber el final.

-¡¡¡BAAM!!!¡le di al pobre directo en el cuello! - grito emocionado

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