Educacion

La lectura un reto para la educación del siglo XXI; hacer que se disfrute

Actualmente, las nuevas condiciones provenientes de la globalización mundial, la regionalización económica y las nuevas tecnologías, requieren de una sociedad informada, con un razonamiento crítico y con el mayor desarrollo de sus habilidades y competencias para que sea capaz de enfrentar los cambios que se presentan día a día.

Una de las armas con las que se tiene que estar preparado es la lectura, porque ella nos proporciona el camino a los nuevos escenarios que han llegado junto al nuevo siglo.

En los inicios del siglo XXI, las nuevas circunstancias mundiales derivadas de la globalización, la regionalización económica, el desarrollo tecnológico y la generación casi ilimitada de información a gran escala, han dado paso a la aparición de la denominada "Sociedad de la Información y el Conocimiento" que demanda de ciudadanos mejor educados, más críticos y con mayores habilidades y competencias para enfrentar los cambios futuros. En estos escenarios, la lectura esta llamada a ser, la llave de acceso para introducirnos a esta innovadora era de la información, son los nuevos escenarios mundiales de la lectura y sus exigencias en el entorno de los ciudadanos del siglo XXI al amparo de las nuevas circunstancias mundiales.

Es bien sabido que el mexicano no tiene el hábito de la lectura, no consume ni libros baratos, ni caros, a pesar de que se ha hecho un gran esfuerzo educativo por cambiar esta mentalidad. A pesar de que existe un gran abanico de posibilidades en las que se ha invertido edificaciones que albergan bibliotecas, centros culturales, creación de cursos, campañas ferias, premios

Al mexicano no solo no le gusta leer, no le gustan los libros ni siquiera en calidad de cosa, ni para no leerlos ni para nada, vamos, ni para prótesis de la cama que se rompió una pata. Años de esfuerzo educativo, de aventar dinero a raudales en bibliotecas, centros culturales, publicidad, cursos, campañas y ferias, premios y becas, ofertas y descuentos, clubes y talleres, mesas redondas y presentaciones… Todo para merecer la sincera respuesta: No, no queremos leer. Que no nos interesa. Que no. Que no queremos. Que no haya libros y ya. Punto. No. ¡Que no! Ene, o = No.

En ese desolador paisaje de estadísticas, las más tristes son las que, como decía, Gabriel Zaid en su ensayo, “La lectura como fracaso del sistema educativo”. Una de ellas señala que hay 8.8 millones de mexicanos que han realizado estudios superiores o de posgrado, pero que el dieciocho por ciento de ellos (1.6 millones) nunca ha puesto pie en una librería. Otras estadísticas que provienen de la OCDE y la Unesco. Su estudio “Hábitos de lectura” le otorga a México el sitial 107 en una lista de 108 países estudiado. Según esos estudios, el mexicano promedio lee 2.8 libros al año. Hay sólo una biblioteca pública por cada quince mil habitantes. El cuarenta por ciento de los mexicanos nunca ha entrado, ni por error, a una librería. Existe una librería por cada doscientos mil habitantes. En todo el país hay solamente seiscientas librerías… Es obvio que las cifras están equivocadas. ¿De veras creen que en México hay una biblioteca pública por cada quince mil habitantes?, es decir, ¿encuentran verosímil que en la capital existan quince mil bibliotecas? Ni sumándoles las bibliotecas privadas. ¿Y de veras se creen que hay seiscientas librerías en el país? Y, para terminar, ¿de veras se habrán tragado eso de que los mexicanos leen anualmente 2.8 libros?

La escuela más que formar lectores comunes y corrientes debería ser la encargada de formar BUENOS LECTORES, de eso que los franceses denominan LECTOR POLIVALENTE. Es decir un lector

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