Educación
floresmiriam10 de Febrero de 2014
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LA EDUCACIÓN PREESCOLAR EN FRANCIA: OBJETIVOS Y DESAFIOS
La educación preescolar ocupa un lugar especialmente privilegiado en el sistema educativo francés si se tienen en cuenta las opiniones y los sentimientos que manifiestan los franceses respecto a la Escuela. Esto está relacionado en parte con su larga historia. En Francia, la acogida colectiva de los niños muy pequeños empezó siendo una obra de caridad de la iglesia, pero muy rápidamente se convirtió en un asunto de Estado. Si el primer imperativo fue garantizar la seguridad de los hijos pequeños de las mujeres que trabajaban en las manufacturas y en las fábricas, muy pronto se manifestó la voluntad de inculcar a los pequeños los primeros hábitos de orden, obediencia y trabajo. Desde mediados del siglo XIX, las bases de la acogida colectiva, esencialmente centrada en las preocupaciones sociales y sanitarias, estaban establecidas con las llamadas “aulas de asilo” que prefiguran la educación preescolar.
Esta fuerte vinculación con la educación preescolar se traduce hoy en una demanda de escolarización muy precoz, reflejo de la confianza y de las esperanzas que esta escuela suscita. Sin dejar de ser un medio favorable para el pleno desarrollo del niño en todas las facetas de su personalidad (afectiva, social, intelectual o corporal, etc.) como puede serlo la guardería, la educación preescolar es considerada cada vez más como una etapa indispensable de la escolarización, la que condiciona el éxito desde los comienzos. La divulgación de las teorías psicológicas sobre el desarrollo del niño pequeño en los años sesenta, las consecuencias que nadie ha sacado proclamando “que todo se decide antes de los seis años” han hecho de ello un momento y un lugar marcados por importantes desafíos; la detección y la prevención de las grandes dificultades que amenazan con gravar a la escolaridad, una etapa decisiva para compensar las lagunas lingüísticas que existen antes del aprendizaje de la lectura, el eje de una socialización escolar que permite conquistar poco a poco un estatuto del escolar y de saber comportarse en consecuencia en el momento de la entrada a “la gran escuela”. Los padres han asimilado estas expectativas y ven la asistencia al preescolar como una oportunidad para sus hijos, como si se tratara de una modalidad de custodia gratuita. Casi el 100% de los niños entre tres y seis años asiste hoy con regularidad a esta escuela a pesar de que la enseñanza no sea obligatoria.
Desde la Tercera República (años 1880), el ciclo preescolar está abierto por derecho a los niños de dos a seis años. Durante mucho tiempo sólo los más mayores se matricularon; después las solicitudes se fueron haciendo con más antelación pero la asistencia era aleatoria. Durante mucho tiempo, las escuelas o las clases de preescolar constituyeron un fenómeno urbano.
Es a partir de los años 1970 cuando la acogida progresa mucho (Cf. anejo): la urbanización de Francia condujo al desarrollo de las escuelas de educación preescolar de pleno derecho en las ciudades; la disponibilidad de plazas de profesores de primer grado como resultado de la reorganización del sistema escolar (acceso de todos los alumnos de 11 años dejando vacantes puestos antes ocupados por el personal docente para los alumnos de 11 a 14 años) y la disponibilidad de locales por esa misma razón han posibilitado el desarrollo de la acogida en el medio rural en donde se procedía además a las reordenaciones de la red escolar con las reagrupaciones pedagógicas intermunicipales. Las condiciones materiales favorables coincidieron prácticamente con un momento en el que los espíritus estaban listos para esta evolución.
Desde 1975, la ley relativa a la educación garantiza el esfuerzo de la institución en favor del desarrollo de la educación preescolar. Este compromiso no se ha interrumpido desde entonces, hasta tal punto que la escolarización precoz es el objeto del artículo 2 de la ley de orientación sobre la educación del 10 de julio 1989 colocada bajo las exigencias del derecho a la educación (hoy, artículo L. 113-1 del código de la educación): “todos los niños tienen derecho a poder ser acogidos, a los 3 años de edad, en una centro de educación preescolar o en una clase para niños situada lo más cerca posible de su domicilio, si su familia así lo solicita. La acogida de los niños de dos años se extiende prioritariamente a los colegios situados en un entorno social desfavorecido, tanto en zonas urbanas, como rurales o de montaña,”
1 – La importancia de la educación infantil
El ciclo preescolar constituye el primer segmento de una escolaridad larga puesto que un niño de cinco años en Francia tiene una “esperaza de itinerario escolar”de 16 años. La escuela primaria en la que el ciclo preescolar constituye el primer periodo cuando la escolaridad todavía no es obligatoria (sólo lo es a partir de los 6 años) se prolonga para todos los alumnos con la enseñanza secundaria. Ocupa un lugar decisivo en el éxito escolar fuertemente dependiente de la calidad de los aprendizajes fundamentales (leer, escribir y contar).
Por varias razones, el ciclo preescolar ocupa un lugar totalmente particular en este edificio; espacio y tiempo de transiciones entre la familia y el “colegio con mayúsculas” más exigente, más normativo; medio de lenguaje más adaptado a los niños pequeños que están aprendiendo a comunicarse, lugar de aprendizajes múltiples pero construidos de forma más bien lúdica, momento favorable para la detección y la prevención de las deficiencias y de las dificultades antes que éstas hayan llegado a tener consecuencias graves.
. El centro preescolar, lugar y periodo de transición original entre familia y escuela
Son pocos los niños que han conocido una forma de acogida colectiva anterior al preescolar puesto que las guarderías sólo acogen a un 10% de los niños entre 3 meses y tres años. Cuando los más pequeños llegan a preescolar, se enfrentan a un mundo nuevo en el que otros niños reclaman también la misma atención, un mundo en el que los adultos están a la vez atentos y distantes con respecto a las exigencias que el niño manifiesta. Es uno más entre muchos otros, tiene que aprender a vivir con sus semejantes que experimentan las mismas dificultades que él para encontrar referentes relacionados con los adultos, sobre todo cuando manifiestan su autoridad o, al contrario, les dejan libres de sus actos.
Al dedicar una atención muy especial a la organización del medio escolar, los profesores están facilitando ese paso entre un medio protegido (el de la familia) y una colectividad, y al mismo tiempo responden a las exigencias y a las necesidades de las edades sucesivas de la más tierna infancia. La organización del tiempo respeta las necesidades y los ritmos biológicos de los pequeños; la acogida, los recreos, el tiempo de descanso y de siesta, de merienda o de restauración escolar, son tiempos de educación.
Claramente centrado en el niño, en sus progresos y en el éxito de su integración en la comunidad escolar, el ciclo preescolar está muy abierto a los padres. Es importante que la escuela explique, haga comprender y justifique sus preferencias, que deje ver y comprender sus formas de hacer; debe disponer del tiempo necesario para escuchar a cada familia y hacerle fielmente partícipe de los progresos o de los problemas pasajeros que su hijo tiene. El hecho de que el preescolar haya tenido pocas exigencias a nivel normativo y se centre en la evolución de cada niño y no sobre la comparación con los demás en un espíritu de competición escolar, facilita esta relación. La calidad de este vínculo constituye la base para la necesaria coeducación que la escuela y la familia no deben dejar de construir. El profesorado comparte con los padres la educación de los niños que les encomiendan y esta situación fomenta la confianza y la formación recíproca.
. El preescolar medio de lenguaje adaptado
Admitiendo a niños cada vez más jóvenes, el preescolar ha hecho del lenguaje oral el eje principal de sus actividades. En efecto, en el momento de su primer principio de curso, los más chicos a menudo sólo son capaces de producir series cortas de palabras y disponen sólo de un léxico muy limitado. Cuando acaban el ciclo preescolar, ya pueden construir enunciados complejos y articularlos entre sí para contar una historia, descubrir objetos, evocar sus actividades, explicar un fenómeno. Están listos para aprender a leer. Este itinerario que indudablemente debe mucho al desarrollo psicológico extremadamente rápido que caracteriza estos años, debe aún más a la ayuda de los adultos o de los niños mayores que rodean al “aprendiz-hablador”.
En la apropiación activa del lenguaje oral se desarrollan competencias decisivas para todos los aprendizajes: comprender la palabra del otro y hacerse comprender, construirse y protegerse, actuar en el mundo físico y humano, explorar los universos imaginarios... Al abrirse así a los usos y funciones del lenguaje, el niño adquiere el lenguaje nacional, el francés, que no sólo le permite comunicarse con aquellos que le rodean, sino también a acceder y aprender a comprender el mundo en el que vive.
El lenguaje se ejerce primero a través de la experiencia cotidiana, pero sus funciones más complejas se descubren también en situaciones pedagógicas organizadas para que todos progresen sobre la base de una evaluación cualitativa de sus logros y de sus necesidades. La importancia que en preescolar se concede a los usos orales del lenguaje no
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