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El Mono Verde


Enviado por   •  1 de Febrero de 2013  •  673 Palabras (3 Páginas)  •  460 Visitas

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El Mono Verde

Lucia y Joaquín tenían una hija de apenas unos meses de edad, cuando se mudaron a su nueva casa, desde el momento en que llegaron notaron una nueva actitud en la bebe, y es que se quedaba mirando fijamente a un punto en especifico, después sonreía y parecía seguir algo con la mirada, de un lado al otro, volteaba , señalaba. No pusieron mucha atención al hecho pues les decían que los bebes están conociendo el mundo y se sorprenden con todas las cosas.

Paso así el tiempo, cuando la pequeña tenía más de un año, y la actitud seguía siendo la misma, con algo extra, en esta ocasión, jugaba con alguien, pasó así el tiempo, hasta que aprendió a hablar, y solo podían escucharla decir –ahí, ahí, ahí está-, hasta que por fin tubo edad suficiente los padres le hicieron la pregunta directa –¿Quien está ahí?- a lo que la aun niña respondió: -El Mono Verde-, de ese día las cosas cambiaron un poco, se quebraban las ventanas, los vasos y platos en la cocina, los espejos del baño, perfumes, las revistas amanecían deshojadas y rotas, por lo cual culpaban siempre a la niña, y ella simplemente decía: –El Mono Verde lo hizo porque está enojado conmigo y quiere que me castiguen-, y así sucedía, la niña era castigada en su habitación, pero las cosas no dejaban de suceder, sabanas desgarradas, paredes arañadas, hasta un terrible día, en que el dinero de la cartera de su padre apareció cortado en pedacitos, con un rastro muy obvio hasta la habitación de la niña, por más que ella insistió en que el mono verde lo hizo en venganza porque se negaba a seguir jugando con él, sus padres no le creyeron, a pesar de que ella lucia muy sincera al decir que le estaba pidiendo hacer cosas malas.

La encerraron en su habitación, poniendo una silla para atrancar la puerta y que no pudiera salir, los gritos de la niña eran demasiado fuertes y desesperados, imploraba que la dejaran salir, pero nadie la escucho, al próximo día en cuanto abrieron la puerta, el cuerpo de la niña se desvaneció en los pies de sus padres, había hecho un hoyo en la puerta por la desesperación, sus uñas estaban incrustadas en la madera, al igual que la carne de sus dedos, rascó con tanta fuerza que se le podían ver los huesos, y en su espalda, cientos de heridas que parecían haberle convertido la piel en bata, aterrorizó a sus padres que corrieron con ella al hospital.

Estuvo internada varios días sin mejoría, los padres se turnaban para cuidarla, una noche en que la madre fue a su casa por ropa limpia, encendió una veladora en el cuarto, a petición de la abuela de la niña, de rodillas en medio de la habitación, antes de levantarse vio a través del humo un pequeño bulto en una esquina, pero cuando no había humo de por medio, no podía verlo. Se acercó con la veladora en mano, hasta el bulto, y este al verse descubierto le saltó encima, desgarrándole el rostro,

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