El Reino De Este Mundo
patriciamercedes21 de Agosto de 2011
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Lo real maravillosoEn el prólogo de El reino de este mundo, Carpentier describió su visión de "lo real maravilloso" o lo maravilloso real, que aun cuando algunos críticos lo interpreten como sinónimo de realismo mágico, esto no es correcto (ver también: real-maravilloso)
A grandes rasgos, el concepto de lo maravilloso implica un sentido de sorpresa enfrente a lo inusual, inesperado, o un fenómeno improbable. Este puede ocurrir en varias maneras: naturalmente, como resultado deliberado de la manipulación de la realidad o por la percepción del artista, y finalmente por intenciones sobrenaturales. Por otra parte, estos provocan la presencia de algo diferente de lo normal.
Carpentier, ya muy alejado de los surrealistas, concluye que lo real maravilloso es patrimonio y natural de Latinoamérica.
Es por esto que algunos de los personajes de la novela están tomados de la realidad, como por ejemplo, François Mackandal el más famoso líder de la Revolución haitiana.
La influencia de esta obra y, en realidad, de esta teoría fue enorme en los posteriores escritores latinoamericanos.
[editar] Personajes[editar] Ti NoelProtagonista de la obra. Negro esclavo que no sabe de letras, seguidor de Mackandal y Bouckman, su dueño es Monsieur Lenormand de Mézy. Tras las revueltas en Haití la casa del amo ha quedado destruida, así que Lenormand viaja con sus esclavos a Cuba en busca de otra suerte; allí el amo se hace jugador de naipes hasta que pierde todo, incluido Ti Noel. Con su nuevo amo,Ti Noel reúne el aguinaldo suficiente para ir en cubierta de vuelta a Haití. Allí vivirá en las ruinas de la antigua casa de Lenormand y participará de manera importante en el derrocamiento del rey negro Christophe, quien se había hecho más tirano que los franceses. Finalmente, durante el gobierno de los mulatos republicanos, éste practicará ejercicio de la metamorfosis y el domino de las fuerzas de la naturaleza.
Ti Noel, por un lado, representa la creencia en la tradición africana de Haití, el vudú, la teriomorfismo, la magia, etc, y por otro, es un hombre que ante todo es un amante de la libertad.
[editar] MackandalEl rebelde que instiga el alzamiento. En un accidente pierde un brazo y Ti Noel se hace amigo de él. Mackandal le lleva a conocer a una mujer con poderes mágicos. Mackandal huye y Ti Noel recibe una nota suya para un encuentro que tiene plazo en una cueva. Los colonizadores logran capturar a Mackandal. Cuando deciden quemarlo, sirviendo como lección para los esclavos, éste se transforma en mariposa (eventualmente se le denominará Mackandal a una especie de mariposas provenientes de Haití) logrando así la libertad. La transformación solo la ven los esclavos y los iniciados de la religión vudú. El poder de cambiar de figura es una característica de las religiones animísticas, y aquí es exactamente lo que señala es "lo real maravilloso" de Carpentier. Los amos no se dan cuenta de esa transformación. Carpentier revela esos dos puntos de vista, cambiando la perspectiva narrativa. Mackandal es el ídolo de los esclavos en la obra, ya que simboliza la libertad y poderes estrictamente afroamericanos.
[editar] BouckmanPersonaje histórico. Figura jamaiquina, sucesor y continuador de los proyectos del manco Mackandal, y dirige la segunda revuelta de negros, muere decapitado.
[editar] ArgumentoCuando el joven Ti Noel escuchaba fascinado los mitos de Mackandal, un negro rebelado contra los blancos. Estas historias, ocurridas en los grandes reinos africanos donde hombres y animales se ayudaban mutuamente y donde los héroes eran capaces de manipular mágicamente los elementos, alimentan las ansias de libertad de los esclavos, quienes se lanzan a la lucha y proclaman la rebelión, envenenando al rebaño y la gente. Mackandal, investido de Altos Poderes, puede transformarse en animal de pezuña, en ave, pez o insecto.
Aunque el alzamiento fracasa y Mackandal perece en la hoguera de los amos franceses, los esclavos creen en sus poderes, que cantan al son de los tambores por todos los rincones de la isla, poseídos de una fe colectiva inquebrantable.
Pasan los años, y un maduro Ti Noel asiste con nuevas esperanzas a la rebelión del caudillo Bouckman, el jamaicano que trae las noticias de una lejana revolución francesa que ha declarado ilegal la esclavitud, pero que no consigue imponer sus teorías en Haití. Después de batallas perdidas, fracasos, represiones y peligros sin fin, Ti Noel emprende el regreso a la hacienda de su juventud por una tierra en que la esclavitud (eso cree) ha sido abolida para siempre. Pero un día se detiene a contemplar maravillado el espectáculo más inesperado en su larga existencia: el Palacio de Sans-Souci, que miles de esclavos negros vigilados por húsares negros construyen para el rey negro de Haití, Henri Christophe, el nuevo tirano, antiguo cocinero de una posada de Ciudad del Cabo.
Había largos cobertizos, una cúpula asentada en blancas columnas, terrazas, estatuas, arcadas, jardines, pérgolas y laberintos de boj. Jóvenes capitanes de bicornio, constelados de reflejos, sonaban el sable sobre los muslos en la explanada de honor. A las ventanas se asomaban damas coronadas de plumas. Pero, cuando Ti Noel está admirado, un garrotazo en el lomo inicia su vuelta a la esclavitud. Deberá trabajar para el rey Cristophe en la construcción de una fortaleza denominada La Citadelle, más impresionante que el palacio. Ésta fortaleza se alza en la cima del Gorro del Obispo, florecida de hongos encarnados, mole de ladrillos tostados, levantada más arriba de las nubes, con tales proporciones que las perspectivas desafiaban los hábitos de la mirada. Henri Cristophe instaura allí una corte napoleónica, rica de entorchados y libreas doradas, reluciente de uniformes y botas de charol.
Allí hace tocar a las bandas militares las músicas europeas y ordena cuando le place la muerte de "un perezoso" o la ejecución de "los peones tardos". Pero su reino es efímero, un decorado falso de imitación europea, con disciplinas impuestas sin sentido y falaces emulaciones de otros poderosos del Viejo Mundo.
Un día los tambores del relevo de guardia suenan con ritmos aciagos para el primer rey negro de Haití, desacompasándose en tres percusiones distintas producidas, no ya por los palillos, sino por los dedos sobre los parches. Están tocando el manducumán, que anuncia el fin de la monarquía. En la noche "truenan los tambores radás, los tambores congós, los tambores de Bouckman, los tambores de los Grandes Pactos, los tamborés todos del Vudú, en vasta percusión que avanzaba sobre Cristophe, apretando el cerco". El rey, asediado por los rebeldes, se suicida en la soledad de sus vastas habitaciones.
Ti Noel reemprende la vuelta a su antigua hacienda, un largo peregrinar de sufrimientos, porque ahora surgen nuevos amos en las llanuras del Norte: son los Mulatos Republicanos, que declaran obligatorias las tareas agrícolas y reclutan otra vez a los esclavos. Esta nueva aristocracia se apoderaba de las antiguas haciendas, de los privilegios y de las investiduras. El látigo no cesa. Amos blancos, amos negros y amos mulatos: "El anciano comenzaba a desesperarse ante ese inacabable retoñar de cadenas, ese renacer de grillos, esa proliferación de miserias, que los más resignados acababan por aceptar como prueba de la inutilidad de toda rebeldía. Ti Noel temió que lo hicieran trabajar sobre los surcos a pesar de su edad, pero el recuerdo de Mackandal volvió a imponerse en su memoria"
Y el anciano esclavo reflexiona en torno al destino del hombre "Padece, espera y trabaja para gentes que nunca conocerá y que a su vez padecerán, esperarán y trabajarán para otros, que tampoco serán felices, pues el hombre ansía siempre una felicidad situada más allá de la porción que le es otorgada. Pero la grandeza del hombre está precisamente en querer mejorar lo que es. En imponerse Tareas. En el Reino de los Cielos no hay grandeza que conquistar, puesto que allá todo es jerarquía establecida, incógnita despejada, existir sin término, imposibilidad de sacrificio, reposo y deleite. Por ello, agobiado de penas y de Tareas, hermoso dentro de su miseria, capaz de amar en medio de las plagas, el hombre puede hallar su grandeza, su máxima medida en el Reino de este Mundo".
•LAS CABEZAS DE CERA
La novela comienza hablándonos sobre Ti Noel, un esclavo negro, y su amo Monsieur Lenormand de Mezy, obviamente blanco.
El esclavo tenía pericia en entrenar potros y era por esto que su señor lo apreciaba. En su caminata por el pueblo de Cabo Francés, se detuvieron en una barbería, la cual tenía cuatro cabezas de cera en su vitrina adornadas con pelucas. Ti Noel fijó su atención en éstas, admirándolas por un rato, pero lo que le pareció aún mas interesante y gracioso fue que la carnicería colindante exhibiera cabezas de terneros desolladas. Esto lo llevó a imaginarse las cabezas de cera preparadas para un banquete, es decir, servidas como comida; arregladas y sazonadas para la ocasión.
Fue en ese momento cuando divisó en un local más allá de la carnicería otras cabezas colgadas. Eran estampas europeas, con reyes grabados en ellas, todos blancos y todos majestuosos. Pero lo que verdaderamente le gustó fue un grabado de cobre que estaba al final, éste representaba un hombre blanco siendo recibido por gente negra en medio de una selva. Luego de preguntarle al encargado, éste le explicó que era un rey del país de los esclavos. Al recibir esta información, Ti Noel recordó
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