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El Siglo De Las Luces

alejandra99070828 de Octubre de 2014

4.406 Palabras (18 Páginas)320 Visitas

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INTRODUCCION

 El siglo de las luces es una novela histórica escrita por Alejo Carpentier publicada en 1962.

 Esta obra es ficción basada en un episodio ocurrido en la isla de Guadalupe durante la Revolución Francesa, el tema es ideológico, aunque la descripción de paisajes, tierras y mares del Caribe, ocupa un lugar destacado.

BIOGRAFIA

Alejo Carpentier

(1904/12/26 - 1980/04/24)

Alejo Carpentier

Novelista, ensayista y musicólogo cubano

Nació el 26 de diciembre de 1904, en Lausana, Suiza. Hijo de un arquitecto francés.

Cursó parte de sus primeros estudios en su ciudad natal, y con doce años, se trasladó a París donde asistió al liceo de Jeanson de Sailly, y se inició en los estudios musicales con su madre, desarrollando una intensa vocación musical. Al regresar a su país, estudió arquitectura, aunque no finalizaría la carrera.

Comenzó a trabajar como periodista y a participar en movimientos políticos izquierdistas. Fue encarcelado y con su puesta en libertad se exilió en Francia. Regresó a Cuba donde trabajó en la radio y llevó a cabo importantes investigaciones sobre la música popular cubana. Visitó México y Haití donde se interesó por las revueltas de los esclavos del siglo XVIII. Se trasladó a Caracas en 1945 y no regresó a Cuba hasta 1956, año en el que se produjo el triunfo de la Revolución castrista. Trabajó en varios cargos diplomáticos para el gobierno revolucionario.

En su obra, se puede observar influencias del surrealismo. Trabajó en la revista Révolution surréaliste, por encargo expreso del poeta y crítico literario francés André Breton. Entre sus novelas destacan: El reino de este mundo (1949), sobre la revolución haitiana y el tirano del siglo XIXHenri Christophe, y Los pasos perdidos (1953), el diario ficticio de un músico cubano en el Amazonas. Guerra del tiempo(1958) sobre la violencia del gobierno cubano durante la década de 1950. En el año 1962 publicó El siglo de las luces, que trata de la vida de tres personajes arrastrados por la Revolución Francesa. Concierto Barroco (1974) expone sus visiones acerca de la mezcla de culturas en Hispanoamérica. Le siguieron El recurso del método (1974) y La consagración de la primavera (1978).

El término "lo real maravilloso" inventado por Carpentier y divulgado en el prólogo a su novela El reino de este mundo ha servido para tipificar su propia novelística. Es un simil del llamado "realismo mágico" incorporado a la descripción de la realidad hispanoamericana.

En 1977, recibió el Premio de Cervantes de Literatura.

Alejo Carpentier falleció el 24 de abril de 1980 en París (Francia).

¶2. Resumen del argumento

Capítulo I. Empieza la novela con la descripción del ambiente triste de una casa grande, destartalada, después del funeral del padre de Carlos y Sofía. Ha terminado la estación de las lluvias en el Trópico. También está con ellos Esteban, primo de Carlos y Sofía, quien después de quedar huérfano, había sido criado en la casa de sus primos como un hijo más. Sufre ataques de asma con frecuencia; se dedica a la lectura y su cuadro predilecto "es una gran tela, venida de Nápoles; de autor desconocido que, contrariando todas las leyes de la plástica, era la apocalíptica inmovilización de una catástrofe. Explosión de una Catedral, se titulaba aquella visión de una columnata esparciéndose por el aire en pedazos —demorando un poco en perder la alineación, en flotar o para caer mejor— antes de arrojar sus toneladas de piedra sobre gentes despavoridas" (pp. 18-19).

Sofía se había educado en un colegio de monjas, en régimen de internado, y Carlos, después de los primeros estudios, se dedica a la administración de la hacienda de la familia. Su padre era comerciante y tenía un gran almacén en La Habana. Pasa el año de luto, que aprovechan los tres jóvenes para desentenderse de todo compromiso social y permanecer en casa. Un día, un comerciante francés, de una edad intermedia, "era un hombre sin años —acaso tenía treinta, acaso cuarenta, acaso mucho menos—" (p. 31), llama a la puerta cuando la servidumbre estaba fuera y ellos tres durmiendo. Deja una tarjeta de visita por debajo de la puerta que dice: Víctor Hugues —negociant— Port-au-Prince. Vuelve a las diez de la noche, e insiste tanto en llamar que un criado le deja entrar. Traía cartas de presentación para el padre difunto y, tanteando el ambiente de los jóvenes, consigue con atrevimiento —procura, por ejemplo, que Esteban cure de su asma, llamando a un amigo suyo, el Dr. Ogé, mulato que estudió en París— formar parte de esta pequeña familia.

Víctor, que refleja un dominante afán de imponer pareceres y convicciones (p. 31), influye en los tres: "era inteligente para el comercio (...) estaba, sin embargo, por el reparto de tierras y pertenencias, la entrega de los hijos al Estado, la abolición de las fortunas..." (p. 53). El albacea que el difunto comerciante había nombrado se considera responsable de los tres jóvenes, y vela por sus amistades. Víctor se enfrenta con él y consigue desplazarlo. Mientras tanto, en Europa, la Revolución está en marcha en la última parte del siglo XVIII. Del Dr. Ogé son estas palabras: "'Hemos rebasado las épocas religiosas y metafísicas; entramos ahora en la época de la ciencia. La estratificación del mundo en clases carece de sentido. Hay que privar al interés mercantil del horroroso poder de desatar las guerras. La humanidad está dividida en dos clases: los opresores y los oprimidos'. La costumbre, la necesidad y la falta de ocios impiden a la mayoría de los oprimidos darse cuenta de su condición: la guerra civil estalla cuando la sienten. Los términos de libertad, felicidad, igualdad, dignidad humana, regresaban continuamente en aquella época" (p. 71).

Víctor, dueño de la situación, les convence para embarcarse hacia Port-au-Prince, Francia ultramarina, donde tiene su comercio y su almacén. La Revolución ha llegado a Haití: los esclavos se han sublevado y queman y destruyen todo lo que encuentran, incluido lo que pertenecía a Víctor: "Los tres llegaron a un solar yermo, donde algunas maderas calcinadas se erguían aún, humeantes, escamadas de cenizas, entre pequeñas hogueras. El negociante se detuvo, tembloroso, crispado, con el sudor cayéndole de la frente, de las sienes, de la nuca. Les hago los honores de la casa —dijo—. Allí estaba la panadería, aquí el almacén" (p. 86).

Huyen al puerto de Santiago de Cuba pero Víctor no puede acercarse a La Habana porque ha sido denunciado como masón. Mientras, sigue adoctrinando a los jóvenes, asegurándoles que "... se estaba asistiendo, allá, al nacimiento de una nueva humanidad (se refiere a Francia y a la revolución de los esclavos negros)... Hacia el oriente se erguía, enhiesta y magnífica, vislumbrada por los ojos del entendimiento, la Columna de fuego que guía las marchas hacia toda la Tierra Prometida" (p. 91).

Capítulo II. "La Revolución había infundido una nueva vida a la Calle..." (p. 96). "... ciñendo el atraso de España a un sombrío cuadro de monjas llagadas, milagrerías y harapos, persecuciones y atropellos... país dormido, tiranizado, falto de luces... Francia esclarecida, cuya Revolución había sido saludable, aplaudida, aclamada por hombres como Jeremías Bentham, Schiller, Klopstock, Pestalozzi, Robert Bruce, Kant, Fichte (...). Pero no basta con llevar la Revolución a España; hay también que llevarla a América, decía Esteban en esas reuniones hallando siempre la aprobación de un Feliciano Martínez de Ballesteros, venido de Bayona..." (p. 99).

Víctor, hombre práctico, no desea pararse en teorías. Sus ideas revolucionarias se presentan claras y concretas, sin reinterpretaciones: "Dijo Víctor, que estrenaba traje nuevo, de muy buena factura, con unas botas que aún sonaban a cordobán de almacén. '¡Ah! Y si viene el caso hablar de eso: nada de masonerías. Si quieres estar con nosotros, no vuelvas a poner los pies en una Logia. Demasiado tiempo hemos perdido ya con esas ‘pendijadas’. Advirtiendo la expresión asombrosa de Esteban añadió: 'La masonería es contrarrevolucionaria. Es cuestión que no se discute. No hay más moral que la moral Jacobina'. Y, tomando un Catecismo del Aprendiz que estaba sobre la mesa, lo rompió por el canto de la encuadernación, arrojándolo al cesto de los papeles" (p. 103).

Esteban, llevado de sus ideas, sale para el continente europeo, y su viaje es descrito como un peregrinar por el Camino de Santiago de Compostela, "sintiéndose más cerca del Pórtico de la Gloria, cuando a menos jornadas le quedaban el Hospital de San Hilario de Poitiers (...) y el descanso de Bayona (...). Marchando hacia la sublime obra del Maestro Mateo, quien de seguro —no podía haber duda en esto— habría sido masón como Brunelleschi, Bramante, Juan de Herrera, o Erwin Steinbach, el edificador de la Catedral de Estrasburgo" (p. 120).

Esteban se aburre en Bayona, alejado de París, traduciendo al castellano panfletos revolucionarios que no son bien acogidos en España, y vuelve al Caribe. En Haití, encuentra a Víctor revestido de todos los poderes de la Revolución, temido por su ferocidad. "La Revolución había forjado hombres sublimes, ciertamente; pero había dado alas, también, a una multitud de fracasados y resentidos, explotadores del Terror que, para dar muestras de alto civismo, hacían encuadernar textos de la Constitución en piel humana.

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