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El apando


Enviado por   •  29 de Enero de 2013  •  Ensayos  •  470 Palabras (2 Páginas)  •  445 Visitas

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EL APANDO

El paisaje es siempre el mismo: corredores con rejas y muros grises, policías que observan cada movimiento, cada ir y venir de los presos; que huelen todos los hedores que produce el encierro sin diferenciarlos de los propios, unificados en uno solo; que escuchan cada grito, cada maldición, creyendo en todo momento que son ellos quienes están afuera, quienes vigilan a los que están del otro lado de las rejas. Ambos encerrados, ambos uniformados. Las diferencias en realidad son pocas, aunque sustanciales: unos son los sometidos, los otros son quienes someten; unos pueden salir al cielo abierto para ir a otro encierro más llevadero, el de la cotidianidad, donde pueden jugar a ser los dueños de sus vidas, ver televisión, acudir al retrete con la sección deportiva bajo el brazo, ducharse con sensata regularidad. Los otros, en cambio, están encerrados en el encierro, laberinto concéntrico cuyo corazón es el apando, la última prisión, la más intestina, allí donde sólo unos cuantos pedazos de luz se atreven a recortarse contra la pared mugrosa, con un dibujo preciso, sólido, negro, de los barrotes. El apando, vientre umbrío que pare cabezas sudorosas, desesperadas por mirar algo más que cuatro paredes, y sin embargo resignadas a emerger recostadas en una oreja, a obstruirse a sí mismas la anhelada visión, a crearse, por tanto, un encierro todavía más profundo.

Y dentro de ese encierro existen otras prisiones aún más lúgubres, por estar disfrazadas con el velo de la libertad: aquellos momentos en que la droga brinda la sensación ilusoria del escape, sensación benéfica, pues ayuda a no toparse de bruces con la realidad, a sobrellevar con alguna esperanza el renuente paso de los días. Pero ese "bienestar", en cuanto se consume, debe ser renovado, a cualquier costo, aun aquél que implica la tolerancia del Carajo, ese ser siniestro, tullido, miserable, cuya principal virtud es saber traicionar en el momento justo; es decir, ejercer una clase de libertad más abstracta y eficaz que la que produce la droga: la voluntad. Revueltas sabe exactamente de cuántos pasos –lo vivió varias veces en su vida– consiste aquel encierro: “…treinta metros más o menos, sesenta de ida y vuelta…” y sabe también que en ese espacio es fácil que fructifique el odio irracional, el asco, de por sí insoportable, que sienten Polonio y Albino al convivir con esa maldición materializada que es el Carajo, y como medio para sortear la repulsión, abrigan la esperanza de deshacerse de él, de matarlo, de liberarse de su mirada de mal agüero. Pero no lo hacen, no aún, lo necesitan para una última tarea antes de liquidarlo; es decir, lo necesitan a él porque necesitaba a su madre.

PERSONAJES

Principales: Polonio, albino y el carajo

Secundarios: guardias

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