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El cuento. El Bastón de la Anciana.


Enviado por   •  11 de Septiembre de 2016  •  Reseñas  •  2.560 Palabras (11 Páginas)  •  304 Visitas

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 [pic 1]      Universidad Autónoma de Nuevo León       [pic 2]

              Preparatoria 22

“Actividad Integradora”

Unidad de Aprendizaje: Literatura

Etapa 1: El Cuento

El Bastón de la Anciana.

Todo comenzó hace un par de años atrás, cuando Ana y su Esposo Martin estaban buscando una nueva casa, y efectivamente la encontraron en un Pueblo algo lejano a la ciudad. Dicho pueblo estaba situado en zona rural, había muchas áreas verdes, pocos automóviles, y muy cerca del bosque, se sabía que el pueblo era un lugar demasiado tranquilo y a la vez bonito, se podría decir que era lo contrario a la cuidad. Después de que ellos llegaron al pueblo, este, empezó a poblarse más, es decir, Ana y Martin comenzaban a tener cada vez más vecinos. A un lado de su casa llego a vivir una señora como de 40 años de edad de nombre Silvia la cual estaba viuda, pero tenían 2 hijos uno de nombre Arturo con 17 años y el otro de nombre Sergio con 15 años.

Todo era muy tranquilo en aquel pueblo lejano, los vecinos Vivian tranquilos, en armonía, matriculaban a sus hijos a la escuela, para poder asistir a sus respectivas clases. Ana se encontró con Silvia –su vecina- y le dijo

-Buenos días señora Silvia

-Buenos días Ana –respondió-

-¿Qué tal el pueblo?, ¿te sientes a gusto?

- Si, está mucho mejor que el departamento que nos había dejado mi esposo a mí y a mis hijos.

- Ya veo, ¿Dónde está su esposo doña Silvia?, desde que llego aquí no lo eh visto en el pueblo, y eso que vivimos alado.

-Lamentablemente mi esposo murió hace 5 años en un accidente de automóvil, cuando mi hijo Sergio tenía 10 años, él nos había dejado un departamento en la ciudad, pero mis hijos y yo no estábamos a gusto, nada se compara como tener tu propia casa, en donde los vecinos no escuchen cada movimiento que haces, y donde podamos vivir más tranquilos.

-Oh, Lo siento mucho por lo de su esposo doña Silvia, Mi esposo Martin y yo estamos dispuestos a ayudarle con lo que necesite.

-Muchas gracias Ana, nos vemos después, que ya me toca matricular a mi hijo a la escuela.

Pasaron los días, los niños ya asistían a la escuela, sus mamas iban a dejarles de comer, y a recogerlos a la hora de su salida.

Los vecinos comenzaron a notar algo fuera de lo normal en la calle principal del pueblo, ya que, algunas veces se veía que pasaba una ancianita por la calle, caminando a paso lento, con un bastón con el que se sostenía para caminar, lo raro de los vecinos es que nunca supieron cuando se fue a vivir, porque no hubo camión de mudanzas y no creían que aun hubiesen casas disponibles dentro del pueblo.

Era un día martes 14 de marzo del año 2000, en la escuela, las madres y padres acuden por sus hijos, en eso, Martin ve a Silvia y le hablo

-Doña Silvia – dijo en voz alta-

-Mande don Martin –dijo Silvia-

-¿Ve a la anciana que va caminando por la calle principal? ¿Allá casi por las afueras de este pueblo?

-Si don Martin, la veo, y no es la primera vez, ya que desde hace un mes esa ancianita, ha estado pasando a diario por aquí, y solo por la calle principal.

-¿Dónde vivirá? ¿La pobre anciana estará sola?

-No lo sé, ni siquiera sé dónde vive, pero si le parece bien podemos ir a buscarla hoy por la tarde usted, su esposa Ana y yo, para ofrecerle nuestra ayuda en caso de que lo necesite.

-¡Me parece muy buena idea! –Exclamo Martin-

-Bueno, lo comenta con su esposa don Martin.

-Si doña Silvia, Adiós.

Martin llega a su casa con cara de misterio y le dice a Ana la propuesta que doña Silvia le había hecho en la escuela, y sin dudarlo Ana acepto ir a buscar la casa de la ancianita. Ambos con la intriga y doña Silvia de la misma manera en su casa, se estaban preparando para salir a buscar la casa de la ancianita, Martin y Ana, se pusieron de acuerdo para seguir la ruta más acertada que seguía la anciana de acuerdo a lo que han visto con el paso de los días, y doña Silvia se pone a analizar los rasgos físicos de la anciana.

Llega la tarde, los vecinos salen de sus casas, como habían acordado, y caminan por la calle principal del pueblo, como era costumbre de la anciana. En eso doña Silvia dijo:

-Vecinos míos, las veces que eh visto a la anciana, se ve sucia, rara, se ve como si siempre llevara consigo la misma ropa y el mismo calzado, además, cuando la veo caminar, siempre se dirige exactamente con la misma ruta, por los mismos lugares, y cuando sale del pueblo ya no se alcanza a ver, ¿no se les hace raro? ¿La anciana vivirá fuera de este pueblo? ¿Vivirá sola?

-No lo había notado –dijo Ana- quizá porque nunca le había puesto la suficiente atención a la anciana cuando pasa.

-Ya vamos a salir del pueblo –Dijo Martin- y de aquí ¿para dónde vamos?

-No lo sé –dijeron Silvia y Ana-

-Quizá es por allá, ¡síganme! –Exclamo Martin-

En eso Martin había observado un camino de tierra, entre los árboles, arbustos y hierbas del bosque, el camino de tierra tenía como unas franjas muy pequeñas con piedras de rio, y parecía no tener dirección fija. Lo que causo más curiosidad a Martin y el junto con Silvia y Ana su esposa, siguieron el camino, recorrieron y recorrieron el camino y Ana dijo:

-Martin Ya fue mucho, ¿no crees?

-Sigamos -dijo Martin-

Siguieron recorriendo el camino de tierra en el bosque, y en eso Martin -que era quien iba más adelantado- se detuvo bruscamente, al observar al frente de una casa, pero esta tenía algo raro, era una casa ya muy antigua, tenía número 347, estaba pintada de color blanco, que se veía como gris debido al polvo y la antigüedad que se veía que tenía ya esa casa. Llegaron a emparejarse Ana y Silvia con Martin, quienes también se detuvieron a observar aquella casa antigua, fea, sucia y horrorosa.

-¿Sera aquí? – Dijo Martin

- Vamos a averiguarlo en seguida –exclamo Silvia-

-Toquémosle a la puerta, para saber si alguien nos responde –dijo Ana-

Toc Toc, tocaron la puerta como 6 veces y nadie abrió ni hablo, Martin con las manos llenas de polvo toco por séptima vez, y sorpresa, la puerta se abrió sola.

-¿Entramos? Dijo Martin.

-No perdemos nada –dijeron Silvia y Ana-

Entraron a la casa, y notaron que ya dentro esta estaba muy deteriorara, las ventanas no se habrían, el piso estaba lleno de polvo y las paredes estaban completamente descoloridas, y otra cosa de la que se dieron cuenta es de que, solo había muy pocos muebles, y una chimenea al centro de la sala.

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