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El gran desafío a Ia doctrina Monroe

danielcoreaReseña10 de Noviembre de 2015

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XIII

El gran desafío a Ia doctrina Monroe

Don Juan Rafael Mora es el exponente más Conspicuo del patriotismo.

Cleto González Víquez (1924)

Managua se defiende del acoso de la Administración Buchanan, obstinada en la ratificación del Tratado Cass-Irisarri. Algunos consideran el tratado «la escritura de venta de Nicaragua», otros «el filibusterismo pacífico”, más en grande y con más poder que el capitaneado por Walker. El embajador Irisarri sentencia «El tratado o la muerte»; apremia pasarlo primero y reformarlo después. El presidente Martínez es tajante: «Jamás llevará mi aprobación».

El Cass-Irisarri es un acuerdo comercial que establece una ruta del tránsito, con potestades cedidas a los Estados Unidos para emplear fuerzas militares en Ia protección de pasajeros y carga. EI tratado, juzga un historiador, «viene a echar por a la garantía de independencia de Ia América Central establecida por el Clayton-BuIwer de 185O».

EI Presidente Mora respalda a su colega Martínez y declara un corresponsal extranjero: «Deseo testificar personalmente al Presidente de Nicaragua mi apoyo moral a su oposición al Tratado Cass-Irisarri».

1. El sol de Ia Unión Hispanoamericana

Washington echa mano de un experimentado político para que apreté clavijas en el istmo -, el Bósforo americano»—, el general Mirabeau Buonaparte Lamar, Presidente de Ia República de Texas de 1838 a 1841 —primer embajador de los Estados Unidos en Costa Rica—. Un periodico neoyorquino lo define: «Si hay un hombre más intensamente filibustero que ningún otro de nuestros compatriotas, el general Lamar es ese hombre»”. Malquerido en Nicaragua. este amigo personal del presidente Buchanan será bienquisto en Costa Rica.

Gracias a los buenos oficios de El Salvador, se concierta el Tratado Cañas-Jerez que cierra un añejo contencioso por Ia falta de definición de límites. Al recibir las credenciales de los plenipotenciarios nicaragüense, general Máximo Jerez, y salvadoreño, coronel Pedro R. Negrete, dice el Presidente

Mora: «La Divina Providencia ha permitido que hoy se hayan combinado elementos que prometen Ia perfecta unión de Costa Rica y Nicaragua». No sin disconformidades, el instrumento se aprueba en San José, en tres sesiones consecutivas, efectuadas por el Congreso a lo largo de un mismo día.

En Managua, Ia Asamblea Constituyente lo ratifica sin chistar porque «la armonía con Costa Rica la considera Nicaragua necesaria por los constantes amagos del filibusterismo». No obstante, el embajador de los Estados Unidos critica el avance en Ias fraternales relaciones de los vecinos: «Nicaragua ha con cedido todo lo que Costa Rica demandaba y probablemente más de lo que jamás esperaba obtener. [...] Reivindica ahora todo Guanacaste y Ia margen derecha del rio San Juan, desde tres millas abajo del Castillo Viejo. Esta concesión se hizo para inducir a Costa Rica a otro tratado de alianza y defensa contra los filibusteros».

En gratitud por la intercesión, el Presidente Mora escribe a su colega salvadoreño: «EI día vendrá cuando el sol de Ia Unión Hispanoamericana derrame sus rayos en todo el continente que nos legaron nuestros antepasados». El gobernante crece en el ejercicio del mando, intenta enmarcar el acontecimiento en el pensamiento, adaptar el ritmo a Ia duración, asir el episodio al natural y colocarlo en una perspectiva superior.

El Gobierno ofrece un baile en homenaje a Jerez ya Negrete. El Presidente Mora celebra «Ia feliz inteligencia en que está el Gobierno de Nicaragua que, convencido, al fin, de que Costa

Rica no ha disputado jamás por la adquisición de un pedazo dé territorio —objeto de mezquino interés y poca importancia para ambas Repúblicas—, conoce que ésta solo quiere zanjar amistosamente y por siempre, la división territorial para que, dirimido este obstáculo, puedan unirse los dos Estados y ser fuertes Contra sus comunes enemigos». Brinda porque «todos muramos con honor, antes que consentir en ser esclavos».

2. Costa Rica y Nicaragua, ¿bajo Ia protección de Europa?

Ineficaz el contrato de Costa Rica por Ia desaprobación de Nicaragua, inútil el Tratado Cass-Irisarri sin ratificación, inoperante Ia vía del tránsito, asfixiante la deuda de Ia Guerra Patria y cada vez más cercanos ambos gobiernos, tal el marco en que aparece Ia opción de un proyecto tripartito, Costa Rica, Nicaragua y Francia, para construir el canal interoceánico y, al mismo tiempo, colocarse bajo Ia protección del Reino de Cerdeña, el Imperio de Francia y el Reino Unido —los vencedores en Ia Guerra de Crimea—. ¡Es un reto soberbio a Ia hegemonía de los Estados Unidos!

El periodista y escritor Félix Belly llega a San José, en circunstancias halagüeñas, a promover su plan del Canal Napoleón”’. Ha ganado nombradía por Ia decidida defensa de los intereses centroamericanos ante Ia agresión filibustera”.

Un novel escritor lo saluda: «Su hábil pluma pintó nuestra verdadera situación, y Ia Europa se fijó en nosotros. ¡Cuán hermoso es ver Ia elocuencia empleada en defender al débil oprimido y pedir justicia contra el fuerte opresor! (…) Costa Rica ansiaba el momento de manifestar su reconocimiento a su generoso abogado y tiene el gusto de ser Ia primera en recibirle en su suelo». Se cree que, aunque de manera informal, representa al emperador Napoleón lll, cuando en realidad cuenta solo con el proyecto canalero, un frágil respaldo bancario y su ánimo emprendedor. Un historiador nicaragüense registra Ia impresión generalizada de que, «tras de su pequeña figura, anda et figurón del emperador de los franceses». La prensa de los Estados Unidos percibe entre bambalinas a Francia y quizá al Reino Unido. Washington se inquieta e inquiere en París sobre el monsieur. El Presidente Mora lo recibe con honores.

El acreditado francés distingue, con esprit de finesse, «esa mezcla de modestia, dignidad y bondad que constituye el fondo del carácter costarricense. [...] Han bastado dos generaciones para levantar [al país] de la pobreza suma a una holgura general, y de Ia ignorancia absoluta a una instrucción por término medio más amplia que Ia nuestra [francesa]». La economía está abierta al mercado mundial: «Desde el primer día [de Ia Independencia] comprendieron que les faltaban, al mismo tiempo, capitales, ciencia, industria y hasta población, y no han descuidado nada para remediarlo con elementos venidos de fuera». El Presidente Mora — a quien pocos políticos ilustrados de Ia vieja Europa pueden comparársele»—«parece tener apenas treinta y seis años. Es de pequeña estatura, de cara llena, fresca y agradable; tiene un aire muy suave y casi tímido; lleva frac negro sin ningún distintivo, no obstante estar investido de la dignidad española de Capitán General, último resto de Ias tradiciones de Ia Conquista».

Belly persuade al gobernante con el proyecto preparado en Paris, quien acuerda, con su contraparte nicaragüense, reunirse en Rivas. Las conversaciones se realizan en una sala que habla servido de cuartel primero al pirata Walker y luego al Presidente Mora —«la pared, recién enlucida, tiene aún Ias huellas de Ias balas de cañón»—. El general Martínez parece un «hombre de índole fría, que no se franquea fácilmente, pero oculta un corazón de león bajo modales austeros». Los mandatarios suscriben una Convención y una Declaración.

La Convención de Rivas es una concesión por 99 años a Belly y Ia compañía que él constituirá para construir y operar un canal cuya ruta trazarán ingenieros europeos, con terminación en un punto entre la bahía de Salinas y el puerto de Realejo. El canal será el límite entre Costa Rica y Nicaragua, cada una de Ias cuales recibirá el 4 % de los ingresos anuales de Ia empresa. Estará abierto al tráfico comercial de todas las banderas, excluido el tránsito militar, y se promoverá Ia  garantía de su neutralidad con los Estados Unidos. Francia y el Reino Unido. Como medida de excepción, y para salva guardar los intereses de Ia compañía francesa durante Ia etapa de construcción, Francia «tendrá el derecho de mantener permanentemente dos navíos de guerra» en el lago o en Ias aguas del canal. Los trabajos deben comenzar en dos años y Ia inauguración en seis. Hecha en Rivas, en el «aniversario de Ia capitulación de Walker», también firman los cancilleres

Nazario Toledo y Gregorio Juárez, lo mismo que Belly a título de «publicista, caballero de las órdenes de San Mauricio & San Lázaro y de Medjidié». Así, intereses europeos intentan cachar los huevos al águila usamericana.

Como todos los proyectos canaleros a través de Costa Rica/ Nicaragua, esta concesión recibe aprobación parlamentaria pero no llega a concretarse en Ia realidad. Panamá ganará Ia partida. Sin embargo, Ias peripecias de política internacional relativas al Canal Napoleón, hacen historia.

«Martínez vive en continuo despecho», señala un historia-dor del cogollito presidencial nicaragüeño. «Los males hechos por los filibusteros los atribuye a Ia nación norteamericana, cual considera como un pueblo sin Dios y sin conciencia.  [...] Quiere aprovechar el momento de aquella entrevista para exhalar las quejas que tiene, entablando una acusación contra los americanos ante el mundo civilizado». Ese es el origen del segundo documento de los gobernantes, que « no solo revela el temple de alma de los firmantes, sino Ia resolución más completa al arrojar tanto oprobio a Ia nación vecina y formidable de los Estados Unidos del Norte».

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