El lenguaje humano
lis2014Tesis25 de Junio de 2014
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LECTURA Nº 03
El lenguaje humano
Noam Chomsky
El estudio del lenguaje es una de las ramas de investigación más antiguas, que se remonta a la India y Grecia clásicas, con una historia de logros extraordinariamente rica y productiva. Desde otro punto de vista, sin embargo, es una disciplina bastante nueva. En efecto, las principales líneas de investigación vigentes hoy en día adquirieron forma solo unos 40 años atrás, cuando algunas de las ideas seminales de la antigua tradición fueron revividas y reconstruidas, abriendo paso a una línea de investigación que ha demostrado ser altamente fructífera.
El hecho de que el leguaje haya ejercido tanta fascinación a través de los años, no es sorprendente. La facultad humana del lenguaje parece ser una verdadera “propiedad de la especie”, con escasa variación entre los seres humanos y sin que exista nada análogo en otros seres biológicos.
Probablemente los sistemas más similares a ella los encontremos entre los insectos, a un billón de años en distancia evolutiva. Hoy en día, no hay ninguna razón para cuestionar el supuesto cartesiano de que la habilidad para usar signos que expresan pensamientos libremente formados marca “la auténtica distinción entre hombre y animal” o máquina, ya sea que entendamos por “máquina” a los autómatas que capturaron la imaginación de los siglos XVII o XVIII, o a aquéllas que hoy proveen estímulo al pensamiento y la imaginación.
Incluso más, la facultad del lenguaje entra crucialmente en cada aspecto de la vida humana, pensamiento e interacción. Ella es definitivamente responsable del hecho que solo los seres humanos, en todo el mundo biológico, tengamos historia, desarrollo cultural y una diversidad extraordinariamente compleja y rica, e incluso éxito biológico en el sentido técnico. Un científico marciano que nos observara, no podría dejar de notar esta forma de organización intelectual tan única. Por tanto, es perfectamente natural que el lenguaje, con todos sus misterios, haya estimulado la curiosidad de aquellos que tratan de entender su propia naturaleza y el lugar que ocupan en el mundo.
El lenguaje humano tiene sus bases en una propiedad que parece estar biológicamente aislada: la propiedad de la infinitud discreta, que se manifiesta en su forma más pura en los números naturales 1, 2, 3, etcétera. Los niños no aprenden esta propiedad. A no ser que la mente ya posea los principios básicos de ella, no hay ninguna evidencia empírica que pueda proveerlos. De manera similar, ningún niño tiene que aprender que hay oraciones de tres y cuatro palabras, pero no de cuatro palabras y media, y que las oraciones pueden extenderse “ad infinitum” puesto que es siempre posible construirlas de modo más complejo y siempre con formas y significados muy precisos. Para usar una frase de David Hume, este conocimiento no puede más que provenir de “la mano original de la naturaleza”, como parte de nuestra herencia biológica.
Esta propiedad intrigó a Galileo, quien consideró que el descubrimiento de comunicar “nuestros pensamientos más secretos a otra persona, usando 24 pequeños signos” era la más importante de todas las invenciones humanas. Esta invención tuvo éxito porque ella refleja la infinitud discreta del lenguaje que tales signos representan cuando los usamos. Poco más tarde, los autores de la Gramática de Port Royal no dejaron de sorprenderse ante la “invención maravillosa” de que se pueda construir con un par de docenas de sonidos una infinitud de expresiones que nos permiten revelar a otros lo que pensamos, imaginamos y sentimos. Desde un punto de vista contemporáneo, esto ciertamente no es una “invención”, pero no por ello menos “maravilloso” como resultado de la evolución biológica, sobre la cual en este caso no se sabe nada.
La facultad del lenguaje puede ser considerada razonablemente “el órgano del lenguaje”, en el mismo sentido en que los científicos hablan del sistema de la visión, el sistema inmunológico o el sistema circulatorio, como órganos del cuerpo. Entendido así, un órgano no es algo que se pueda extraer dejando el resto del cuerpo intacto. Un órgano es un sub-sistema de una estructura más compleja. Lo que esperamos es entender toda su complejidad a partir del estudio de las partes que tienen ciertas características distintivas y su forma de interactuar. El estudio de la facultad del lenguaje procede de la misma manera.
Damos por supuesto también que el órgano del lenguaje es como otros órganos en cuanto a que su naturaleza está genéticamente determinada. Averiguar cómo ocurre tal determinación, es un proyecto de investigación muy distante, pero sí podemos investigar el “estado inicial”, genéticamente determinado, de la facultad del lenguaje. Evidentemente, cada lengua es el resultado de la interacción de dos factores: el estado inicial y el curso de la experiencia. Podemos imaginar el estado inicial como un “mecanismo de adquisición de lenguas” que procesa la experiencia como “input” y genera lengua como “output”, un “output” que está internamente representado en la mente/cerebro.
Tanto el “input” como el “output” pueden ser investigados. Así, podemos estudiar el curso de la experiencia y las propiedades de las lenguas que se ha adquirido. Esto puede decirnos mucho sobre el estado inicial que interviene entre ambos. Además, hay razones muy poderosas para creer que el estado inicial es común a toda la especie: Si mis hijos hubieran crecido en Tokyo, hablarían japonés, como otros niños allí. Esto significa que la evidencia del japonés tiene relevancia directa respecto a los supuestos teóricos que formulemos en cuanto al estado inicial para el inglés. De esta manera, es posible establecer fuertes condiciones empíricas que deben ser satisfechas por la teoría del estado inicial, además de ofrecer una multitud de problemas para la biología del lenguaje: ¿Cómo es que los genes determinan el estado inicial y cuáles son los mecanismos cerebrales que participan en ese estado y los estados posteriores que se dan por supuestos? Estos son problemas extremadamente difíciles, incluso en el caso de sistemas mucho más simples en los cuales la experimentación es posible, pero algunos pueden comenzar a visualizarse en el horizonte de la investigación.
Para poder continuar, es necesario clarificar la noción de “lenguaje”. Ha habido mucha controversia, muy apasionada, sobre este asunto, generalmente en relación a cómo debería estudiarse el lenguaje. Sin embargo, la controversia no tiene sentido porque no hay ninguna respuesta que sea correcta. Si estamos interesados en saber cómo se comunican las abejas, podemos tratar de aprender algo sobre la naturaleza interna de las abejas, sus relaciones sociales y su hábitat físico. Estos enfoques no están en conflicto pues se apoyan recíprocamente. Lo mismo ocurre en el caso del estudio del lenguaje humano: puede ser investigado desde el punto de vista de la biología y muchos otros: la sociolingüística, lenguaje y cultura, desarrollo histórico, etc. Cada enfoque define su objeto de investigación a la luz de lo que interesa y -si es racional- cada uno tratará de aprender lo que pueda de los otros enfoques. Por qué es que estos asuntos han suscitado tanta pasión en el caso del estudio de los seres humanos es tal vez una pregunta interesante, pero la dejaré de lado por ahora.
El enfoque que he estado esquematizando tiene que ver con la facultad del lenguaje: su estado inicial y los estados que asume. Supongamos que el órgano del lenguaje de Pedro está en el estado L. Podemos pensar esto en términos de que L es el “lenguaje internalizado” de Pedro. Así, cuando hablo de lenguaje, eso es lo que quiero decir. Entendido de esta manera, el lenguaje es “cómo hablamos y entendemos”, una concepción tradicional del lenguaje.
Adaptando un término tradicional a un nuevo enfoque teórico, podemos decir que la teoría del lenguaje de Pedro es la “gramática” de su lengua. El lenguaje de Pedro determina una serie infinita de expresiones, cada una con sus sonidos y significados. En términos técnicos, el lenguaje de
Pedro “genera” las expresiones de su lengua. Por tanto, decimos que la teoría de su lenguaje es una gramática generativa. Cada expresión es un conjunto de propiedades, las cuales proveen “instrucciones” para los sistemas de actuación lingüística de Pedro: el aparato articulatorio, el modo de organizar sus pensamientos, etc. Con el lenguaje y los sistemas asociados de actuación lingüística,
Pedro tiene a su disposición un vasto conocimiento sobre las expresiones de sonido-significado y la correspondiente capacidad para interpretar lo que oye, expresar sus pensamientos y usar su lengua en una gran variedad de otros modos.
La gramática generativa surgió en el contexto de lo que a menudo se llama “la revolución cognitivista” de los años 50 y fue un factor importante en el desarrollo de esta. Independientemente de que el término “revolución” sea adecuado o no, hubo un importante cambio de perspectiva: del estudio del comportamiento y sus productos (como los textos, por ejemplo), se pasó al estudio de los mecanismos internos que participan en el pensamiento y la acción. La perspectiva cognitivista no considera el comportamiento y sus productos como objetos de estudio, sino como datos que pueden proveer evidencia respecto a los mecanismos internos de la mente y los modos en que estos mecanismos funcionan al ejecutar acciones e interpretar la experiencia. Las propiedades y paradigmas que fueron el foco de atención en lingüística estructural tienen su lugar, pero como fenómenos que hay que
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