Ensayo sobre el texto “Luces en la caverna” del autor José Ramón Ayllón
Jesus Daniel Padra TuripeEnsayo13 de Mayo de 2021
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Universidad Monteávila
Comité de Estudios de Postgrado
Especialización en Planificación, Desarrollo y Gestión de Proyectos
Ética
Semestre II.
Ensayo sobre el texto “Luces en la caverna” del autor José Ramón Ayllón
Realizado por:
Sabrina Pérez Viña, C.I 25.304.679.
Jesús Daniel Padra Turipe, C.I 20.801.161
Caracas, 30 de octubre de 2020
En el texto objeto del presente análisis, José Ramón Ayllón exhibe diversos temas que se relacionan, por un lado, con el plano social del ser humano, en tanto su constante interacción con los demás; y por otro lado, con el plano interno, en tanto el desarrollo interior de la persona. Respecto de este último, el autor nos expone en un primer momento, el tema de la ética y la condición humana tomando como punto de partida la doble posibilidad de ser de la conducta humana[1]; así, el hombre diariamente se encuentra frente a situaciones que lo llevan a tomar decisiones, en las que se puede ver denigrada su dignidad o, por el contrario, lo pueden ayudar a ser mejor persona. Estas conductas éticas son juzgadas por el hombre desde la conciencia moral[2], a través de la cual evalúa lo que está bien o mal, lo que es justo o injusto, y con base en ello, y en el deber moral –como exigencia de la razón– que le advierte lo que conviene y beneficia y lo que no[3], fundamenta y toma su decisión. Dicho esto, la ética al reconocer la condición humana, se muestra como una vía para orientar la conducta del hombre y hacerla digna; es el esfuerzo por obrar bien y el vehículo que le permite al hombre establecer orden en sus relaciones humanas.
Respecto del plano social, el hombre además de ser un animal racional, como lo definía Aristóteles, también es un animal social y político, por ende vive en sociedad y su perfeccionamiento como persona depende de esa convivencia con los demás. En esa convivencia, el hombre puede experimentar el afecto, la amistad y el amor; el afecto, en tanto que es el sentimiento positivo que se reduce a la mera satisfacción de estar junto a otras personas[4]; después del afecto, el ser humano puede establecer relaciones entrañables, libres, recíprocas, desinteresadas y benéficas[5] o de amistad con otros. Para Aristóteles, la amistad es convivir y desear para el amigo lo mismo que para sí; por último, vivimos para amar y ser amados, así, el amor, se presenta como la sustancia de la vida humana y como el principio intrínsecamente constitutivo de la personalidad humana[6].
Cuando se habla de Dios, no se puede incluir en el plano social del ser humano o en el plano interno, ya que este se encuentra en un plano superior. Cuando se hace referencia de Dios, no se puede entrar en la conversación de lo bueno o lo malo; ya que él está por encima de ese debate humano, la ética se encarga de estudiar el bien y el mal, así como sus relaciones con la moral, del comportamiento humano; al no ser Dios un humano, queda exento del debate, siendo en palabras del autor, la razón del pasar de la nada a el ser.7
La libertad se debe considerar en el plano social del ser humano y en el plano personal, ya que permite al hombre dominar y controlar sus propios actos, coexistiendo la inteligencia y la voluntad, donde luego de un proceso de racionamiento y conversación entre los dos elementos, el humano elige y hace del diálogo, una acción8. Debe surgir una pregunta, ¿En qué punto somos realmente libres y en qué punto somos actores sociales, interpretando el rol asignado o el rol - dentro de la lista de opciones – que elegimos ser? Los límites convenientes9 pueden entenderse como la frontera de la libertad o como la norma para formar parte del lado correcto del teatro social. Además, ¿existen niveles dentro de los límites convenientes? Porque las libertades se adquieren de acuerdo al nivel de desarrollo y capacidades que adquieran, tengan al alcance y puedan tener en su entorno las personas.
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