Errores Al Redactar
cris2202966 de Octubre de 2014
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Errores al redactar:
Más que un error en sí, es una mala costumbre. Ocurre al escribir las cosas según se le van ocurriendo a uno, sin seguir ningún orden lógico. Esto conlleva otros muchos errores, como son anacolutos, repeticiones innecesarias, omisión de partes importantes, y otras desagradables consecuencias de la falta de previsión. Algunos ejemplos pueden verse en el apartado dedicado a los anacolutos, o en “frases vacías para rellenar espacio”.
Un efecto frecuente y extremo es el texto creado por simple adición. La persona que escribe no piensa en el texto globalmente. Solo escribe una oración a la que añade otra parte, y otra y otra, empleando comas. El resultado es una oración larguísima, confusa e impenetrable. Muestra gran falta de costumbre escritora, y escasa o nula revisión del texto.
Sin duda, esuno de los errores frecuentes más graves en un texto.Otra consecuencia de este vicio en la escritura es la creación de párrafos
oracionales o párrafos-frase. Quienes incurren en este error tienden a escribir largas oraciones que concluyen en un punto y aparte. Puede consultarse la sección sobre cómo escribir párrafos (en este enlace), para corregir este error y aprender a estructurar párrafos adecuadamente.
Los puntos 2.2 y 2.3 contienen errores asociados a esta práctica errónea de la escritura.
En general, estas malas costumbres son fáciles de evitar: consiste en pensar primero, y en escribir después. Cada párrafo debe contener una idea, desglosada en varias oraciones independientes. El empleo de un borrador suele ser el mejor remedio (en el borrador se puede y se debe tachar y reescribir todo lo que a uno le venga en gana). Cuando no hay tiempo para escribir borradores, caso de un examen, lo mejor es tomarse unos minutos para escribir pequeños esquemas al margen, en los que anotemos todo aquello de lo que queremos hablar. Después nos dedicaremos a redactar las ideas recogidas en ese guión. Muchos exámenes podrían mejorar si el alumno no tuviese tanto miedo a que se le olvidasen las cosas, pues las escribe a toda prisa y luego quedan inconexas. Por esta razón, lo mejor es anotarlas al principio y desarrollarlas después. No debe olvidarse una revisión final del ejercicio, para corregir todos aquellos descuidos que se nos pudieran haber pasado. (Si hacemos esquemas o guiones en el examen, conviene avisar al profesor de turno para que no se piense que es una “chuleta”).
NO ESTRUCTURAR LOS TEXTOS
Es una consecuencia de la costumbre mencionada en el punto anterior. Es básico y necesario (y no una especie de “adorno”, como algunos creen) esforzarse por comenzar con una breve introducción todo escrito que emprendamos, así como cerrarlo con una conclusión. Un escrito sin introducción es muy molesto para el lector, que no tiene por qué saber de qué se le va a hablar. Igualmente, la conclusión o cierre de un texto no debe dar la sensación de que el escrito queda “colgado”. La introducción y la conclusión es una mínima cortesía que debemos mostrar con el lector.
ANACOLUTOS BASTANTE BRUTOS
El anacoluto es un error de expresión que consiste en el desorden sintáctico sin motivo, o en la falta de concordancia de los elementos de la oración. Un caso frecuente de anacoluto suele producirse cuando tomamos una idea sobre la que vamos a decir algo, y antes de pensar lo que vamos a decir, la escribimos en primer lugar como comienzo de una frase. Luego resulta que no es el sujeto, y tenemos que dar mil vueltas y revueltas a la oración para darle algún sentido. Ejemplo: un alumno escribe sobre nivel vulgar y se acuerda de haber oído en clase la explicación sobre el dequeísmo. Como le parece importante, comienza enunciándolo, para luego advertir que no debería haberlo hecho, después se hace un lío y sale como puede:
El dequeísmo es, dentro del nivel vulgar, que es el que emplea la gente sin estudios suficientes y que contiene muchas incorrecciones, como ésta del dequeísmo, que es el empleo de “de” ante proposiciones sustantivas que funcionan como complemento directo y no como suplemento o complemento de régimen.
Obsérvese que la primera oración, “El dequeísmo es”, nunca se completa. (La definición del dequeísmo la he apañado un poco, porque tampoco era correcta). El alumno debería haber comenzado hablando del nivel vulgar, y más tarde del dequeísmo, relacionándolo con lo ya expuesto.
— Un caso frecuente y similar al anterior es el de la oración que no se concluye, porque es tan larga que el escritor no recuerda por dónde va y no se molesta en comprobarlo:
La condición de la mujer, que siempre ha sufrido tantas humillaciones a lo largo de la historia, ya que siempre ha dominado el sexo masculino en la educación, la política, la economía, porque siempre las mujeres han estado en su casa, cuidando de sus hijos o como esclavas de sus maridos.
Como observamos, la alumna escritora se ha dejado llevar por la emoción, una cosa le ha llevado a otra, y no ha reparado en que estaba escribiendo algo. Comienza enunciando un sujeto de algún verbo que ya no aparece jamás, porque otras ideas secundarias se van amontonando en el párrafo. Por lo demás, diré que este error suele aparecer en aquellos que escriben “a tirones”, empleando abusivamente las comas. Alargar las oraciones más de lo conveniente, y sin saber qué se quiere decir antes de coger el boli, lleva a disparates como éste.
— También se dan numerosas faltas de concordancia, fruto de las prisas o de la falta de revisión del escrito. Veamos:
*En el nivel vulgar se observa bastante las palabras baúl, que son aquellas que se usan repetidamente y se pierden la utilización de otras palabras
Observemos que el verbo subrayado concuerda con un sujeto imposible, que es el relativo “que” cuyo antecedente es “aquellas”, y que se refiere a “palabras baúl”. Debería ir en singular para expresar impersonalidad, o bien para concordar con “la utilización de otras palabras”, sintagma nominal que sería el sujeto de la construcción en pasiva refleja (consulta tus apuntes sobre este particular). De todos modos, no hace falta pertenecer a la Real Academia para advertir la falta de concordancia. Deberíamos corregirlo de la siguiente manera, y de paso limamos un poco la oración:
En el nivel vulgar abundan las palabras baúl, que son aquellas que se usan repetidamente y a causa de las cuales se pierde la utilización de otras palabras
Otro caso de concordancia incorrecta puede ocurrir con la llamada “concordancia ad sensum”. Se produce cuando hacemos concordar al verbo con el sujeto lógico, y no con el gramatical.
*La mayoría de los jovenes han sentido alguna vez un amor parecido al que don Quijote siente por Dulcinea
Lo correcto sería La mayoría de los jóvenes ha sentido, ya que el núcleo del sujeto es mayoría, y no jóvenes. No puede calificarse de error grave, pero sí resulta algo tosco.
— ¡Perdidos en la selva!. Eso parecen los anacolutos que se producen debido a que el escritor se va enmarañando en un laberinto de palabras del que no sabe salir, o que resuelve con deícticos (pronombres y algunos adverbios). El resultado es la frase interminable, el tururú de palabras y la ensalada de deícticos. El siguiente ejemplo se extrae de un comentario de texto que habla sobre el dequeísmo:
El autor del texto dice que es un vulgarismo. Esto quiere decir que normalmente su uso es el empleado en un nivel vulgar, por gente de la calle, ya sea hablado o escrito, y según él pueden dar el caso de que crean que hablen o escriban según sea el caso, con destreza.
A partir de “calle”, el escritor se ha perdido en ella. Este escritor ha ido añadiendo datos relacionados con lo que tenía que desarrollar (el nivel vulgar), pero enlazándolos tan sólo con lo último que acaba de decir y sin tener en cuenta el conjunto. Un exceso de sujetos omitidos y pronombres abundantes acrecientan más la confusión
-FRASES VACÍAS PARA RELLENAR ESPACIO
A veces, un apuro provoca que el escritor vaya rellenando lo que pueda y como sea. Véase la siguiente oración:
En el código lingüístico encontramos el tipo de palabras que se emplean en cada lugar.
Proviene de un examen. El desventurado autor intentaba rellenar un espacio muerto en la respuesta con algo que parecía sonar bien. Cualquiera que sepa lo que es un código advierte el absurdo del enunciado, pero la frase parece que puede colar porque contiene tecnicismos, y en principio no suena muy mal. Veamos el siguiente ejemplo:
El código lingüístico es el más empleado de todos, ya que en él se observa la comparación de niveles en cada personaje.
Quien escribió este cúmulo de palabras sin fundamento trató de cocinar una tortilla de tecnicismos (personaje, lingüístico, niveles, código...), pero resulta indigerible.
Me recuerda a un cartel absurdo que vi, y decía así: “AVISO: La empresa constructora no se hará responsable del incumplimiento de este aviso”. Como se ve, no por mucho emplear cultismos y tecnicismos, somos más cultos o más técnicos.
MONOTONÍA
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