Feminismos
marian24129 de Diciembre de 2013
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FEMINISMOS
Se ha podido establecer que durante todas las épocas o momentos de la historia, la mujer ha ocupado un papel siempre constante: estar sometida al domino del género masculino. En las sociedades patriarcales es donde encontramos más latente la anterior afirmación, la mujer no ha contado con la oportunidad de acceder y emerger en determinados cargos u ocupaciones, pues estos siempre han pertenecido a los hombres, quienes constantemente han buscado sobresalir, relegando a la mujer a quedarse cuidando de un “hogar”, a ser una propiedad más de la que como todas las demás propiedades, puede disponer a su completo arbitrio. Respecto a este apasionante tema (y cuando me refiero al término apasionante lo hago en el sentido de identificación y consecuentemente de indignación), han sido muchos los autores que han realizado un serio planteamiento al problema del género femenino y han procurado dar solución al desprecio, ultraje y maltrato de los que han sido víctima las mujeres, menospreciadas por los hombres en todos los sentidos.
Con el arribo de la ilustración, aparece el ideal de igualdad, pero no igualdad entre hombre, mujer y ciudadano, sino entre hombre y ciudadano (manifiesta relegación de la mujer); es aquí donde se puede inferir el surgimiento de las primeras manifestaciones del feminismo, aquel que procuraba la consecución de la igualdad entre el hombre y la mujer. Con la llegada Revolución Francesa, también se da el surgimiento de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano con los ya conocidos axiomas de libertad, igualdad y fraternidad, sin embargo, y como es costumbre, las mujeres quedaron excluidas de dicha declaración, quedaron excluidas del ejercicio de sus derechos. Es en este marco, en el que Olympe de Gouges redacta la “Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana” procurando esencialmente la igualdad entre el hombre y la mujer, que se le reconozcan a las mujeres sus derechos, es decir, los mismos de los que goza el hombre, ya que entre ellos no existe diferencia alguna en cuanto a facultades y capacidades intelectuales, por lo que resultaría completamente razonable que obtuviesen los beneficios e incluso que fueran partícipes de las mismas represalias o castigos a los que son sometidos los hombres. El principal propósito de la antiesclavista Olympe de Gouges es la instauración de una sociedad sin restricciones de género, una sociedad donde claramente se desarrollen los ideales de libertad, igualdad y fraternidad propuestos por la Revolución.
Las mujeres que comienzan a exponer sus obras, las desarrollan en un contexto de grandes revoluciones, pues recordemos que ya se había producido la Independencia de las trece colonias Norteamericanas y estaba sucediendo la revolución parda de Haití, por lo que pensaban que con estos cambios universales y más aún, con la Revolución Francesa y las máximas que ésta proponía para la consecución de una mejor sociedad, se incorporarían sus demandas, sin embargo, no fue así, la Revolución no tuvo en cuenta esos propósitos.
En la misma época que Olympe de Gouges , en Inglaterra (un lugar también muy influenciado por la Ilustración) Mary Wollstonecraft redacta “Vindicación de los Derechos de la Mujer”; en donde afirma que la condición de la mujer es semejante a la de un esclavo, ya que no afirman sus derechos de nacimiento y “se degradan debido a la misma tendencia a disfrutar el momento presente y al final desdeñan la libertad por la que no luchan” . Mary sostiene que todos los seres humanos son iguales, distanciándose solamente en el ámbito de la educación, para la autora el tema de la educación es sumamente importante, ella propone que para que las mujeres alcancen la igualdad tan deseada deben obtener la misma instrucción de la que gozan los hombres, en este sentido, ataca la idea del artificio, las mujeres no son naturalmente así concebidas, son producto de una educación concreta, de un sistema que les impone cómo ser y por tanto cómo comportarse. Asimismo, realza el ideal de razón y la afanosa necesidad de llegar a él, empero, censura la condición socio-cultural de la que está permeada la mujer, puesto que se le concibe solamente como una pieza del hombre, no como un todo por si misma, situación que indudablemente entraña una mayor dificultad para alcanzar el tan anhelado ideal de la razón.
Wollstonecraft arguye que en relación con el hombre, a la mujer se le comprende como un todo sexual del mismo, se le despoja de su entendimiento para permearla del simple instinto de la provocación, de la producción de placer como su único fin. Las mujeres incorporadas en esta concepción interiorizan el papel que se les ha otorgado, y mecánicamente trabajan por su conservación, lo que ocasiona que sigan inmersas en ese estado de notoria inferioridad. A la mujer, el hombre le regala innumerables atenciones, pero estas siempre resultan siendo insustanciales, aunque eso no es lo peor, con o sin intención, éstos lo hacen con el propósito de consolidar la superioridad que tanto proclaman, ya que con tal galantería que resulta ser tan “ridícula” subrayan la debilidad que se le imputa al género femenino ((Wollstonecraft, M. p. 184)). En esta dirección, la autora sugiere que los rasgos de la personalidad femenina consten de una cierta “masculinización”, y que en lo referente al sito en que ha sido excluida por la sociedad, es decir, a los meramente fines sexuales y placenteros, se distancien de la actividad sexual, y se acerquen a la instrucción, esto con el fin de tener un efectivo poder sobre sus propia vidas.
Es claro que este Feminismo Ilustrado o de Igualdad planteados por autoras como De Gouges y Wollstonecraft , nace de las Revoluciones Burguesas, y exige ante todo la igualdad entre hombre y mujer. Sin embargo, cabe destacar que aún con el triunfo del liberalismo el problema de la mujer sigue aún sin resolver y aunque ya se vean mujeres trabajando se suma otra problemática. Con el sistema económico encabezado por la burguesía, se van presentando otros tipos de desigualdades sociales, como lo son el jefe y el trabajador y el burgués y el proletario. Muchas mujeres forman parte de la clase obrera explotada y ellas lo son en mayor medida ya que deben trabajar más horas y se les paga menos sin contar que al volver a sus casas deben asumir el clásico papel de ama de casa; por estos motivos (entre otros), es que se da su asociación a la clase obrera, con la esperanza de obtener no sólo la tan anhelada igualdad social, sino también la civil y política, además de lograr la consecución de un trascendental reajuste en las esferas privadas, la familia , el hogar y por supuesto el amor.
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Alejandra Kollontai, precursora del denominado Feminismo Socialista al término de su obra “Autobiografía de una mujer emancipada” deja ver claramente cuál es su posición respecto al cambio que debe operar en las mujeres. Ella estaba en pro de la emancipación de la mujer desde la óptica de sus ideales políticos socialistas (de la camaradería), empero, más que una apología marxista de los obreros y sus líneas de lucha de clases en busca de un derrocamiento del capital para la formación de una sociedad nueva, lo que más le interesa a esta autora es la elaboración y la permeación de una nueva moral en la que la mujer trabajadora pueda emanciparse y ser pieza fundamental de la lucha social. Plantea la transformación de las estructuras sociales, en las que la sociedad burguesa tiene como eje central, la familia; Kollontai tiene una visión del amor, de la crianza de los hijos y del matrimonio muy diferente a la convencional, para ella, el amor debe ser “camaradería”, no solamente una relación en la que la mujer es concebida como una propiedad y un instrumento más, al que el hombre absorbe sus ideales para adaptarla a su propia personalidad y alcanzar sus propios objetivos; este tipo de amor ( si así se puede llamar) es completamente esclavista, puesto la mujer pierde totalmente su libertad (teniendo en cuenta que las libertades a medias no existen). Esta autora rusa plantea que el objetivo principal de la mujer debe ser el trabajo y no el amor, la mujer debe procurar de manera efectiva elevar sus ideales a su propia existencia, alcanzar su propia realización y no verse subyugada a ser un simple medio de realización del hombre.
Aún cuando las mujeres lograron la consecución de algunos derechos, todavía continuaban siendo oprimidas, ya que se les trataba con una marcada desigualdad, sobretodo en lo referente la vida familiar, se encargaban de la maternidad, de los oficios y trabajaban. Con el propósito de resolver el problema anteriormente planteado, Alejandra propone diversas soluciones (que se deben realizar de manera conjunta para su efectividad): la creación de centros en que se eduquen y cuiden a los niños, centros de asistencia de maternidad y protección de los recién nacidos, centros de lavanderías comunitarios, restaurantes comunitarios, entre otros. Cabe destacar que esto debe ser sufragado en su totalidad por el Estado, y que se da para que las mujeres puedan ir a trabajar sin que los hijos y sus obligaciones como amas de casa constituyan un impedimento a realizarse, y por tanto, contribuir con la causa comunista y con la máximas de fraternidad e igualdad en todos los ámbitos . Todo esto da cuenta de que lo que propone la autora es la eliminación de la vida privada representada por la familia, y que ésta sea sustituida por la “inundación” de la vida pública en todas las esferas de la vida de las personas .
Para Alexandra Kollontai, la igualdad de la mujer debe ser realmente tangible, abarcar todas las esferas, todos los sectores, por lo que se puede y se debe hacer
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