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Paro vs. Corrupción

La pesca en aguas revueltas es el turbio vicio de quienes vienen dirigiendo el país desde hace muchas décadas y pasadas todas esas administraciones que hemos visto en las últimas cinco o seis décadas, o tal vez más, en vez de mejorar viajamos hacia el ostracismo y, como los cangrejos, también por destinos desconocidos con la mayor de las complacencias y alcahueteándonos nosotros mismos.

Hemos sido testigos pacientes mirando cómo desde la misma presidencia de la república, desde el congreso, las gobernaciones, desde las asambleas y concejos y desde todas las instituciones oficiales, hay enriquecimiento ilícito porque se comete toda clase de actos delictivos defraudando el erario público, especialmente por personajes que permanecen en el cargo uno y varios periodos, aún a sabiendas de lo que está ocurriendo.

En este país de cafres –como decía un personaje de la política nacional- todo se ve, todo se oculta, todo se comete y nada se castiga porque, precisamente otro “pilar de la democracia” es indolente, consecuente y particularmente discriminatorio.

De ahí que se ha visto cómo en las saturadas cárceles están recluidas muchas personas condenadas injustamente y que a pesar de tener argumentos valederos sobre su inocencia, siguen allí penando bajo el manto de los sufrimientos de sus allegados, en tanto los criminales y delincuentes peligrosos gozan de beneficios privilegiados de quienes imparten sus decisiones a capricho.

La justicia colombiana, se ha dicho en todas partes y se ha denunciado en los medios de comunicación, es una de las “más injustas y corruptas del mundo” a pesar de ser Colombia el país con más leyes pero con menos aplicabilidad en su esencia jurídica.

No se puede dejar de lado la increíble desfachatez de las fuerzas militares que, siendo como son, han sido copartícipes de hechos delicados con los falsos positivos, con el narcotráfico, tráfico de influencias, vinculación con fuerzas ilegales, etc. etc.

Creemos que en el mundo no hay otro país semejante al nuestro donde un alto porcentaje de congresistas han ido a parar a la cárcel por actuaciones no ajustadas a la buena conducta, pero que no van a donde devenir los pícaros y delincuentes sino con un alto beneficio cual es el de permanecer en las mejores instalaciones con todas las comodidades y bien cuidados y alimentados por el mismo Estado.

Y estos anteriores personajes, cuando logran salir airosos, la emprenden contra el país exigiendo jugosas indemnizaciones que son compartidas con los sagaces abogados que han encontrado en las mismas leyes, las trampas para compartir las multimillonarias tajadas que con cómplices judiciales, la sustraen a las arcas del Estado.

Y en materia de orden público, nos amancebamos con la presencia subversiva desde finales del siglo 19 y como resultado vemos hoy que el propio

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