IMPLICACIONES DE LA PROPIEDAD INTELECTUAL EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS

IMPLICACIONES DE LA PROPIEDAD INTELECTUAL EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS

La propiedad intelectual la entenderemos como el marco normativo que se ha adoptado por las sociedades para garantizar la exclusividad que el estado o país otorga al gestor que producto de sus ideas o del esfuerzo creativo, desarrolla un producto o una idea ingeniosa, de tal manera que al sujetarlo a este trámite legal, se fijan las condiciones y uso de él, ya sea de orden natural o jurídica para el uso debido que de este producto se haga.

Es de entender de hecho, que el posicionarse con un producto demanda enorme esfuerzo e incluso compromete para las empresas un pulso financiero que no todas pueden endosarse, razón por la cual, dada la magnitud de la inversión, es más que justo que el Estado garantice un ordenamiento jurídico para que se  estimule este tipo de creaciones, que permiten estimular el desarrollo económico y social de una población.

Sin lugar a dudas, este reconocimiento de un estado por la propiedad intelectual, se remonta incluso desde la centuria  XXVII lo cual ha permitido que en pleno siglo de  las luces, se masificara la publicación de obras literarias y académicas, democratizando el conocimiento permitiendo así que muchas sociedades que vivían en el oscurantismo pudieran estar a la vanguardia de los últimos adelantos de la ciencia y la academia. Es precisamente esa plusvalía social la que invita a que los estados garanticen la implementación del ordenamiento jurídico para este tipo de iniciativas.

Si concebimos la escuela como un laboratorio social en donde se conjugan saberes producto de la basta acumulación de conocimiento que ha tenido la humanidad y que por supuesto, es evidente que en algunas épocas fueron expuestas al oscurantismo por dogmas e intereses particulares propios de los sistemas de gobierno, no nos puede extrañar que con esa valiosa cualidad que identifica nuestra naturaleza podamos modificar algunas variables o elementos del modelo, para darnos cuenta que efectivamente se generan otras aplicaciones o resultados mucho más eficientes y eficaces. Desde luego que además del presupuesto abultado que ello demanda, la historia nos registra que muchas personas sufrieron accidentes lamentables e incluso muchos no vivieron para contarlo. Este costo social es el referente con el cual no podemos seguir sumando en las estadísticas, por lo cual el registro y la sistematización de estos aportes son los insumos que son de obligatoria consulta en las investigaciones o producciones que adelantemos. Esa es la razón de la ciencia al exigir los referentes desde donde se trabaje.

Se puede enfocar la atención en la escuela no en el producto sino en el resultado. De hecho “cada niño es un artista. El problema es seguir siendo un artista cuando hemos crecido”   (Pablo Picasso).

 Este es un desafío colosal que aducen los establecimientos educativos actuales: se suprime la imaginación y la creatividad de los estudiantes. La razón va desde los modelos pedagógicos obsoletos, anacrónicos,  la ausencia de insumos, hasta la limitación presupuestal. El verdadero docente sabe fraguar todas estas adversidades para sintonizarse con las llanuras de la imaginación de estudiante y orquestar su sinfonía con los elementos del entorno. Cuando el terreno es fértil y la enmienda es la adecuada se obtienen los mejores resultados, con lo cual queremos decir, que sentadas unas buenas bases en nuestros alumnos, el tránsito para la vida viene asociada con el combustible de la imaginación y la creatividad, lo cual garantiza que en sus acciones se verán reflejadas la plasticidad, la innovación y el talento.

Es entonces cuando la sociedad debe salir al frente respaldando todo ese potencial creador e innovador a través de una garantía social que precisamente es la razón de la propiedad intelectual. Aún a pesar de que es común acuñar la referencia de propiedad intelectual en diversas producciones, existe un total analfabetismo del alcance y lo que entraña  la norma, quizás por nuestra condición de país emergente que lo asocia con bajos índices de producción intelectual, académica o científica.

Por las instituciones educativas cabalga una tendencia de asociar a la tecnología con la orientación exclusiva en los ordenadores con su respectivo software y las aplicaciones que de manera subjetiva el grupo de área ha estimado relevante. No hay que desconocer la vastísima utilidad que en la práctica se puede hacer de este abanico de oferta informática, sin embargo su implementación no es la mejor por cuenta de la intensidad horaria asignada al área como la formación que posee el docente. Por ejemplo en el caso del diseño, son infinitas las posibilidades de aplicación en la que una persona puede colocar su sello de originalidad en una propuesta y que en la mayoría de veces se subestima su producción abrogando  la posibilidad de ser acreedor del reconocimiento  de propiedad intelectual. Como se aprecia, es evidente que para diseñar esa genialidad ha recurrido al uso de una plataforma que le ha provisto de innumerables herramientas para matizar con lujos de detalles tal creación. Sin embargo, la conducta habitual del docente es la de felicitar al estudiante y cerrar capítulo con la asignación de la valoración de la nota, en la mayoría de las veces por la brecha de ignorancia que le rodea en este campo.

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