La Lectura

Nadie discute que uno de los propósitos principales de la escuela es “enseñar a leer”. Pero cabe preguntarse qué papel juega la escuela en la formación de lectores.

De qué modo interviene para acercar nuevas generaciones a los textos escritos.

Es frecuente escuchar que cada vez se lee menos, que la cultura audiovisual atrapa a los niños y jóvenes, que los libros se van dejando de lado.

¿Qué se debe hacer para que los niños se apasionen por los libros? ¿Cómo transmitir el gusto por lo literario? ¿Cómo trabajar para que los ciudadanos del futuro puedan comprender el universo en el que viven y desarrollen una mirada crítica? ¿Es lo mismo aprender a leer literatura que aprender leer publicidad?

El presente trabajo se propone enfocar la formación de lectores críticos en la escuela, ya que éste es - o debería ser- uno de sus grandes propósitos.

¿Es necesario agregar el calificativo de crítico a la palabra lector? Es probable que respondamos negativamente. Sucede que esto funciona como un reaseguro cuando no se sabe que van a entender los demás cuando uno dice lector. Entonces, por las dudas lector crítico.

De todos modos, como el tema de este trabajo es el de abordar la formación del lector critico, haré una breve parada de este término.

Si consultamos el diccionario, la palabra critico, del griego kriticós, significa capaz de juzgar y nos remite a aquel que puede ejercer la crítica. Y crítica es el arte de juzgar el valor de las cosas.

Según las distintas acepciones, ser crítico implicaría una capacidad especial para valorar ética y estéticamente, para emitir juicios y opiniones. Por otra parte, según concluimos anteriormente, el lector es un interpretante, un buscador de claves, un constructor de sentidos. Y, agrega Graciela Montes (1999) “Construir sentido es lo que nos hace humanos, osea rebeldes”

Es decir, que en esta cuestión de formar o no lectores críticos hay, por un lado, una cuestión de poder sobre la palabra y, por otro, una posibilidad de rebeldía. Es que el papel del lector crítico frente a los textos tiene que ver esencialmente con la cuestión de desmitificar la palabra impresa y las interpretaciones autorizadas para hacer oír la propia voz.

Claro que nadie puede lograr esto desde lo individual, sin los otros, pues la cultura escrita es una condición social. Según Olson (1998) “Para ser letrado no basta con conocer las palabras; debe aprenderse como participar en el discurso de alguna comunidad textual. Y eso implica conocer qué textos son importantes, cómo deben leerse o interpretarse y cómo deben aplicarse en el habla y la acción”

Para formar lectores críticos hay que pensar en hacerlo en el marco de una comunidad de lectores.

Hay situaciones ideales para trabajar en la formación del lector crítico de literatura en la escuela, como aquellas en las que se lee

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