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La Lectura


Enviado por   •  1 de Febrero de 2012  •  3.805 Palabras (16 Páginas)  •  634 Visitas

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LA LECTURA

La lectura es una riqueza universal, puesto que esta es quien ofrece un acervo cultural para el hombre, ganamos en autonomía e independencia porque fomenta el sentido crítico y provoca la inquietud intelectual al aportarnos ideas nuevas, proporcionarnos conocimientos y argumentos, lo que viene a estimular el razonamiento y la imaginación, muestra un panorama universal basado en las perspectivas geográficas y sociales. Cabe señalar que representa el punto de partida para entender la realidad que nos rodea, pero sobre todo una orientación adecuada para las decisiones más significativas a lo largo de nuestra vida y que se han ido plasmado paulatinamente por personajes que participaron en los acontecimientos históricos seriamente representativos sobre todo en lo que se cimenta la actualidad en todas las culturas.

Por consiguiente, si afirmamos que el origen y la transformación de una civilización han radicado principalmente en su cultura y educación, mismas que se engloban inmortalizadas desde sus comienzos conocidos como códices y después libros, nos sería fácil el responder ante las diferencias que existen entre las naciones tanto, económica, política, cultural-social, psicológica, organizacional, entre otros.

La lectura se convierte en una actividad eminentemente social y fundamental para conocer, comprender, consolidar, analizar, sintetizar, aplicar, criticar, construir y reconstruir los nuevos saberes de la humanidad y en una forma de aprendizaje importante para que el ser humano se forme una visión del mundo y se apropie de él y el enriquecimiento que le provee, dándole su propio significado.

En los últimos 40 años, predominantemente la lectura ha sido conceptuada como un proceso sociopsicolingüístico (Rosenblatt, 1985a 1985b); Smith, 1978/1990, 1997; Goodman 1980a, 1980b, 1994). No obstante, desde la perspectiva semiótica se han realizado algunas interpretaciones de este proceso (Eco, 1981; Greimas, 1983; Agelvis, 2002). Rosenblatt (1985a; 1985b) define la lectura como un evento en el que ocurre una transacción, una fusión entre el lector y el texto en un momento y un contexto determinado para construir significado. El significado no existe de antemano en el texto o en el lector, sino que surge en la transacción; por lo tanto, el lector y el texto son esenciales e igualmente importantes en la lectura. Sostiene que el lector y el texto como términos genéricos no existen; existen sólo posibles (o potenciales) lectores y posibles (o potenciales) textos. Una persona se hace lectora sólo cuando se establece la transacción con el texto, no antes. En este sentido, la autora descarta la polaridad lector-texto como participantes en el proceso de lectura.

Bajo este enfoque, la lectura procede a través de un proceso de atención selectiva, en el que el lector selecciona algunas pistas pertinentes que ofrece el texto e información de sus esquemas, para producir el significado. La autora sostiene que el lector se puede ubicar en un continuo de dos posturas frente a la lectura: desde una postura predominantemente eferente y una postura predominantemente estética.

En la primera postura, la atención se dirige principalmente a la construcción de significados públicos; se procura la obtención de información que será retenida luego de la lectura. La postura en la que predomina lo estético, por su parte, da cuenta de la otra mitad del continuo. Con esta postura, el lector se dispone con presteza a centrar su atención en las vivencias mismas que surgen durante la lectura o transacción, en realizar la lectura como una experiencia estética.

Goodman (1980a; 1980b), por su parte, sostiene que la lectura es un juego de adivinanzas psicolingüístico complejo en el que el lector reconstruye el significado a través de una interacción con el texto. En este juego de adivinanzas el lector, valiéndose lo menos posible de la información que le ofrece el texto, usando sus conocimientos previos, sus experiencias, selecciona la información más apropiada para hacer predicciones, anticipaciones y adivinanzas y reconstruir el significado.

En este sentido, el significado no reside en lo impreso, sino que ha de ser aportado por el lector.Según el autor, existe un único proceso de lectura para todas las lenguas y para todo tipo de texto, independientemente del contenido, la estructura, el registro, o los propósitos que motivaron al lector a leer.

En esencia, según Goodman (1980a; 1980b), la comprensión es el único objetivo de la lectura. Para lograrla, el lector se vale de una serie de estrategias que pueden ocurrir simultáneamente, y hasta de manera recursiva, pero no secuencialmente:

• Selecciona las pistas gráficas que le ofrece el texto guiado por selecciones anteriores, sus conocimientos previos y su competencia.

• Utiliza las pistas del texto para formar imágenes y anticipar lo que vendrá.

• Relaciona lo que encuentra con lo que ya conoce.

• Hace predicciones a partir de la información gráfica.

• Vuelve a lo leído para confirmar, apoyar una idea, o para buscar más pistas y, a partir de esto, poder adivinar.

• Utiliza el contexto para probar la pertinencia semántica y gramatical.

• Hace inferencias a partir de la información que ha construido.

Asimismo, Smith (1978/1990, 1997) concibe la lectura como un proceso psicolingüístico que implica una interacción entre el pensamiento y el lenguaje. En este proceso, las marcas impresas en el texto activan los conocimientos relevantes con los que cuenta el lector, para construir significados, para darle sentido al texto. Es por ello que el significado no reside en el texto sino que lo aporta el lector. Según el autor, la lectura consiste en formular preguntas al texto y a través de la comprensión de éste ir respondiéndolas. Para que esto ocurra, la lectura debe presentarse como una experiencia real, significativa, similar a otras que vivimos a diario. Esta experiencia nos permite involucrarnos con la realidad que nos ofrece el texto, vivirla para darle sentido. Según Smith, ésta es la única forma posible de lectura; una vez vivida la experiencia, el aprendizaje vendrá por añadidura.

Desde la perspectiva semiótica, Eco (1981) ofrece ideas que podrían complementar las ya expuestas. Él indica que la lectura es un proceso en el que el lector, valiéndose de su competencia circunstancial y su enciclopedia, actualiza el contenido del texto, es decir, completa los espacios en blanco que encuentra en el texto. El texto está plagado de elementos no dichos, no manifiestos en la superficie,

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