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Las alas de mi muñeca


Enviado por   •  11 de Noviembre de 2016  •  Tareas  •  984 Palabras (4 Páginas)  •  235 Visitas

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LAS ALAS DE MI MUÑECA

Como amo esa melodía… no sé cuál es, solo sé que me encanta, la primera vez que la oí, fue en aquel lugar; lugar al cual desearía volver.

Esa mañana estaba nublada, al igual que mis pensamientos; mi cuerpo y mente no eran uno, eran mis movimientos allá, y mi mente, mi mente, mi mente – ¡rayos! ¡¿Dónde está mi mente?! Que hice mis pensamientos.- ¡oh! Allí están, en ese recuerdo feliz.

De repente vi una pequeña muñeca muy singular, estaba como nueva, pero solo tenía un ojo, no era de imperfección, o de mal uso, así era ella, con solo una forma de ver el mundo. La tome en mis brazos y camine sin pensar a donde me llevaría mi camino.

Cuando doy la vuelta, no sé porque; el camino a mis espaldas ya no está y por cada paso adelante que doy, atrás ya nada queda. Ahora solo somos mi muñeca y yo.

Me siento tranquila, sin preocupaciones; que liviana me siento, casi como pluma; como si estuviera en el cielo antes de perder mis alas. Recuerdo que ese día, ese amargo día llego una gran bestia que quería algo especial de mí. Logro capturar mi inocencia, solo para el obtener algo de juventud. Pero para obtenerla él debía arrancarme mis hermosas y grandes alas, pluma por pluma, desvaneciendo así mi inocente y mágico néctar, aquel que me hacía creer.

Pero, qué extraño, aun me siento tranquila, pero no tengo alas. ¿Qué pasa?

De repente mi muñeca, aquella que recogí en el camino se hizo de mi tamaño, se veía hermosa aun siendo de trapo, aún más única con ese enorme y hermoso ojo gris. -Hola!- Me dice ella y yo como si fuera lo más normal, sin asombrarme si aterrorizarme le respondo igual. -Quieres venir conmigo?- Me pregunta. Yo sin dudar respondo de forma positiva a su invitación. -Cierra los ojos- me dice, y yo sin ningún reparo obedezco.

Viento en mi rostro, pero no uno de esos de verano, es más frio más fresco pero muy fuerte como aquellos que elevaban las estrellas que yo volaba… como me encantaba volar estrellas. Wow! Que fue eso! Abro los ojos con terror al sentir un ruido brusco, como de guerra. Y allí, misteriosamente estaban todas mis estrellas, aquellas que volaban y volaban muy lejos. Está la de blanco, la de rayas purpuras, la de corazones, la de paticos, pero allí estaba mi favorita, la de puntos rosas, la que hice con mis propias manos, con un rayito de luz del primer momento de la mañana y una lagrima de nube, un pedazo de queso de la luna y un pequeño beso para sellarla, pero un día por un gran ventarrón y un apagón de sol no volví a ver a mi hermosa estrella.

-pide un deseo- dice mi muñeca, pero ¿por qué un deseo?, ¿a quién?, no entiendo. – Son estrellas fugaces- me dice nuevamente  mi muñeca. ¿Fugaces? Pregunto confundida. – son estrellas muy juguetonas que alguna vez fueron de alguien que las dejo escapar para que fueran felices, y por tanta felicidad ahora cumplen deseos; solo a quienes creen en ellas- me responde mi muñeca.

Pero yo no las conocía, yo las tenía, o amenos hace algún tiempo las tuve. Yo no las deje para que fueran felices ellas me distrajeron tanto con su hermosura que solté el cordón y se fueron volando.

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