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Los Cuerpos Dociles

marcelalujan10 de Octubre de 2013

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Resumen:

En el capítulo “Los cuerpos dóciles”, Foucault analiza el proceso que ha experimentado el cuerpo humano desde la edad clásica. El autor propone que “ha habido todo un descubrimiento del cuerpo como objeto y blanco de poder”, cuerpo manipulable, educable, controlable y utilizable; a fin de cuentas, un cuerpo dócil. Entendemos por dócil a “un cuerpo que puede ser sometido, que puede ser utilizado, que puede ser transformado y perfeccionado”, es decir, trabajado en sus partes con el fin de crear un cuerpo útil e inteligible. Pero será en el transcurso de los siglos XVII y XVIII donde unos nuevos métodos y técnicas permitirán un total control de las operaciones del cuerpo “que garantizan la sujeción constante de sus fuerzas y les imponen una relación de docilidad-utilidad”, métodos que Foucault llama disciplinas, las que han llegado a ser las generadoras del sistema de dominación de la modernidad. Estas disciplinas constituyen un real trabajo sobre el cuerpo, las que “entran en un mecanismo de poder que lo explora, lo desarticula y lo recompone” en beneficio de la sociedad. Para lograr este fin, el filósofo francés articula diferentes procesos de instrucción al cuerpo -que se encuentran actuando desde los cuarteles

militares hasta en los hospitales-descritos detalladamente en el capitulo: distribución espacial, empleo del tiempo, la composición de fuerzas, etc. Todos procesos para las distintas etapas que vive un cuerpo en entrenamiento que lograrán crear el tan ansiado cuerpo perfecto para la mecánica social de hoy en día.

En el texto “Los medios del buen encauzamiento”, el autor nos dice que “El poder disciplinario tiene como función principal enderezar conductas. No encadena las fuerzas para reducirlas; lo hace para multiplicarlas y usarlas. Lleva sus procedimientos de descomposición hasta las singularidades necesarias y suficientes” para lograr el ansiado producto final: individuos disciplinados. El método que presenta Foucault para logar el individuo perfecto es, es efecto, encauzar a las personas mediante la privación de su libertad. Aquí el autor nos presenta aquellos medios o métodos para intentar que la sentencia y el modo de llevarla a cabo sean lo más correctas posibles, y permitan vigilar al individuo a la vez que se intenta reformarlo. Aquí el autor menciona que “el éxito del poder disciplinario se debe sin duda al uso de instrumentos simples” como la inspección o vigilancia jerárquica, la sanción normalizadora y su combinación en un procedimiento que le es específico: el emanen. Este último es al que le da más énfasis en el texto puesto que el examen “se halla en el centro de los

procedimientos que constituyen el individuo como objeto y efecto de poder, como efecto y objeto de saber”. Es así como Foucault nos presenta a una especie de prisión (hospitalaria, educacional, moral, etc.) como medio de formación de individuos perfectos.

Argumentos centrales:

Foucault en “los cuerpos dóciles” argumenta su tesis desde dos puntos de vista: desde una explicación y observación del cuerpo analizable, llamado anátomo-metafísico; y desde el mismo cuerpo manipulable, es decir, aquel que es sometido, al que se educa, al que se da forma y se utiliza. Este último registro dado en el libro del “Hombre-máquina” es al que llamó técnico-político, el cual está constituido por los reglamentos militares, escolares, hospitalarios y por procedimientos empíricos.

Desde este punto de vista, Foucault propone que la disciplina fabrica cuerpos dóciles mediante una nueva anatomía política, la que “define cómo se puede hacer presa en el cuerpo de los demás, no simplemente para que ellos hagan lo que se desea, sino para que operen como se quiere, con las técnicas, según la rapidez y la eficacia que se determina”, es decir, la disciplina desintegra el poder del cuerpo; primeramente, hace de este poder una capacidad que trata de aumentar con el paso del tiempo y cambia, por otra parte, la potencia que de ello podría resultar. Este poder, explorado, desarticulado y transformado, crea una

nueva individualidad dotada de cuatro características: “es celular (por el juego de la distribución espacial), es orgánica (por el cifrado de las actividades), es genética (por la acumulación del tiempo) y es combinatoria (por la composición de fuerzas)”. Es celular ya que organiza a los individuos en diferentes centros, casi carcelarios, que permiten un mayor control de los sujetos privándolos de una libertad que a veces ni ellos mismos saben que tienen; es orgánica porque crea con los cuerpos las actividades que proporcionan un control sobre los individuos. Es genética pues organiza el tiempo empleado en cada actividad, disponiéndolo en series de actividades sucesivas. Y es combinatoria ya que es capaz de combinar las distintas fuerzas para un mismo fin o propósito.

Para esto dispone de tácticas encargadas de construir toda esta nueva identidad. En el llamado arte de las distribuciones, perteneciente a la característica celular, encontramos diferentes métodos o técnicas que distribuyen a los individuos en el espacio. Aquí encontramos el término al que Foucault llama la clausura que define como “la especificación de un lugar heterogéneo a todos los demás y cerrado sobre sí mismo”. Este es un lugar que está protegido de la monotonía disciplinaria. Se trata de lugares en los que se priva de cierta libertad a las personas para que se tenga un mejor control de estas mismas, por ejemplo en los internados o en los cuartes. Todos estos tienen sus propias reglas para que la seguridad y orden estén siempre presentes sin que nadie pueda generar una rebeldía entre los que habitan el lugar. Otro de los principios es llamado por principio de localización elemental o de la división de zonas el que propone que “a cada individuo su lugar; y en cada emplazamiento un individuo”. En este principio la disciplina organiza un espacio analítico en el que cada persona tendrá su propio espacio, lo que facilita la vigilancia y posterior sanción de cada caso si lo amerita, claro está. También encontramos la regla de los emplazamientos funcionales la que va a “codificar un espacio que la arquitectura dejaba en general disponible y dispuesto para varios usos”, por lo que se crean ambientes funcionales y utilitarios en los que el trabajador sólo puede dedicarse a ejercer su trabajo, sin tener distracciones de por medio que lo imposibiliten a desempeñarse en totalidad en él. Por último encontramos con el principio que nos dice que los elementos son intercambiables puesto que “cada uno se define por el lugar que ocupa en una serie, y por la distancia que lo separa de los otros. La unidad en ella no es, pues, ni territorio (unidad de dominación), ni el lugar (unidad de residencia), sino el rango”. Por lo que se entiende que los espacios vienen a establecer la fijación y permiten una circulación, es decir, un orden.

Este, como los principios descritos anteriormente, buscan entre otras cosas, controlar, vigilar y someter cada vez más a los cuerpos de las personas.

El empleo del tiempo es fundamental en el control de la actividad ya que se encarga de “establecer ritmos, obligar a ocupaciones determinadas, regular los ciclos de repetición”, es decir, se busca un tiempo totalmente útil y efectivo; un tiempo disciplinario. Es así como el cuerpo, condicionado a este tiempo, se desenvuelve en plenitud ya que el tiempo aislará las partes del cuerpo para que cada una de ellas cumpla su rol, entregando eficacia y rapidez a la actividad dada. “El control disciplinario no consiste simplemente en enseñar o en imponer una serie de gestos definidos; impone la mejor relación entre un gesto y la actitud global del cuerpo, que es su condición de eficacia y de rapidez. En el buen empleo del cuerpo, que permite un buen empleo del tiempo, nada debe permanecer ocioso o inútil: todo deber ser llamado a formar el soporte del acto requerido.”

Así mismo, observamos la organización de las génesis, la cual hace referencia a la organización cooperativa del tiempo. “Las disciplinas, que analizan el espacio, que descomponen y recomponen las actividades, deben ser también comprendidas como aparatos para sumar y capitalizar el tiempo”. Para esto la disciplina ocupa cuatro procedimientos: Dividir la duración de la actividad en segmentos,

sucesivos o paralelos, y cada uno de ellos debe tener un término específico y señalado con anterioridad. Organizar estas actividades de acuerdo a un esquema analítico. Finalizar estos segmentos temporales con una especie de “prueba” capaz de garantizar si se ha alcanzado el nivel correcto. Aquí encontramos la disposición en serie de las actividades sucesivas, la cual “permite toda una fiscalización de la duración por el poder: posibilidad de un control detallado y de una intervención puntual”

Dentro de todo esto encontramos la composición de las fuerzas la cual tiene por objetivo componer unas fuerzas para obtener de ellos un cuerpo eficaz. “El cuerpo singular se convierte en un elemento que se puede colocar, mover, articular sobre otros”. Para que esto ocurra, se debe tener toda la serie anteriormente señalada ya que es importante la distribución de la actividad, del espacio y del tiempo para que la cantidad máxima de fuerzas pueda ser extraída de cada persona y combinada en un resultado óptimo.

Finalmente se puede concluir que las disciplinas son “técnicas que definen cierto modo de adscripción política y detallada del cuerpo, vale decir, una nueva microfísica del poder”. Cada una de ellas está relacionada entre sí para formar un

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