MI VIDA AJENA
nico042503Reseña28 de Mayo de 2019
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MI VIDA AJENA.
Aun no encuentro palabras para describir la distancia que he recorrido para llegar a este lugar, de él solo tengo conocimiento de su nombre, Chitwan, una zona central de Terai, ubicada en las inmediaciones de la cordillera del Himalaya, y su gente, la tribu Tharu. Mi nombre no es importante, basta saber que investigo las diferentes tribus alrededor del mundo, pero esta me generó un interés en particular, no logré localizar un solo miembro de esta tribu en otras ciudades, de ahí que tuve que dirigirme a su lugar nativo y allí averiguar este y otros interrogantes. La vida silvestre y aislada de esta tribu es muy tranquila, cultivan sus propios productos, comen de la carne de los animales silvestres y conviven entre ellos, generación tras generación, familias conformadas por 40 y 50 personas y no buscan abrirse a otros horizontes, les basta con lo que le brinda la naturaleza.
Encontrar a alguien que me hablara a cerca de ellos no fue nada fácil, su diversidad de idiomas dentro de su tribu dificultaba todo y lo peor, mi tiempo se agotaba, no obstante luego del tercer día localice a un hombre poco reconocido, pero respetado por todos, su edad la tenía marcada en la piel y en sus palabras se escondía una vasta sabiduría. Aquí empezó la historia.
Mi padre me contó la historia de su padre y de la de sus abuelos- tomó aire y los recuerdos brillaron en sus ojos- durante muchos siglos vivimos alejados de toda clase de vida exterior, los dioses nos brindaban nuestro sustento y nosotros convivíamos unos con otros, pero la armonía termino, así como una vasija al caer al suelo, rota pero no irreparable, hace mucho tiempo, llegó a nuestras tierras un hombre blanco, con prendas que para él tenían mucho valor, venia cabalgando junto con otros innumerables hombres de metal, no sabíamos de donde provenían o a que dios referirnos para tal suceso, esto provoco el miedo dentro de nuestra gente, pero el sentimiento afloro dentro del rey (o así se hacía llamar él) por una joven. Dentro de nuestra tribu los matrimonios se arreglaban desde antes de su nacimiento y al cumplir su mayoría de edad estos se debían casar, y ella ya estaba comprometida, pero él en medio de su imponencia quiso hacerla suya, cosa que desato la furia dentro de la tribu, llevándolos a armarse con lo que la naturaleza les brindara y enfrentarse a aquellos que tenían el poder de unas hojas delgadas pero con un roce podrían provocar la muerte a cualquier mortal. La derrota ya estaba anunciada, el número de hombres que nos enfrentaban eran demasiados y nosotros que solo sabíamos cazar ciervos y jabalíes no pudimos con ellos.
Estaba asombrado, no quería hacer ningún movimiento que lo hiera salir de ese trance, no sabía que preguntar, sentí como si él ya me estuviera esperando, hubiera leído mi libreta y los pocos apuntes que tenía, y estuviera respondiendo las preguntas una a una en forma aleatoria.
Mientras los hombres Tharu luchaban vagamente con sus oponentes, las mujeres y niños huimos a las laderas que se divisan allá- señaló con su mano, pero su mirada aún seguía perdida en la complejidad de su memoria- no sabían que hacer, ¿cómo podrían permanecer en las penumbras como ya lo habían hecho durante tanto tiempo?, la respuesta vino en seguida y no fue precisamente a esa pregunta, los pocos sobrevivientes fuimos tomados como esclavos y los desertores fueron capturados, nuestra vida a partir de este suceso ya no sería la misma, nuestras costumbres se vieron quebrantadas, todo lazo pre-matrimonial que tenían unos con otros tuvo que ser roto, se introdujo una nueva religión dentro de algunos de nosotros y otros, por su parte se abrieron a lugares alejados creando nuevas tribus, sin olvidar a su progenitora.
Ya era de noche, no podía creer que hubiese pasado tanto tiempo, tenía que irme, necesitaba pasar mi informe y retornar
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