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Manual De Lo Prohibido

itzel_styles4 de Febrero de 2015

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blar contigo-me dijo y se sentó en mi cama.

No sólo su rostro estaba triste, su voz parecía haber dejado la alegría también.

-¿Sobre qué?-inquirí, ahora nerviosa, ¿sospecharía acaso que yo estaba enamorada de su novio?

Me quedé de pie, mordiéndome el labio inferior y esperé a que hablara.

-Es Harry-musitó.

El corazón se me paró por un segundo.

-¿Qué… qué pasa… con Harry?-farfullé, torpe.

-Ya no es el mismo de antes-bajó su cabeza y las hebras de cabello se amoldaron a la posición, cayendo finas en dirección al suelo.

-¿Qué quieres decir?-me senté a su lado.

-Casi no está conmigo, ya no me llama todos los días y cuando vengo del trabajo, se va rápidamente. Lo notó distraído cada vez que hablamos, como si su mente estuviera en otro lugar-confesó.

Abrí los ojos de par en par, aquello sí que no lo esperaba. Es decir, desde que conocí a Harry como la pareja de Sharon, se veía claro que la quería muchísimo, estaba siempre al pendiente de ella y yo era a veces testigo de sus demostraciones de amor. Pero junto al desconcierto, la culpa comenzó a aflorar.

-Hablé con Louis sobre esto-continuó, ahora mirándome, sus grandes y oscuros ojos no tenían mucha luz.

-¿Con Louis?-casi no podía creerlo.

-Sí, es su hermano, digo, ¿quién podría conocerlo mejor? Pero sólo me dijo que Harry es así de raro, que me quería y que dejara de preocuparme.

-Eso es cierto, Shar. Mira, Harry y tú son la pareja perfecta-dije, aunque me costara aceptarlo-, Harry te quiere, créeme. Eso se nota-pasé mi brazo por su hombro.

-No tanto-resopló.

¿Qué podía decirle? Yo me sentía culpable, no es que tuviera el ego muy grande ni nada de eso, pero sabía a lo mejor el por qué del comportamiento de Harry.

-Mira, tranquila, ¿sí?-la animé- Mañana iremos a la fiesta esa de tu jefe, relájate, trata de no pensar en eso. Verás que tarde o temprano, Harry volverá a ser el mismo-dije, mientras en mi cabeza ya pensaba en la fecha en la que partiría.

Esa noche, traté de dormir, pero lo cierto es que no pude pegar los párpados durante un par de horas. Sharon ya había comenzado a notar que Harry estaba extraño, por supuesto, ella no era para nada tonta y tarde o temprano se daría cuenta de la razón de su comportamiento. Tenía que irme, tenía que irme pronto. Antes de que esto se complicara más, me iría y dejaría que Harry y Sharon volvieran a sus vidas antes de que yo llegara a Venecia. Por mi parte, yo intentaría olvidarme de él, seguiría mi vida como había sido antes, llamaría a Sharon todos los días y si acaso, sólo pediría que saludara a Harry de parte mía.

Huir era lo mejor. Lo mejor hasta ahora.

No sé porqué me encontraba nerviosa desde que desperté, Sharon estaba muy entusiasmada con la fiesta, pero detrás de su entusiasmo seguía habiendo aquella preocupación que me había dejado ver anoche.

-¡Te espero abajo junto con Harry!-me gritó Sharon desde el exterior de mi habitación y luego se paró en mi puerta-. No tardes-me sonrió.

Lucía hermosa con ese vestido púrpura que había comprado para esta ocasión especial. Aquel hermoso satín se le entallaba a su esbelto cuerpo con precisión en el pecho, y caía hermoso tapando sus largas piernas. Llevaba su cabello liso, más de lo que ya lo tenía y suelto cayendo libremente por sus hombros desnudos.

-Ya voy-musité-. Sólo me pongo el vestido.

Me sonrió y oí cuando salió del apartamento.

Suspiré, combinando mi dióxido de carbono con el oxígeno de mí alrededor. Tomé el vestido que Harry me había elegido y me lo puse, intentando no despeinar mi cabello, que lucía rizos anchos que caían como caireles hasta mi espalda.

Traté de subir el cierre del vestido que se ataba atrás de mí, pero me costaba un poco de trabajo poder alcanzarlo.

-Demonios-farfullé.

Salí de mi habitación, Sharon había apagado las luces del departamento y sólo era iluminado por el atardecer del exterior que se filtraba por la ventana y la luz amarillenta que salía de mi cuarto entre abierto. Intenté subir el cierre de nuevo, pero fracasé en la maniobra.

De pronto, la puerta se abrió, Sharon podría llegar a ser muy desesperada.

-¿Tienes problemas?-pero esa no era la voz de Sharon.

Me quedé inmóvil al reconocer a Harry, luego me giré avergonzada. Aun en la oscuridad, podía verle. Llevaba puesto un esmoquin negro, ajustado a su perfecto cuerpo; su camisa blanca era del mismo color que el moño. Su figura me quitó el aliento.

-Emm… no puedo subirlo-musité, atolondrada-. ¿Podrías…?-manoteé en la oscuridad, señalando el cierre de mi espalda.

-Claro-se acercó hasta mí, su perfume bailoteó por mi nariz.

Me giré y le di la espalda para que pudiera subir el cierre y recogí con una mano mi cabello, haciéndolo a un lado.

Sentí sus manos en mi espalda, tratando de subir el cierre; el tacto hizo que la piel de todo el cuerpo se me erizara. El sonido de la cremallera encajando lentamente quebrantó el silencio, no se oía nada, excepto nuestras respiraciones y los sonidos apenas audibles provenientes del exterior. El cierre encajó por completo, pero no me moví. Él aun sujetaba con sus manos mi espalda.

Y de pronto, sentí cómo acurrucó su nariz entre mis desatados cabello y cómo su respiración los traspasaba golpeando con delicadeza mi cuello. El corazón se me aceleró, tanto que me pregunté si él podía oírlo.

-Harry…-murmuré, ¿qué estaba haciendo?

Pero el silencio persistió y su respiración acariciaba la piel de mi cuello con más intensidad, haciendo que el estómago se me encogiera, que la piel se me erizara y que toda cordura huyera.

-¿Chicos por qué tardan tanto?-la voz de Sharon me hizo pegar un brinco.

CAPITULO 43

-¿Chicos por qué tardan tanto?-la voz de Sharon me hizo pegar un brinco.

Sentí cómo la respiración de Harry se alejó de mi cuello y cómo el alma se me desplomaba al piso. ¿Sharon habrá visto…? El silencio me hizo pensar infinidad de cosas.

-Esto sí que está oscuro-dijo y luego las luces se encendieron de nuevo.

Estaba de espaldas a la escena, pero Sharon no parecía para nada sorprendida, molesta o daba alguna señal típica de una persona que se sintiera engañada. Me giré, la vi en la entrada con la mirada puesta en mí y sus ojos grandes maravillada por mi vestido. Luego divisé a Harry, quien también me miraba absorto, como si estuviese fascinado y… a un metro de distancia de mí.

Me preguntaba cómo podía alejarse tan rápido sin que alguien lo notara cerca siquiera.

-Te ves hermosa, _____-me dijo Sharon.

-Gracias-musité, con la voz temblorosa que salió de mí.

-Démonos prisa-me instó, haciendo también un gesto con la mano para que saliera por la puerta-. Vamos, amor-le dijo a Harry.

Tomé mi abrigo y no le dirigí siquiera una mirada a Harry en el camino, o mejor dicho, una mirada que él notara. ¿Qué demonios había ocurrido hace unos instantes? Hubo un acercamiento demasiado… demasiado… lo que sea. A fin de cuentas, había sido demasiado para mí.

¿Es que él no se daba cuenta de lo que me hacía? Y cuando lo hacía, ¿no pensaba en Sharon? Esto estaba sobrepasando los límites, Harry no era un patán, no sé porqué se comportaba como uno.

Especulé durante los cuarenta y tantos minutos que se había tomado el viaje hasta la dirección que Sharon tenía anotada en letra manuscrita en un papel doblado en cuatro.

-Aquí es-dijo, Harry.

Dirigí mi vista a través de la ventana de la Hybrid, en donde un hermoso jardín se expandía glorioso en el exterior de aquel salón de eventos. Del cual vislumbraban sus luces, reflejándose en los cristales de los grandísimos vitrales de la casa.

Bajamos de la camioneta después de que Harry la estacionara en el aparcamiento del jardín. Miré maravillada todo a mí alrededor, vaya celebración para un cumpleaños.

El pavoroso vestido y los tacos altos en color plata me dificultaron un poco el andar, no estaba muy acostumbrada a esto.

Sharon tomó del brazo a Harry y por el otro lado, me tomó también a mí; y juntos nos encaminó hacía el interior de la casa.

Me quedé sorprendida cuando divisé la decoración, si afuera era hermoso, cuánto más adentro.

Del techo colgaban candiles enormes, hechos de cristal y pedrería, que reflejaban poderosamente la luz y la proyectaban en miles de colores danzantes. Las paredes, adornadas con pinturas de algún artista italiano, lucían acogedoras con ese color perla que las coloreaba. El suelo era blanco, de piso que jamás había visto. El lugar era grandísimo y gente vestida de lo más elegante parloteaba en pequeños grupos formados por tres o cuatro personas, con copas de cristal conteniendo vino; mientras que la música de fondo eran hermosas melodías a piano.

-Wow-musité, sorprendida.

-Es… grande-concordó Harry, viendo también los enormes candiles del lugar.

-Sharon, il mio diamante!* -la voz ronca de un señor nos hizo voltear a verle.

Era un sujeto de aspecto opulento, alto y su cabello peinado lucía algunas cuantas canas esparcidas entre el gris.

-Signor Vittore, buon compleanno! ** -dijo Sharon, expandiendo su sonrisa al hombre.

-Sono contento che sei venuto*-dijo él y luego nos miró a mí y a Harry.

-Grazie por avermi, per me è stato un piacere. Vogliamo introdurre il mio fidanzato Giuseppe, e il mio migliore amico ______**-contestó Sharon y luego nos acercó más.

-E ‘un

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