Para Ammaia todo había empezado como lo que para ella era un día normal

Para Ammaia todo había empezado como lo que para ella era un día normal, hasta ahora había desayunado los mismo waffles con miel de agave de su madre y el jugo de naranja de su padre, caminado a la escuela y cantado el mismo himno que cantaba todos los días a las 8am, y como cualquier día normal ya tenían trabajo para la casa, consistía en hacer un reportaje sobre cualquier tema que fuese de su interés y que concerniera la actualidad, no era nada que no hubiesen hecho antes, pero lo que nadie sabía es que un simple reportaje podría cambiar el destino de la humanidad entera y la vida de una niña para siempre.

Conforme pasaba el día, Ammaia no podía sacarse el reportaje de la cabeza, puesto que lo que tenia en mente era genial. Entrevistaría al presidente Clinton sobre la hostilidad que había entre el y el presidente de Rusia, Demetry.

Llego a casa emocionada cuan niño en navidad, arrojo sus cosas al piso y subió a contarle a su madre acerca del reportaje. Su madre, al oír de esto, hizo unas llamadas y organizo una entrevista con el presidente. No es que hacer esto sea muy sencillo, pero gracias al buen nombre y reputación que tenia su familia, conseguirlo no fue tan complicado.

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La cosas en la casa blanca no marchaban nada bien, pues habían sido informados recientemente de que el presidente ruso tenia a decenas de los mejores científicos construyendo una bomba nuclear tan grande que podría destruir el mundo. Clinton lo había intentado todo, desde llamas pacificas hasta contra amenazas, pero aun así, no lograba descifrar cual era el motivo de todo esto. No sabia que hacer ni a quien recurrir, la humanidad seria destruida y no había nada en sus manos que pudiese hacer.

Esa noche, se recostó en su cama angustiado y lleno de culpa, creía que como presidente de semejante nación, su deber era velar por la seguridad no solo de sus ciudadanos, pero también del mundo entero, y la sensación de no poder hacer nada al respecto lo carcomía. Después de darle vueltas a la almohada y de sobrepasar la situación cerro los ojos y no los volvió a abrir hasta la mañana siguiente.

El siguiente día, al despertarse sintió un terrible dolor de cabeza así que tomo una pastilla y bajo a tomar el desayuno. En la mesa, como rara vez, se encontró son su esposa y le hablo del tan extraño sueño que había tenido en la noche. Se trataba de un joven de ojos rojos con una mirada un poco aterradora que le extendía su mano y lo llevaba con el. No lograba entender el significado de este, y para su infortunio, su esposa tampoco. Una vez terminado su plato, se levanto de la mesa y se predispuso para el largo día de trabajo que le esperaba; lo primero en su agenda era la entrevista con una pequeña llamada

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