Profesion Docente
evictoria2311 de Marzo de 2013
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Algunos puntos de emergencia en la historia de la formación permanente del profesorado
La actualización del cuerpo docente y la promoción del debate pedagógico han sido una inquietud temprana de las autoridades educativas y de diversos intelectuales influyentes preocupados por mejorar y renovar la enseñanza. Esta intención estuvo presente a través de diversos mecanismos que se instauraron a fines del siglo XIX y principios del XX, en los inicios del sistema educativo argentino, cuando la docencia dejó de ser una profesión libre para convertirse en un trabajo regulado por el Estado. La disputa entre maestros con y sin título por el ejercicio de la enseñanza también se produjo en el terreno de la formación inicial y continua; los informes de los inspectores son elocuentes al respecto. Por ejemplo, luego de visitar las escuelas, el inspector nacional de la provincia de Córdoba manifiesta su preocupación por elevar la preparación de los maestros: "la gran cuestión que hay que resolver acá es la de mejorar intelectualmente el personal docente". Asimismo, alerta sobre la falta de maestros con título, "no pasan de cuatro los maestros que poseen su diploma correspondiente", debido a la escasa paga que reciben por lo cual no es posible esperar que quienes poseen cierta cultura y conocimiento se dediquen al magisterio: "verdad es que la carrera ofrece aquí tan pocos alicientes que una persona de regular cultura y aspiraciones no podría conformarse con la remuneración que se obtiene" (El Monitor de la Educación Común, núm. 24, febrero de 1883:149). En 1885, el informe de los inspectores nacionales en San Juan reitera la misma problemática, en un total de 60 escuelas sólo encuentran siete maestros con estudios en las normales:
[…] todos los demás deben sus conocimientos y mayor o menor aptitud para la enseñanza al aprendizaje privado y la práctica. Baste ese solo dato para deducir que el cuidado y cultivo de las dotes de la niñez está, en una gran parte de las escuelas, confiada a personas que desconocen por completo la naturaleza de las facultades con que tienen que operar y las leyes que rigen su desenvolvimiento (El Monitor, núm. 91, diciembre de 1885:1001).
Como solución "remedio eficacísimo para la escasa competencia de los maestros" (sic), el inspector de Córdoba propone publicar un periódico quincenal de 8 a 10 hojas, en el cual se expondrían "los principios, sistemas, métodos y mejores procedimientos en el arte de enseñar y cultivar las facultades de los niños. Haré ilustraciones con crítica pedagógica. Lecciones, modelos, daré algunas nociones de buen gobierno escolar, disciplina y minuciosidades internas" (El Monitor, núm. 24, febrero de 1883:150). El boletín se pensaba distribuir de manera gratuita a cada una de las 98 escuelas de la provincia. A tal fin, el inspector logró que el gobernador aprobara la iniciativa y su financiamiento. En 1915 la edición de boletines educativos oficiales de las provincias con artículos de interés para los docentes seguía como un dispositivo válido para la actualización pedagógica y didáctica. En ese año, la provincia de Mendoza reanuda la publicación del boletín de la Dirección General de Escuelas, el cual se proponía "ser permanentemente la publicación donde el maestro estudioso encuentre todas las doctrinas, los frutos de todas las escuelas ideológicas, de todas las tendencias intelectivas" (El Monitor, núm. 505, año 1915:175).
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