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RAZONAMIENTO VERBAL


Enviado por   •  15 de Mayo de 2013  •  Prácticas o problemas  •  2.245 Palabras (9 Páginas)  •  1.026 Visitas

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INSTITUTO POLITÉCNICO NACIONAL

CECyT 3 Estanislao Ramírez Ruiz

Curso COMIPEMS

ESPAÑOL

PARTE I

RAZONAMIENTO VERBAL

T E M A R I O

SESIONES 1-2. Sinónimos, antónimos y homónimos.

 Comprensión de textos narrativos.

 Identificación de información explícita (fechas, sucesos, datos).

 Sucesión temporal.

 Elementos del cuento; comprensión de las conclusiones y el desenlace en textos narrativos.

 Reconocimiento de palabras con significado equivalente al de otra, en un contexto dado.

 Reconocimiento de palabras con significado opuesto.

 Distinción de palabras similares con diferente significado en un contexto dado (homónimos: cobra-verbo cobrar; cobra-sustantivo, tipo de serpiente).

 Homófonas: b/v; c/s; c/s/z; x/cc; g/j; y/ll; h.

SESIONES 3-4. Analogías verbales

 Comprensión de textos expositivos.

 Identificación de la idea central: en el texto y en los párrafos.

 Comprensión de información implícita (relaciones: causa-efecto, jerarquía, sucesión temporal, inclusión).

 Comprensión de las conclusiones.

 Reconocimiento de palabras o frases con el mismo sentido.

 Identificación de palabras con relaciones equivalentes.

SESIONES 5-6. Analogías verbales

 Comprensión de textos descriptivos.

 Descripción técnica (científica) y descripción literaria.

 Identificación de información explícita (fechas, sucesos, datos).

 Identificación del tipo de relación que guardan dos elementos (causal, inclusión, jerarquía).

SESIONES 6-7. Completamiento de oraciones o de textos

 Comprensión de textos argumentativos

 Distinción de hechos y opiniones (excepto en textos narrativos).

 Reconocimiento del punto de vista del autor.

 Elección de palabras que completan coherentemente oraciones o fragmentos, de acuerdo con el contexto.

 Organización de palabras u oraciones para construir ideas.

SESIONES 1-2. SINÓNIMOS, ANTÓNIMOS Y HOMÓNIMOS

No es cuento, es una historia que sale de mi pluma como ha ido brotando de los labios de ñor Cornelio Cacheda, que es un buen amigo de tantos como tengo por esos campos de Dios. Me la refirió hará cinco meses, y tanto me sorprendió la maravilla que juzgo una acción criminal el no comunicarla para que los sabios y los observadores estudien el caso con el detenimiento que se merece.

Podría tal vez entrar en un análisis serio del asunto, pero me reservo para cuando haya oído las opiniones de mis lectores. Va, pues, monda y lironda, la consabida maravilla.

Ñor Cornelio vino a verme y trajo consigo un par de niñas de dos años y medio de edad, nacidas de una sola “camada”, como él dice, llamadas María de los Dolores y María del Pilar, ambas rubias como una espiga, blancas y rosadas como durazno maduro y lindas como si fueran “imágenes”, según la expresión de ñor Cornelio. Contrastaban notablemente la belleza infantil de las gemelas con la sincera incorrección de los rasgos fisonómicos de ñor Cornelio, feo si los hay, moreno subido y tosco hasta lo sucio de las uñas y lo rajado de los talones. Naturalmente, se me ocurrió en el acto preguntarle por el progenitor feliz de aquel par de boquirrubias. El viejo se chilló de orgullo, retorció la jetaza de pejibaye rayado, se limpió las babas con el revés de la peluda mano y contestó:

— ¡Pos yo soy el tata, mas que sea feo el decilo! ¡No se parecen a yo, pero es que la mama no es tan pior, y pal gran poder mi Dios no hay nada imposible!

— Pero dígame ñor Cornelio, ¿su mujer es rubia, o alguno de los abuelos era así como las chiquitas?

— No, ñor; en toda la familia no ha habido ninguna gata ni canelo; todos hemos sido acholaos.

— Y entonces, ¿cómo se explica usted que las niñas hayan nacido con ese pelo y esos colores?

El viejo soltó una estrepitosa carcajada, se enjarró y me lanzó una mirada de soberano desdén.

— ¿De qué se ríe, ñor Cornelio?

— ¿Pos no había de rirme, don Magón, cuando veo que un probe inorante como yo, un campiruso pión, sabe más que un hombre como usté, que todos dicen que es tan sabido, tan leído y que hasta hace leyes onde el Presidente con los menistros?

— A ver, explíqueme eso.

— Hora verá lo que jue.

Ñor Cornelio sacó de las alforjas un buen pedazo de sobao, dio un trozo a cada chiquilla, arrimó un taburete en el que se dejó caer satisfecho de su próximo triunfo, se sonó estrepitosamente las narices tapando cada una de las ventanas con el índice respectivo y soplando con violencia por la otra, restregó con la planta de la pataza derecha limpiando el piso, se enjugó con el revés de la chaqueta y principió su explicación en estos términos:

— Usté sabe que hora en marzo hizo tres años que hubo un clís de sol, en que se escureció el sol en todo el medio; bueno pues como unos veinte días antes, Lina, mi mujer, salió abelitada de esas chiquillas. Desde ese entonce, le cogió un desasosiego tan grande, aquello era cajeta; no había cómo atajala, se salía de la casa de día

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