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Resumen de Teatro Español

NikasoApuntes16 de Enero de 2017

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 I. El teatro en el siglo XVIII

1. CONTEXTOS HISTÓRICO Y CULTURAL

1.1. Contexto histórico

En España, el siglo XVIII se inició con la guerra de Sucesión (1701-1713), que supuso la instauración de la Casa de Borbón en la corona española. Con la entronización de Felipe V empezó la implantación y consolidación de la influencia francesa en España; aunque esta influencia se había iniciado ya en el siglo XVII, y es posible constatarla en autores como Gracián, Quevedo, Lope o Calderón, será en esta centuria cuando alcance un auge significativo. Bajo Felipe V, a imitación francesa, se funda la Biblioteca Nacional en 1712, así como las reales Academias, la de la lengua en 1713, que publicaría ese mismo siglo el Diccionario de Autoridades y las primeras ediciones de la Ortografía y la Gramática. Le siguen los reinados de Fernando VI y Carlos III, durante los cuales se produce un proceso de modernización de España. En el reinado de Carlos IV se inicia,

en general, un retroceso, pese a que Godoy intentara seguir fomentando los ideales ilustrados.

1.2. Contexto cultural

El siglo XVIII supone para España el comienzo del declive, tras la gloria alcanzada durante el siglo anterior.

La sociedad española estaba entonces dividida en dos grandes grupos: por un lado, los reformistas, ilustrados

o novatores, una pequeña minoría que promovía el progreso de España en consonancia con lo europeo, a través del cultivo de la razón frente al barroquismo anterior; por otro lado, los más conservadores, la gran masa estática del país, anclados en las costumbres y encabezados por la nobleza y la Iglesia.

Aunque durante las primeras décadas del siglo siguieron perviviendo formas artísticas y literarias del Barroco anterior, en el XVIII sobresale el movimiento intelectual de la Ilustración, que originará una nueva estética, la del neoclasicismo, que se manifestará en la literatura, el teatro, la arquitectura y las demás artes. Estamos ante un siglo en el que, junto con producciones mediocres, una serie de grandes intelectuales cultivó una amplia y sólida cultura, y gracias a la política practicada por la monarquía y sus gobiernos del Despotismo Ilustrado, la educación del pueblo como un servicio público inició su andadura pese a todas sus imperfecciones y escasos logros. Aunque, paralelamente, persistiera un pesado lastre tradicionalista y conservador en todos los órdenes.

La Ilustración

La Ilustración fue un movimiento intelectual basado en la sustitución de la tradición por la razón. Frente a los ideales del Antiguo Régimen (trono y altar), surgieronn en Europa unas corrientes renovadoras: el empirismo británico, nacido en el siglo XVII con Locke y Newton, unido al fervor intelectual de Montesquieu y Voltaire, desembocarían en la Enciclopedia, una empresa editorial para vulgarizar los conocimientos a la luz de la razón. Así pues, la Ilustración significó un reformismo encarnado en el 'despotismo ilustrado', que procuraba mejorar, mediante oportunas reformas y espíritu didáctico, la situación en que se encontraba en pueblo.


En España, aunque una vez más con retraso respecto a otras culturas europeas (la Iglesia, la Inquisición y los valores más conservadores así lo determinaron), se impuso un modo particular de entender el movimiento ilustrado al hacer convivir la razón, la crítica ante el pasado, con la tradición cristiana, de la mano del padre Feijóo, quien supo unir la renovación más profunda con la continuación de elementos tradicionales, como se puede ver en su Teatro crítico universal. Asimismo, encontramos otras figuras como la de Gregorio Mayans, Jovellanos, Luzán o Meléndez Valdés, entre otros. En suma, los valores enciclopédicos se impusieron y como consecuencia de ello nació en España un género nuevo en este siglo, el del ensayo.

El Neoclasicismo

El Neoclasicismo supone un modo nuevo de concebir el arte, basado en los postulados de la Ilustración. Este nuevo arte reacciona contra el Barroco, cargado de efectividad y complejidad, y por influjo francés e italiano vuelve sus ojos a los clásicos, en especial a Aristóteles. En el teatro neoclásico, se impuso la razón y la armonía como norma, frente a la fantasía exacerbada del Barroco: se produjo una fuerte imitación de la naturaleza, se acató la 'regla de las tres unidades' (acción, tiempo y lugar), se estableció la separación de lo cómico y lo trágico, se impuso la contención imaginativa eliminando todo aquello considerado exagerado o de 'mal gusto', y se adoptó una finalidad educativa y moralizante que sirviera para difundir los valores universales de la cultura y el progreso ('enseñar deleitando'). Estos y otros principios quedaron plasmados en la Poética de Luzán (1737).

2. VIDA ESCÉNICA

El teatro, tanto en la creación como en las puestas en escena, discurre durante el siglo XVIII por dos grandes vías: por un lado la tradicionalista, que sigue la senda del teatro barroco y defiende la tradición teatral española, manteniéndose ajena a las innovaciones francesas, y por otro lado, la innovadora, que impulsa la nueva estética neoclásica e importa formas y contenidos del teatro francés e italiano. Una vez más, se enfrentan en España el tradicionalismo y la modernidad, triunfando, como casi siempre, la primera modalidad sobre la segunda.

El teatro en España sufrió también importantes cambios en este siglo, como la prohibición oficial de representar autos sacramentales, la reaparición del gusto popular por el sainete y la transición paulatina desde los antiguos corrales de comedias hacia los teatros a la italiana, como locales adecuados a la nueva concepción del teatro.

3. CORRIENTE TRADICIONALISTA

Esta corriente se dio durante la primera mitad del siglo y supuso una clara continuación del teatro del XVII. Pero frente a la grandeza del teatro áureo, la mayoría de estas representaciones correspondieron a los epígonos del movimiento, quienes recurrieron a complicaciones en las historias y a un complejo aparato escénico con

el fin de que el público, cansado ya del teatro anterior, no abandonase las salas. Y a pesar de su escaso valor dramatúrgico, esta corriente fue la triunfadora tanto en la creación como en las puestas en escena durante mucho tiempo. Se agrupan aquí distintas modalidades teatrales: comedias históricas, de magia, de enredo, de milagros de santos, etc. Entre los creadores más destacados figuran Antonio de Zamora y José de Cañizares.


Otro género que tendrá un vigor inusitado es el del teatro breve: los géneros menores áureos, en particular

los entremeses, se convertirán ahora en sainetes, unas piezas cortas compuestas en verso que retratan tipos, costumbres, ambientes y lenguaje de época, con cierto tono satírico e irónico, que provocan intensa risa. Eran utilizados de manera cómica y burlesca para amenizar los entreactos o como fin de fiesta, y gozaron del aplauso enfebrecido por parte del público. Los sainetes fueron combatidos por los Ilustrados, quienes deseaban abolir de los escenarios obras que no propugnasen en su contenido una enseñanza moral o adoctrinamiento cultural y recomendaban otras que fomentasen las ideas de verdad y virtud; pero el espectador popular se alejaba del teatro serio y disfrutaba de obras como los sainetes de Ramón de la Cruz, que tuvieron un éxito inigualable.

El madrileño Ramón de la Cruz fue el dramaturgo que sobresalió en el cultivo del sainete, con más de trescientas piezas que retratan el Madrid de su tiempo. Su sainete más famoso es seguramente Manolo, tragedia para reír o sainete para llorar... (1769), una 'tragedia heroica' llevada a cabo por rufianes del barrio de Lavapiés que parodia las comedias heroicas habituales en los teatros de entonces, describiendo con lenguaje arrabalero y propio de los bajos fondos el regreso a Madrid de un hampón recién salido de la cárcel. Otros sainetes suyos son La ridícula embarazada, El almacén de novias, La república de las mujeres o Las castañeras picadas.

4. CORRIENTE INNOVADORA

A partir de mediados de siglo, las nuevas teorías estéticas del neoclasicismo dan lugar a la aparición de un teatro a imitación del teatro francés de Corneille y Racine para la tragedia, y de Molière para la comedia. Se intenta salir del casticismo y popularismo del teatro anterior e integrar la vida escénica española en el contexto europeo, por lo que los temas quedan sometidos a lo que imponen la razón y el buen gusto. Los marcos teóricos de esta corriente se pueden encontrar en la tercera parte de la Poética de Luzán sobre el género dramático o en la Memoria para el arreglo de la policía de espectáculos y diversiones públicas de Jovellanos.

4.1. La tragedia neoclásica

Esta modalidad pretendió crear un teatro trascendente, que hiciese pensar a los espectadores, por medio de historias y leyendas tanto de la Biblia como de personajes históricos; era, pues, un teatro poco popular, por

lo que obtuvo un escaso éxito de público. Su representante más significativo fue Vicente García de la Huerta, especialmente con su obra Raquel (1778), escrita en romance endecasílabo, que trata de los amores del rey Alfonso VIII con una bella y ambiciosa judía de Toledo, y de los desmanes y tragedias que ello ocasiona.

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