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SANCIONES POR REPROCIDAD


Enviado por   •  26 de Marzo de 2013  •  1.441 Palabras (6 Páginas)  •  745 Visitas

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SANCIONES POR RECIPROCIDAD

Como anoté AQUÍ, Si queremos que los niños desarrollen la moralidad de autonomía debemos reducir nuestro poder de adultos absteniéndonos de utilizar recompensas y castigos e incitarlos a construir por si mismos sus propios valores morales.

Recalqué en negritas "reducir nuestro poder de adultos" para aclararlo, Piaget dice REDUCIR, no ABOLIR; es decir, hay situaciones en las que los adultos a cargo tendremos que recurrir a nuestro poder de adultos puesto que estamos a cargo de la seguridad y del bienestar de nuestros niños.

La esencia de la autonomía es que los niños lleguen a ser capaces de tomar decisiones por si mismos tomando en cuenta no sólo el punto de vista propio sino el de todos los afectados.

Piaget era bastante realista al decir que en la realidad de la vida del niño es imposible evitar las sanciones (no podríamos dejar que los niños corran entre una calle llena de coches o que jueguen con los enchufes. Sin embargo Piaget hacía una importante distinción entre las SANCIONES POR RECIPROCIDAD y las SANCIONES POR CASTIGO.

Dejar a un niño sin postre por decir una mentira es una sanción por castigo, ya que la relación entre la mentira y el postre es totalmente arbitraria. Decirle que no podemos creer lo que dice y darle nuestras razones, es una sanción por reciprocidad.

Las sanciones por reciprocidad están directamente relacionadas con el acto que queremos sancionar y con el punto de vista del adulto, y su efecto es incitar al niño a construir unas reglas de conducta mediante la coordinación de distintos puntos de vista.

Piaget analizó seis tipos de sanciones por reciprocidad como válidas porque al aplicarlas ayudamos al niño a interiorizar otro punto de vista además del suyo y no son consideradas castigo puesto que no coartan la autonomía. A continuación las explicaré. Al leerlas hay que tener un punto bien presente: aún estas sanciones pueden degenerar rápidamente en castigo si no hay una relación de mutuo AFECTO y RESPETO entre el adulto y el niño. De hecho, el respeto mutuo es esencial para el desarrollo de la autonomía del niño. El niño que se siente respetado por su modo de pensar y sentir es más susceptible de sentir respeto por el modo de pensar y sentir de los adultos (o de otros niños).

1. Exclusión temporal o permanente del grupo.

Quiero dejar bien claro, antes de describirla, que no tiene nada que ver con el “Tiempo fuera/time out/silla de pensar/ rincón de pensar”.

El niño está haciendo ruidos que molestan a los adultos a la hora de comer. El adulto puede decir gentilmente pero con firmeza: “ese ruido nos está molestando, puedes dejar de hacerlo y quedarte con nosotros o puedes irte a tu cuarto a hacer ese ruido”. Esta sanción está relacionada con el acto sancionado y con las necesidades de los adultos, y da al niño la posibilidad de construir por si mismo la regla de ser considerado con los demás. Sin duda la elección que se ofrece es coercitiva y entre dos cosas que le desagradarán al niño, pero lo importante es

que se le está ofreciendo la posibilidad de tomar una decisión. La implicación de esto es que cuando decida estarse callado, tendrá la posibilidad de volver al grupo. Esta elección le da la posibilidad de comprender que otras personas tienen unas necesidades que pueden chocar con las suyas. También le da el incentivo y la posibilidad de escoger comportarse mejor para pertenecer al grupo.

Es muy distinta a la elección que se ofrece bajo la amenaza de un castigo, como escuché decir a una mamá el otro día en la fila del banco: “Estate quieto o te pego”, la elección en este caso es entre estarse quieto inmediatamente o ser castigado, y es una coerción que no le deja margen al niño para negociar una solución aceptable para todos los involucrados, lo pone entre la espada y la pared. Además, no le da el tiempo ni la libertad suficiente para que el niño construya la regla por si mismo.

Cuando aplicamos esta sanción, el niño debe tener la posibilidad de decidir cuándo podrá comportarse lo suficientemente bien para poder regresar al grupo. En el “tiempo fuera” el adulto impone un límite mecánico de tiempo a modo de castigo, los niños que han cumplido su “tiempo de castigo” muy frecuentemente se sienten libres de

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