Sabemos Mandar

PERSONALES. Son como un examen de conciencia, que os permite daros cuenta de unos puntos sobre los que acaso tendréis que trabajar esforzá-

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damente. Haced este examen todas las noches que dure la semana de formación. Responded con lealtad y sacad prácticas conclusiones personales. Quizá esté en ello el punto o elemento crucial para vues-tra formación de jefes

Cada semana se os propone igualmente un EJERCICIO. Han sido escogidos de manera que os hagan actuar inmediata y directamente hacia la cualidad que se haya de adquirir o desarrollar.

No toméis a la ligera este ejercicio. Si os parece fácil por demás, no lo menospreciéis. Con golpeci-tos de cincel o gubia, bien dirigidos, el escultor hace brotar del mármol una obra artística. Cuando os parezca difícil, practicad un acto de valentía, poniéndoos a hacerlo sin titubear. En esto podréis conocer si tenéis carácter para jefe

Cada lección lleva un TEMA DE CONVERSACIÓN con los otros jefes. Es un hecho que el cambio de impresiones sobre una cuestión propuesta con otras inteligencias, permite descubrirla por lados nuevos y es ocasión de profundizar más en el pensamiento.

Sólo tened cuidado de que estos cambios de impresiones no degeneren en estériles discusiones. Trabajad por resumir en algunas frases concisas las conclusiones.

Finalmente, cada lección se termina con un pensamiento que anotar. Os aconsejo que lo escribáis en un carnet personal, lo aprendáis de memoria y lo su-

PARA UNA LECTURA PROVECHOSA líl

méis a otros, que no dejaréis de encontrar, bien en las biografías de los grandes jefes, bien en otras sobre la psicología del mundo. Así tendréis un manual del jefe personal vuestro, porque personalmente habréis contribuido a formarlo, en el cual, a modo de abejita, el polen que habréis libado, una vez que lo tengáis asimilado, se transformará en vuestra miel.

Si observáis fielmente estas consignas, no podréis menos de comprobar, al cabo de algunas semanas, una evolución en vuestro comportamiento psíquico y aun físico; adquiriréis los reflejos de jefe y a lo. vez experimentaréis con la mayor intensidad la alegría de vivir y el gozo de servir.

LECCIÓN PRIMERA COMPETENCIA

L

A primera cualidad que hay derecho a exigir del jefe es la competencia. Cuestión de prestigio, a no dudarlo, porque el jefe del que se obedece a causa de su mandato representa toda consideración delante de sus subordinados.

Cuestión de seguridad para la comunidad humana que él ha de dirigir y en algún sentido cuestión de vida o muerte, porque el jefe tiene misión esencial de conducir. Si por incapacidad da órdenes erradas, se arriesga a concluir en catástrofes. Es un ciego que fatalmente os hará caer de cabeza en la hoya.

De pasada notemos bien que la competencia en una profesión no confiere, por el hecho en sí, competencia en otra alguna. El dicho sagaz de un antiguo fabulista es siempre oportuno: Cada uno a sv oficio, y las vacas estarán bien cuidadas.

Porque un maestro enseñe bien lenguas, no se

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sigue por ese mismo hecho que será un buen profesor de ciencias; ni porque un jefe de ejército haya sido valiente soldado, se sigue que el día de mañana llegará a ser un excelente administrador o un fino diplomático. Ahí está la historia de Francia —y re-cientísima— para manifestar que es algo posible. Las habilidades de competencia, empero, son diferentes, y los más ilustres ejemplos sólo son excep-ciones que confirman la regla.

Por otra parte, la competencia del jefe no es de la misma naturaleza que la de sus subordinados. Consiste en un conocimiento suficiente de las diferentes ramas de su incumbencia, para estar en con-diciones de organizar el conjunto, a la vez que en la posesión de las nociones necesarias para .prevenir, organizar, mandar, controlar, apreciar los valores relativos, pesar las oportunidades, coordinar los

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