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Siglo De Oro Español


Enviado por   •  26 de Mayo de 2015  •  2.394 Palabras (10 Páginas)  •  275 Visitas

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GARCILASO DE LA VEGA Y EL SIGLO DE ORO ESPAÑOL

GUÍA 1

PERASSI JOSÉ MIGUEL

IFDC – VILLA MERCEDES

ESPECIALIZACIÓN EN LENGUA Y LITERATURA

SAN LUIS

2013

Garcilaso de la Vega

Garcilaso nació en Toledo en 1503, de familia prócer, se educó en su ciudad natal, hasta que en 1520, entró al servicio del emperador, al que acompañó a Galicia y en las guerras comuneras, siendo herido en Olías (1521). Figuró en la expedición a la isla de Rodas y en la campaña de Navarra (1522 – 1523).

Siendo muy joven conoció a Boscán y pronto entablaron una gran amistad, la cual se desarrolló en estos años de vida cortesana.

Casó con Doña Elena de Zúñiga en 1525, sin embargo, su amor poético fue una dama portuguesa del séquito de la reina Isabel, llamada Isabel Freyre. Pasó luego a Italia donde asistió a la coronación del emperador, y a Francia, en la que fue embajador extraordinario.

Volvió a Italia, donde le sorprendió una orden de destierro del emperador, por haber el poeta asistido a una boda que él no consentía, se cumplió el destierro en una isla del Danubio. Perdonado, fue a Nápoles, donde pasó una de las épocas más felices y fecundas de su vida. Allí lo marcaron dos hechos importantísimos en su vida, uno es la muerte de Isabel Freyre, ésta deja una huella imperecedera en la obra de Garcilaso.

El amor no correspondido y la muerte de la mujer amada fueron uno de los incentivos para su creación poética.

En relación con su obra, también fue importante su estancia en Nápoles, ya que allí pudo unirse a uno de los centros más florecientes del humanismo y de la cultura literaria de Italia, se impregnó y vivió el Renacimiento, intensificó el estudio de los clásicos antiguos y de los autores italianos de Petrarca.

Luego hizo un viaje a Barcelona, pasando por Vaucluse, en homenaje a Petrarca, y luego a Tunez en la expedición militar de Carlos V, donde fue herido en la boca y en el brazo, (1533). Finalmente, en la campaña de Provenza, siendo ya Maestre de Campo, por complacer al Emperador, asaltó sin casco ni coraza la pequeña fortaleza de Muy (Frejus), donde cayó despeñado por una gran piedra que tiraron los defensores, muriendo a los pocos días en Niza, de las heridas recibidas (1536), en brazos de su gran amigo el marques de Bombay, quién más tarde alcanzó reconocimiento con el nombre de San Francisco de Borja.

El mundo espiritual de Garcilaso: su Bucolismo: al estudiar la vida y obra de Garcilaso, sorprende que el tema pastoril sea el que ocupe la mayor parte, teniendo en cuenta que su vida está dominada casi totalmente por su carrera militar (cuyos temas apenas aparecen en sus poesías)

En primer término podríamos tomar el tema pastoril como un reflejo artificioso de su propia existencia.

Las Églogas son su obra más extensa y la que más elementos autobiográficos contiene. Sus personajes principales, los pastores Salicio y Nemoroso, se narran mutuamente sus desventuras amorosas.

Bajo el nombre del pastor Salicio, se creían leer las lamentaciones del propio Garcilaso, ya que Nemoroso, su interlocutor, se suponía ser Boscán (porque Lemus significa bosque), pero hoy está admitido que uno y otro representan al mismo poeta, quién nos ofrece su espíritu desdoblado en dos facetas que dialogan, por un afán de análisis muy característico del Renacimiento.

Asimismo, la fórmula pastoril permite también disfrazar al Duque de Alba, con el nombre de “Albanio”, la Duquesa de Alba es “Camila”; “Elisa” es Isabel Freyre, dama portuguesa que fue objeto de su amor.

Para esta transformación del mundo real de sus afectos en el mundo artificioso de los pastores, aprovecha Garcilaso todos los conocimientos humanísticos: Teócrito, Virgilio. Tíbulo, Horacio, Boccaccio, Petrarca y Sannazaro.

En segundo término, lo pastoril es para Garcilaso, como un sueño de reposo de sus fatigas de soldado.

Sus paisajes, verdes valles junto a claros ríos, el Tajo, el Tormes y el Danubio, “río divino”, constituyen los ejemplos más bellos de estas descripciones en nuestra literatura.

El Platonismo: desde los tiempos de la lírica provenzal, los poetas se ejercitan en los cantos de un amor espiritual en el que la mujer es un símbolo de perfección que atrae al enamorado y le obliga a una adoración sin límites. El amor platónico de Garcilaso hacia Elisa, cantado en sus Églogas, es en realidad, “el amor sin esperanzas y sin correspondencia”, que le inspiró Doña Isabel Freyre. Este amor imposible le llena de melancolía:

“… no me podrán quitar el dolorido

sentir, si con la vida

primero no me quitan el sentido…” nos dice Garcilaso.

Como buen renacentista, Garcilaso ama también el goce de la vida, el anhelo de vivir y de aprovechar el instante, tal como lo hemos observado en el soneto de Ronsard, y así dirá a su amada:

“Coged de vuestra alegre primavera

el dulce fruto, antes que el tiempo airado

cubra de nieve la hermosa cumbre.”

El Petrarquismo: El “Cancionero” de Francisco Petrarca (1304 – 1374), es el gran modelo de la poesía amorosa. Canta en él a Laura, un amor imposible, puesto que era casada. Su muerte sirve de línea divisoria a las dos secciones en que aparecen agrupados los poemas: “in vita de madonna Laura” y “in morte de madonna Laura”. Llegan del aporte del amor cortés el sentimiento destinado a no ser correspondido, el sufrimiento, la poesía como muestra de vasallaje.

El petrarquismo añade:

- La introspección del yo, o sea el análisis de los sentimientos más íntimos.

- La humanización de la amada, la exaltación de sus perfecciones físicas.

- La intervención de la naturaleza en la que el autor siente inmerso su conflicto amoroso.

La experiencia de Garcilaso fue similar a la de Petrarca: amor no correspondido por Isabel, muerte prematura de la amada.

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